Primer Simposio Internacional

Nuevos abordajes en problemática de alcohol privilegian “intervenciones breves” para informar y orientar al usuario

La combinación del control de la oferta con la reducción de la demanda y las “intervenciones breves” a nivel de la salud con los usuarios problemáticos de alcohol son las herramientas más eficaces para controlar esta patología que en Uruguay afecta al 23% de los consumidores de alcohol. En ese marco se instaló hace diez meses la primera Unidad de Trastornos Relacionados con el Alcohol (UNITRA), al tiempo que la Junta Nacional de Drogas (JND) elaboró una nueva normativa a estudio del Parlamento.
Primer Simposio Internacional sobre uso problemático de alcohol

Una extensa reflexión sobre la problemática y las últimas experiencias llevadas a cabo en Uruguay y en la región para controlar el consumo problemático de alcohol en la población tuvo lugar entre el 18 y 19 de agosto en Montevideo durante el Primer Simposio Internacional sobre Uso Problemático de Alcohol que organizó la JND y la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (UDELAR) y en el que participaron más de 350 personas.

En ese contexto, se debatió sobre neurobiología y el daño que el alcohol produce a nivel cerebral en los jóvenes; se mostraron las últimas evidencias científicas al respecto; se habló sobre las consecuencias del consumo de alcohol en los accidentes de tránsito, muertes violentas y suicidios; y sobre la necesidad de realizar “intervenciones breves” con los usuarios en el sistema de salud para detectar tempranamente el consumo problemático de alcohol en los pacientes.

Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS/OPS), una persona no debería beber más de dos unidades de  bebida estándar por día, y debiera dejar un día en la semana libre de alcohol. Esto se aplica a los hombres ya que la cifra se reduce a una bebida estándar por día en el caso de las mujeres.

Alternativas nuevas para un viejo problema

El coordinador del Observatorio Uruguayo de Drogas (OUD) de la JND, Héctor Suárez, valoró exitosamente las dos jornadas en las que se presentaron alternativas o formas nuevas de tratar un problema muy viejo.

Suárez destacó que, en el caso específico del área de tratamiento, hasta hace poco Uruguay no tenía ninguna opción de tratamiento en materia específica de alcohol, resaltando precisamente la creación diez meses atrás de la UNITRA, que funciona en el Hospital de Clínicas y que es la primera alternativa específica de tratamiento.

“Está especificado en el proyecto de ley y está financiado a partir de esa normativa la existencia en cada departamento de una unidad de este tipo”, consignó Suárez haciendo referencia al proyecto de ley que regula el mercado del alcohol, actualmente a estudio del Parlamento.

Las últimas investigaciones del OUD de 2011, muestran un alto consumo de alcohol en los uruguayos que alcanza al 75% del total de la población. El consumo problemático trepa al 23% de los consumidores cifras que se mantienen constantes desde el 2001 a la fecha.

Suárez sostuvo que Uruguay no está en situación de retraso con respecto a otros países en el abordaje de esta problemática aunque admitió que falta impulsar aún más a nivel nacional, la educación relacionada con el consumo responsable de alcohol.

Intervenciones breves

Una de las intervenciones más destacadas fue la del consultor de la OMS en materia de políticas de drogas, el profesor Thomas Babor quien planteó la eficacia de las “intervenciones breves” para detectar tempranamente a los consumidores de alcohol.

Para el especialista norteamericano, jefe del Departamento de Medicina Comunitaria y Atención de la Salud de la Universidad de Connecticut Health Center, se trata de que los médicos dediquen unos pocos minutos a interrogar en su consulta a los pacientes sobre su consumo habitual de alcohol, detectando así los casos de ingesta abusiva y permitiendo su derivación temprana a las clínicas especializadas para su tratamiento.

Babor enfatizó que hay similitudes entre el consumo de sustancias psicoactivas que generan serios daños poniendo en el mismo paquete el alcohol, el tabaco y las drogas ilícitas.

