Liga de baby La Teja-Capurro
Capacitación a formadores deportivos de 2.500 niños contra uso problemático de drogas
El programa "Por Deporte" capacita a dirigentes y técnicos que trabajan en la Liga La Teja- Capurro con niños de 5 a 13 años y jóvenes en edad de pasar del baby fútbol a las canchas “de 11”. El objetivo es prevenir el uso problemático de drogas.
El hombre paró de acomodar mesas y sillas delante del mostrador de lo que fue la cantina, ahora atiborrada de copas, pero no las habituales del tipo de reductos barriales, sino por trofeos obtenidos por niños jugando al fútbol, y salió a la calle; como cualquier otro: de remera negra, jean común, no “de onda”, y –según su confesión- “a fumar un poco”.
Entonces, comentó: “¿Ve esos trofeos? Ya no hay lugar donde ponerlos, hay muchos que los tenemos en caja. Así que un día dijimos: `Ya está, ¿para qué seguir juntando más, para después tenerlos sucuchados en los rincones’. Los verdaderos trofeos son los niños. Sus nombres. Ese que, de repente, ya muchacho, pasa por la vereda de enfrente y saluda: jugó acá, creció acá, se formó acá y no importa si hoy juega o no al fútbol; es un hombre útil”.
Hugo Rousserie es biólogo; pero también presidente del club Mauá, que está en la zona del Prado y de la liga de baby fútbol La Teja-Capurro. Y a las siete de la tarde no está acondicionando el lugar para un asado, ni siquiera una chorizada , es para la primera charla informativa que se les dará a técnicos y dirigentes de la liga anfitriona —y otras del resto de Montevideo— a cargo del Prof. Leonardo Palmer, coordinador del programa “Por Deporte”, que desarrolla la Secretaría Nacional de Drogas.
Un programa para formadores
El propósito es sensibilizar y capacitar en la prevención del uso problemático de drogas a cuerpos técnicos y referentes deportivos que trabajan con adolescentes y jóvenes que forman parte de las actividades de las divisionales formativas de clubes de fútbol y básquetbol; pero —por razones circunstanciales, y hasta de carácter familiar— Hugo Rousserie confiesa: “vi el librito y enseguida pensé: ‘Esto es lo que necesitamos para formar a la gente; porque yo siempre digo que si la educación le resulta cara, pruebe con la ignorancia y vamos a ver cómo le va. Así que decidimos hacer esta apuesta, entonces”.
El programa “Por Deporte”, según explicó Palmer, se apoya en una guía de diez láminas que reflejan situaciones hipotéticas en las que pueden verse vinculados los adolescentes, ya sea en el ámbito estrictamente deportivo, como la cancha, el gimnasio, el vestuario, o en su vida social, en fiestas, eventos, situaciones comunes.
El coordinador del programa precisó: “Es una herramienta para trabajar en la prevención del uso problemático de drogas, que se pretende proporcionar a quienes trabajan con adolescentes en el ámbito del deporte”.
Más que resultados deportivos
En este caso de la Liga La Teja-Capurro, el instrumento trasciende al ya de por sí populoso nivel del baby fútbol, porque los técnicos y dirigentes que empezaron a concurrir a los talleres que “Por Deporte” hará en la sede del Mauá, están trabajando no sólo con 2.000 niños de 5 a 13 años, sino también con otros 500 que juegan una liga adolescente.
Claro, profundo, el directivo enfatizó, incluso: “A lo largo del tiempo fuimos teniendo la percepción de que hay determinados aspectos en los cuales se debe ir logrando una mejor formación de los orientadores que trabajan con los chicos: menos técnica, menos estrategia y menos táctica, y más enseñanza sobre ese transcurrir de la niñez a la adolescencia, no ya como deportistas, sino para entrar en la adolescencia un poco más protegidos y capacitados para la toma de decisiones; porque la adolescencia duele, como dice la palabra, adolece. Entonces, a los chicos hay que prepararlos, darles una ayuda”.
En ese aspecto, Palmer potenció el valor del trabajo que empezó en la sede del Mauá y la Liga La Teja Capurro. Puntualizó que “se trata de una capacitación de todos los técnicos que trabajan en el baby fútbol, pero también los que lo hacen con esa edad del pasaje del fútbol infantil al de formativas en cancha de 11”.
A las ocho de la noche el “boliche” estaba lleno. Los parroquianos —técnicos, dirigentes de baby fútbol— escuchaban atentos, también hablaban y hasta brindaban: con conocimientos nuevos y hasta sensaciones que no han experimentado de costumbre. “Este es el cambio real”, señaló Palmer, sonriendo al pensar que la vieja cantina se transformó en un centro de capacitación para la prevención en el uso problemático de drogas.
En este caso, en la ex cantina de la sede del Mauá y la Liga La Teja-Capurro: un boliche como tantos, una mesa como —a diferencia de lo que reza la letra de un conocido tango— "no hay muchas; pero ojalá cundan".