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Cerramos el mes de la mujer con una historia que invita a sumarse a las Plazas de Deportes.

En el marco del mes de la mujer, compartimos la historia de Leticia Minati, quien nos cuenta como llegó al deporte a través de la Plaza de Deportes Nº 11 y los beneficios que su práctica le brindan.
Leticia Mainati

"Mi historia en el deporte comenzó hace muchos años atrás, cuando mis hijos eran pequeños. Mi familia está conformada por mi esposo Ricardo y cuatro hijos, tres de ellos adoptados y una biológica ... Tantos años estuvimos sin tener hijos y la vida nos colmó en un corto período con 4 personitas. Créanme que así surge el deporte en mi vida, primeramente, para brindarle a mis hijos actividades benéficas para su salud física y mental, pero también como una forma de "terapia" para mi.

Me acerqué un día a la plaza de deportes número 11 para que ellos practicaran natación en verano y basquetbol o handball el resto del año. Fue en uno de esos momentos cuando se acercó su profesora (Gissel) y me hizo una invitación a sus clases de gimnasia para adultos. No muy convencida acepté, puesto que lo que a mí me gustaba realmente era jugar a la pelota. Afortunadamente, no pasó mucho tiempo cuando la profesora vino con la propuesta de abrir un grupo para jugar al volley. Realmente éramos malísimas jugando, pero yo al menos me divertía.

Fue una época hermosa en la que conocí gran cantidad de personas que hasta hoy día valoro mucho. Por circunstancias de la vida tomaron caminos diferentes, pero siempre llevaremos el recuerdo de aquella querida y vieja plaza 11, que seguimos estimando como aquel lugar en el que tanto mis hijos como yo pudimos disfrutar del deporte, hacer amistades y crecer como familia. También surgió la propuesta de tener la primera reunión de usuarios para formar la primera comisión de apoyo. Me propusieron entonces ser presidenta de la comisión, y en mi mente dije... ¿por qué no?

Por ampliaciones y nuevas estructuraciones, la plaza debió permanecer cerrada al público, pero nosotros no queríamos quedarnos sin hacer ejercicio ni deporte. Fue así que se buscaron alternativas para continuar, siendo las canchas de las iglesias un gran refugio deportivo. Junto a mis hijos cargamos las pelotas, redes, conos, caminábamos casi todos los días 15 cuadras para encontrarnos con nuestros amigos del deporte.

Sigo insistiendo en que fue una época maravillosa que volvería a repetir, pues es indudable que lo que requiere amor y esfuerzo es más apreciable. Vivimos y acompañamos en el proceso de lo que hoy es la nueva plaza de deportes del siglo XXI, conforme crecían nuestros hijos, la plaza iba creciendo también a la par.

Puedo decir con propiedad que hoy disfruto plenamente de hacer deportes, entre otros jugar al volley, que ya diría que es mi pasión! ¡Insisto en que hacer deporte es una costumbre que todos deberíamos tener! ¿Quién diría que después de los 40 viviría todo esto? Se cumplen reglas, se forma el carácter, se aprende a vivir y por sobre todo... se tiene mejor calidad de vida, lo aseguro.

Solo felicidad y agradecimiento siente mi corazón hacia todas aquellas personas que de alguna manera u otra hicieron que me acercara a este mundo que me rodea. Así que no queda más que decir una sola palabra: ¡GRACIAS!"

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