Pérdida de respeto y valores sociales

Bonomi vinculó la inseguridad con crisis de 2002 y explicó dificultades para revertirla

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, disertó en el desayuno de trabajo organizado por “Somos Uruguay”. Uno de los temas priorizados por el ministro fue la relación existente entre las crisis sociales y económicas a inicios de 2000 y la evolución del delito. A pesar del crecimiento económico desde 2005, encontramos que el aumento del delito y la violencia social han cobrado una dinámica propia, dijo el ministro.

Ministro del Interior, Eduardo Bonomi

Eduardo Bonomi comenzó su disertación, este martes en el Hotel Sheraton, explicando, “no voy a hablar de políticas de seguridad desde el punto de vista de la acción policial, porque generalmente el tema es qué hace la Policía para que la inseguridad disminuya, y a veces nosotros pensamos que hay que plantearse qué hace la sociedad para que existan menos delincuentes”. 


“Si la Policía detiene cada vez más delincuentes, la Justicia los procesa y aumenta día a día la población carcelaria, ¿por qué siguen apareciendo cada vez más delincuentes que ponen un tono de inseguridad?", se preguntó.


Luego dividió su exposición en diferentes capítulos: principales características económico-sociales desde 1990 a la fecha, la evolución del delito y claves para revertir la tendencia.


En el primer punto resaltó que la crisis del año 2002 significó para Uruguay una transformación clave, ya que constituyó un quiebre de la sociedad. “Ese quiebre hasta el día de hoy lo estamos sintiendo. A su vez hay un conjunto de nuevas situaciones que han cambiado la clave de la convivencia y obligan a repensar los mecanismos de control social en Uruguay”, afirmó Bonomi.


Señaló que en 2002 la pobreza abarcaba al 39,7 % de la población y en 2012 está en 12,4 %, se redujo un 65 %; el desempleo registró niveles de hasta 20 % en 2002, en 2012 está en 5,7 %; la indigencia creció entonces hasta el 5 % de la población y hoy está en 0,4 %. “Aquellos vientos trajeron sus consecuencias sociales y políticas que cambiaron la construcción del relato de identidad nacional del siglo XXI en Uruguay”, subrayó.


“A partir del 2005 comenzó una nueva transformación de dimensiones radicales y comenzó un proceso de recuperación económica inédito; sin embargo, se consolidó una dinámica del aumento del delito, y la violencia en la sociedad ha tenido una dinámica propia. Uruguay confió en que si se restituía el sistema de bienestar las cosas serían como antes, sin embargo no ha sido tan sencillo”, dijo Bonomi.


Evolución del delito

El ministro clasificó los delitos en Uruguay: contra la propiedad (hurtos, rapiñas, copamientos, daños y abigeatos) y contra las personas (homicidios, lesiones, riñas y violencia doméstica); estas dos categorías contienen más del 90 % de los delitos.


Recordó que en la primera mitad de los noventa, los índices de criminalidad evolucionaron de forma estable, pero a partir de 1995 comenzó una tendencia al aumento. Este crecimiento aconteció en forma más marcada en el caso de los crímenes contra las personas. Estos crímenes aumentaron un 11 % entre 1990 y 1995 y un 60 % entre 1995-2000.


En el siglo XXI, estos mismos crímenes, se incrementaron 36 % en el período 2000-2005, y 13 % en el período 2005-2010. En el caso de los crímenes contra la propiedad, Bonomi puntualizó que hubo un incremento del 33 % para la primera mitad de la década del 90 y del 17 % en la segunda mitad. Según manifestó, el crecimiento importante de estos delitos ocurrió en el primer lustro del siglo XXI (2000-2005), cuando experimentaron un aumento del 74 % que, en términos absolutos, lo que implicó un salto de 83.349 a 144.989.


“No hay un correlato automático entre el descenso de los delitos y el mayor crecimiento de la economía. Este fenómeno se produce cuando una persona participa de actividades criminales durante la recesión económica, pierde vínculos relevantes con la actividad legal y formal de la economía, al tiempo que crece su capital humano criminal; es decir aprende a cometer crímenes, se especializa y perfecciona. A su vez, genera vínculos sociales y redes que luego determinan lealtades y fidelidades que son difíciles de quebrar”, sostuvo el ministro.


“Este proceso hace más complejo el retorno de estas personas al sector legal de la economía una vez que la crisis y la recesión terminaron. A esta dinámica le tenemos que agregar el componente territorial que homogeneiza social y culturalmente barrios de la periferia, reproduce una cultura de disputa de la legitimidad de la autoridad”, agregó.


Para concluir reflexionó: “Este es el motivo por el cual el descenso del delito no es automático con la evolución de la economía. La consolidación de una subcultura del delito genera fuerte identidad y lazos de lealtades, además de derribar un conjunto de valores de tolerancia, respeto a la vida y cultura del trabajo que luego no se recuperan a la par que la economía”.