PRESENTACION

Este Anuario informa y analiza algunos tópicos referidos a los importantes cambios en la esfera de la economía y la agricultura mundial y uruguaya, así como en la orientación de la política agropecuaria.

Continúa el ciclo de crecimiento del sector agropecuario. Las estimaciones para el año 2006 y los pronósticos para 2007 muestran la continuación de un desempeño dinámico del sector agropecuario y de la mayor parte de las cadenas de base agropecuaria y forestal. Según las estimaciones de OPYPA, el crecimiento del PBI agropecuario en el año 2006 será de aproximadamente 5%, y el de las exportaciones de base agropecuaria y forestal 15%.

El Anuario ofrece información y pronósticos actualizados sobre esos y otros aspectos del desempeño del sector agropecuario, así como de las condiciones internacionales y macroeconómicas que han favorecido el mismo.

Se mantienen las expectativas favorables para la mayor parte de los negocios. En el año 2006 continuó la percepción favorable de los agentes sobre el futuro de los negocios agropecuarios. Un indicador sintético de esa percepción optimista es la evolución del precio de la tierra.

El precio de la tierra ha seguido en ascenso; aumentó 67% en dos años -según datos de DIEA- y alcanzó el máximo histórico. El fuerte crecimiento del precio de la tierra sintetiza las expectativas favorables de los compradores en cuanto a la rentabilidad, el mantenimiento o aumento del precio del activo y, por lo tanto, en la estabilidad de las reglas de juego para los negocios.

En los últimos cuatro años las transacciones de tierras alcanzaron a cerca de 2,4 millones de hectáreas (tema tratado en un artículo de este Anuario). El intenso mercado de tierras forma parte de un proceso de cambios en la propiedad caracterizado por la concentración y extranjerización de los activos agropecuarios e industriales sobre el cual no se dispone de datos.

Puede concluirse entonces en la existencia de expectativas favorables para los negocios agropecuarios -superando eventuales cambios que podrían haberse originado por la presencia de un nuevo gobierno-, en un marco de adopción de medidas tales como las de apoyo a la modernización de las relaciones laborales, los salarios de los trabajadores agropecuarios, la inminente reforma tributaria y los anuncios de otras, como la que regula la presencia de sociedades anónimas en los negocios agropecuarios o crea un tributo a las transacciones inmobiliarias destinadas a la producción agropecuaria.

La evolución del sector agropecuario reseñada no es atribuible a un único factor. Es el resultado de un conjunto de condiciones externas e internas; entre ellas, la iniciativa y el trabajo productivo de cientos de miles de trabajadores asalariados, empresarios y técnicos, y también de funcionarios públicos conscientes vinculados a esa actividad.

Avanzan las políticas de desarrollo. La implementación de una nueva política de desarrollo orientada por objetivos trascendentes y de largo plazo requiere de un largo lapso de maduración e implementación, aunque desde ya va quedando esbozada en el ámbito agropecuario, forestal y pesquero, como queda consignado en varios de los artículos de la sección Políticas del Anuario.

En los aspectos macroeconómicos se resalta el éxito de la política de estabilización, una sana política de manejo de la cuantiosa deuda pública y la concreción a corto plazo de la reforma impositiva. Se prevé que en años de rentabilidad normal la reforma aumentará algo la presión impositiva sobre el sector agropecuario, como consecuencia de la mayor tributación de las empresas de mayor porte. La presión impositiva sobre el conjunto de la economía es casi tres veces superior a la del agro, según estimaciones que se presentan en este mismo Anuario.

En el año 2006 la tasa de cambio real cerrará con un nivel promedio 2% inferior al del año anterior, manteniéndose la preocupación del sector exportador por la evolución de esta importante variable. En cuanto a la política sectorial, comienzan a concretarse avances en varias áreas estratégicas. El Anuario contiene artículos referidos a varias de estas áreas y una reseña de algunas de las principales iniciativas, decretos o proyectos de ley. Entre ellas algunas de gran alcance, que requerirán reunir muchos recursos y capacidades y continuarse y perfeccionarse bajo otros gobiernos. Por ejemplo, el programa de trazabilidad individual de todo el ganado vacuno; el programa sucroalcoholero; una reorientación incipiente pero significativa de la política forestal basada en una nueva visión sobre el complejo productivo; el impulso a la ciencia, tecnología e innovación que dio lugar a cambios en la estrategia del INIA, y a avanzar en el proyecto de integración y desarrollo de esas actividades que se concretará con la Agencia de la Innovación.

Se destaca asimismo un conjunto de políticas de promoción de los productores familiares y medios, por ejemplo, en la implementación de los proyectos que ejecuta el MGAP.

Uno de los grandes desafíos pendientes es la reforma del Estado. Mientras que avanza su formulación, la administración del sector público agropecuario adoptó decisiones para dar mayor transparencia y equilibrio en la gestión, transformación poco visible y limitada, pero muy importante porque enfrenta una enorme inercia institucional.

Queda mucho por hacer. Lo señalado hasta ahora no es una expresión triunfalista o conformista respecto al desempeño reciente del sistema agropecuario o a los impactos de las políticas públicas sobre el mismo.

Al juzgar los avances en la implementación de una nueva estrategia de desarrollo agropecuario debe tomarse en cuenta que si se adoptaran cambios drásticos probablemente los costos sociales, y particularmente los de los sectores populares, podrían ser altos. Al mismo tiempo, idealmente, esa estrategia debería ser sustentable en el futuro bajo distintos escenarios políticos y económicos.

El futuro del país, y la contribución del gran sistema productivo de base agropecuaria, depende del éxito con que enfrente muchos desafíos, a veces impuestos por condiciones externas y otros derivados de las propias conductas privadas y públicas, o incluso por la falta de armonía entre ambas.

Es indudable la importancia que tendrán las cadenas agroindustriales si logran alcanzar los grandes propósitos reseñados. Semejante responsabilidad no puede ser el resultado de la iniciativa de un pequeño grupo de organizaciones o de personas como las que integran el gobierno o el sector empresarial. Se requiere sumar esas y otras capacidades.

Uno de esos desafíos es el aprovechamiento de coyunturas favorables como la presente para cimentar la sustentabilidad de largo plazo, tanto del crecimiento de la economía como del conjunto de la sociedad uruguaya, construyendo un futuro socialmente incluyente. En ese camino serían complementarios el aumento de las inversiones, el empleo y los salarios, y la permanencia de un sector de pequeños y medianos productores agropecuarios nacionales.
Ing. Agr. Martín Buxedas
Director de OPYPA - MGAP