En este sentido, advirtió sobre el peligro que ocasionan las drogas refinadas, modificadas a partir de su estado natural, que aumentan potencialmente el daño psicológico y físico en los consumidores, regla que se aplica también en los alimentos.

Refiriéndose al aumento del abuso de sustancias en América Central y América Latina, destacó como positivo empero, el cambio que se está generando en la región acerca de la necesidad de girar de las políticas de penalización del consumo hacia otras con perspectiva de salud pública y derechos humanos ya que las políticas punitivas han provocado serios efectos secundarios como la sobrepoblación carcelaria.

Para Babor, las penas severas no son eficaces en desalentar a la gente al consumo o venta de drogas ya que las ganancias por este comercio ilícito son muy altas.

En este contexto, valoró el camino emprendido por Uruguay de regular estrictamente los mercados del tabaco, alcohol y cannabis, entre otras drogas.

Enumeró tres tipos de políticas para controlar el uso abusivo de drogas: la prevención primaria; el servicio de atención de personas con abuso de sustancias, destacando a vía de ejemplo la extensión de los servicios de tratamiento en Uruguay como una medida eficaz para atender la problemática; y los tipos de políticas de drogas, como la legislación, la regulación y las iniciativas para controlar la oferta de drogas.

Para el experto norteamericano, una de las mejores maneras de controlar el consumo de drogas es la implementación de políticas comunitarias que trabajan con la gente joven para evitar los “pequeños mercados” de venta de drogas.

Además del control de la oferta, un segundo enfoque apunta a la reducción de la demanda mediante la instrumentación de programas escolares de prevención, tratamientos y mitigación de efectos dañinos.

“Si se combinan diferentes enfoques de control de suministro y reducción de la demanda se puede tener métodos más eficaces”, sostuvo Babor.

Además de los programas de fortalecimiento familiar, se refirió a los programas de prevención temprana que han demostrado “resultados prometedores” sobre todo cuando mediante el screening y las intervenciones breves se llevan a cabo en forma sistemática en la atención primaria y otros centros de salud.

En ese punto, resaltó el rol que tienen  los servicios de emergencia en realizar dicho screening o cuestionario básico al paciente que llega a la consulta o puerta de emergencia por una herida o accidente ocasional, para detectar si existe un consumo frecuente o abusivo de alcohol.

Una muestra comparativa realizada en Estados Unidos entre 900 usuarios de drogas, mostró claramente los efectos positivos de estas intervenciones breves y varios de estos enfoques exitosos están siendo incorporados en las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud, puntualizó Babor.

Finalmente, subrayó que aumentar el precio del alcohol es un buen modo de impedir el abuso del consumo al igual que la restricción de la disponibilidad física de esta sustancia.

También es importante, a su entender, incluir límite de edad para comprar alcohol al igual que las restricciones de disponibilidad social para desalentarlo, líneas de trabajo que están incorporadas precisamente en la nueva normativa que impulsó el Gobierno para controlar el mercado del alcohol.

El proyecto tiene como uno de sus objetivos principales aumentar la percepción del riesgo en la población y disminuir la edad de inicio del consumo.

Unidades de tratamiento

El director de la UNITRA, Pablo Fielitz, realizó un balance de los primeros diez meses de funcionamiento de la primera Unidad de Trastornos Relacionados con el Alcohol que funciona en el Hospital de Clínicas y que atiende actualmente a unos 43 pacientes.

El equipo está integrado por 16 personas entre psiquiatras, docentes, residentes de psiquiatrías, medicina interna y psicoterapeutas que trabajan a nivel individual y grupal, asistente social y personal de enfermería.

Fielitz manifestó que la enorme mayoría de los pacientes son mayores de 35 años, y llegan con un diagnóstico de dependencia de alcohol severa; más del 40% tiene patología médica asociada al consumo de alcohol ya sea a nivel hepático, neurológico o cardiovascular.

Más del 60% de las personas atendidas están en situación de calle y acuden desde los refugios del Ministerio de Desarrollo Social acompañados por los equipos técnicos que acompañan a los pacientes a la consulta como forma de garantizar los tratamientos, hecho que fue destacado especialmente por el psiquiatra.

