Desafíos regulatorios ante la profundización de la transformación energética

Uruguay ganó reconocimiento mundial por su exitosa transformación energética. En menos de 20 años, el país cambió su matriz eléctrica, apostando por las energías renovables y estableciendo una política de Estado basada en el consenso y la cooperación entre el sector público y privado. Pero la historia no terminó ahí. Ahora, Uruguay se enfrenta a una nueva etapa: profundizar esta transformación energética, lo cual trae consigo desafíos tecnológicos, sociales e institucionales que requieren una regulación más dinámica y flexible y no por ello menos garantista.
Uruguay, un ejemplo internacional en energía renovable
Entre 2005 y 2020, Uruguay llevó a cabo una transformación significativa de su matriz eléctrica. Este cambio se sustentó en una sólida estabilidad institucional, respaldada por un acuerdo multipartidario que mira hacia el 2030, y una colaboración efectiva entre el sector público y privado. Los resultados hablan por sí mismos: hoy, el 99 % de la energía eléctrica del país proviene de fuentes renovables, mientras que la capacidad instalada de energías eólica y solar representa el 35% del total. La transformación no solo ha cambiado la fuente de energía, sino que también ha mejorado la calidad y la seguridad del suministro. La frecuencia de interrupciones en la red de distribución ha bajado de cinco cortes anuales por consumidor en 2009 a cuatro en 2024, manteniendo al mismo tiempo la estabilidad en la cobertura y continuidad del servicio.
Este proceso ha tenido hitos importantes: desde las primeras licencias eólicas otorgadas por UTE en el año 2000 hasta la creación del Plan de Etiquetado de Eficiencia Energética en 2009, la instalación de parques eólicos y granjas fotovoltaicas, así como la implementación de regulaciones específicas que han acompañado el avance tecnológico. Todo esto ha permitido que Uruguay se consolide como un referente mundial en la transición energética.
Una nueva etapa: electrificación, innovación y nuevos consumos
La fase actual va más allá de simplemente generar electricidad; se trata de integrar nuevas tecnologías, avanzar en la electrificación de los consumos y mejorar la eficiencia energética. Ahora Uruguay enfrenta el reto de adaptar las normas existentes y crear herramientas regulatorias que respondan a esta evolución.
Entre los principales temas en agenda se destacan:
- El desarrollo de combustibles alternativos, como el hidrógeno verde, los biocombustibles y los e-fuels, que permitirán ampliar las fuentes de energía y reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
- La electrificación de los consumos, con especial énfasis en la movilidad eléctrica y la calefacción. La incorporación progresiva de vehículos eléctricos en el transporte público, de carga y particular es una tendencia que exige infraestructura y marcos normativos adecuados.
- La gestión de la demanda y la eficiencia energética, a través del uso de tecnologías digitales, el aprovechamiento del Internet de las Cosas (IoT) y el fortalecimiento de instrumentos como el etiquetado de eficiencia energética.
- El almacenamiento de energía, cumple un papel clave en la estabilidad de la red. Las baterías y los recursos basados en inversores (IBR) permiten atender picos de demanda, corregir distorsiones y respaldar el sistema, al tiempo que el hidrógeno verde surge como una opción complementaria de almacenamiento a gran escala.
Estos desafíos no son solo tecnológicos. También implican asegurar la sostenibilidad social e institucional del proceso, garantizando que la transición energética continúe siendo justa, inclusiva y transparente.
El papel de Ursea en la nueva transformación
En este contexto, Ursea desempeña un papel fundamental. La institución se encarga de asegurar la calidad, seguridad y equidad de los servicios en sistemas cada vez más descentralizados y digitales. Su trabajo se basa en la Ley N° 17.598 (2002), que regula hidrocarburos, energía eléctrica y agua, y en la Ley N° 19.996 (2021), que amplía sus funciones, incluyendo la regulación del hidrógeno como fuente secundaria de energía.
Ursea regula, supervisa y asesora al Poder Ejecutivo en el cumplimiento de sus responsabilidades. Su enfoque se sustenta en evidencia técnica y certeza jurídica, buscando garantizar transparencia, eficiencia y protección al usuario. Mientras que, la definición de la política energética corresponde a la Dirección Nacional de Energía del Ministerio de Industria, Energía y Minería. Así, Ursea establece y aplica las reglas del juego mediante reglamentos técnicos, estándares de calidad y estructuras tarifarias.
Tres ejes estratégicos para la regulación del futuro
El presidente Cardozo destacó tres ejes que resumen los desafíos regulatorios en esta fase de profundización de la transformación energética:
1. Regular con datos y con evidencia
La información confiable es esencial para una regulación moderna. Con más de 1,3 millones de medidores inteligentes en la red de UTE, el desafío está en aprovechar esta abundancia de datos sin perder el rigor técnico. Ursea está trabajando en fortalecer sus capacidades analíticas y en mejorar los protocolos de uso y confidencialidad de la información, además de evaluar el impacto regulatorio de manera más ágil.
2. Regular sin frenar la innovación
La regulación necesita ser lo suficientemente flexible para no obstaculizar el cambio tecnológico. Esto significa aplicar un enfoque de neutralidad tecnológica y fomentar espacios de prueba controlada, conocidos como “regulatory sandboxes”, donde empresas, instituciones académicas y organismos públicos puedan experimentar con nuevas soluciones en un entorno seguro. El objetivo es adaptar la normativa a tecnologías emergentes como el almacenamiento, la generación distribuida, el hidrógeno y los vehículos eléctricos, mientras se cuida la estabilidad del sistema y las actividades existentes.
3. Construir confianza a través de la evidencia y la transparencia
La confianza es un pilar fundamental en la regulación. Para fortalecerla, es crucial mantener una coordinación constante entre instituciones y una comunicación clara con todos los actores del sector energético. Ursea busca consolidar su rol como regulador independiente y referente técnico, participando activamente en diálogos con el MIEM, la academia y los regulados, y mejorando la comunicación técnica y pedagógica con la ciudadanía.
Un nuevo marco regulatorio para un sistema en evolución
La profundización de la transformación energética no solo implica un avance tecnológico, sino también una transformación institucional. Se requieren marcos regulatorios dinámicos que se adapten a un contexto de innovación constante y que integren nuevos actores, tecnologías y modelos de negocio. Como bien dijo el ingeniero Andrés Cardozo, el desafío es regular con evidencia, acompañar la innovación y fortalecer la coordinación entre instituciones para asegurar que la transición energética sea eficiente, segura y centrada en las personas.
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