“Estamos en un proceso de crecimiento. Hay que tener en cuenta que este es un servicio docente-asistencial y de investigación y que apuntamos en un mediano plazo a convertirnos en un centro de referencia para la formación de recursos humanos para la gente del área de la salud que está destinada a tratar este tipo de pacientes”.

Esperamos -agregó- que más adelante se puedan presentar pasantías desde la Facultad de Medicina y otras facultades para la formación de recursos humanos para ir replicando este modelo asistencial en otros lugares”, concluyó el especialista.

Enfermedad social

Para el médico argentino Alfredo Sackmann, encargado del consultorio de alcoholismo del Hospital Bernardo Houssay de Buenos Aires, el alcoholismo es una enfermedad social que daña la pareja, la familia, por lo que el trabajo sistemático para reducir su consumo tiene efectos que repercute positivamente sobre estos estamentos.

A su juicio, las políticas activas de trabajo en prevención y psico-educación, dan muy buenos resultados.

Según la experiencia clínica de Sackmann, los tratamientos en crisis, asociado sobre todo a las intoxicaciones de los jóvenes los fines de semana, son los más frecuentes de ver en los servicios asistenciales.

“Tenemos también la atención programada, con internación o ambulatoria, que permite realizar un abordaje terapéutico con médicos, psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales”, indicó.

Sackmann destacó el nivel de las exposiciones del simposio que mostraron, entre otras cosas, el daño cognitivo que provoca en las personas jóvenes el alcohol y como esto puede ser revertido trabajando rápidamente con estos grupos, informándolos sobre los daños y educándolos a nivel escolar y liceal.

“Si uno puede retrasar la edad de inicio, después de los 14 años, con políticas activas e informando también a los padres, ese daño se pude demorar o mitigar”, advirtió el médico.

No obstante, Sackmann reconoció que, más allá del trabajo en el sistema educativo, la comunidad médica debe tomar conciencia de la necesidad de sistematizar las intervenciones breves, para dar  consejos sobre la reducción de la ingesta o derivar al paciente a instancias de tratamiento si detecta consumo abusivo o de riesgo.

Cóctel explosivo

Los efectos que el consumo de alcohol provoca en la siniestralidad vial fueron abordados por el director de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (UNASEV), Gerardo Barrios, durante su exposición en el simposio.

En este sentido, Barrios detalló las medidas adoptadas en los últimos años que permitieron bajar la tasa permitida de alcohol en sangre de 0,8 gramos en 1994 a 0,3 gramos en 2008 mediante la ley 18113, previendo pasar a tasa cero en el 2015.

“La disminución de la tasa de alcohol es efectiva y eficaz”, aseguró Barrios poniendo como ejemplo el caso de Brasil donde se redujo drásticamente el número de accidentes de tránsito tras las férreas medidas adoptadas contra el consumo de alcohol en conductores e incluso bajó la actividad delictiva.

En este contexto, Barrios informó que hay más de 13 mil conductores con la libreta de conducir suspendida por espirometría positiva y planteó la necesidad de que dichos conductores acudan obligatoriamente a una instancia de consulta médica para analizar si el consumo fue ocasional o existe una conducta abusiva, previo a reintegrarles el permiso de conducir.

Entre agosto de 2013 y julio de 2014, se realizaron 26.959 espirometrías en todo el país de las cuales un 6% dieron positivas.

Para Barrios es necesaria la construcción de políticas de Estado en esta materia mediante la integración e integralidad institucional. Para que ello suceda, añadió, se debe establecer la magnitud del problema con sus distintos componentes. “El éxito de las políticas públicas depende de los liderazgos de más alto nivel”, alertó el técnico.

Audios

Dr. Pablo Fielitz - UNITRA, Uruguay
Dr. Alfredo Sackmann - Hospital Municipal Dr. Bernardo Houssay, Argentina
Soc. Héctor Suárez - OUD/JND, Uruguay

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