Uruguay hace historia 
“La Celeste” de todos presente en la celebración del Bicentenario
Quiso la casualidad. El habitual calendario trienal al que se ajustan —sufren, gozan, viven; juegan, al fin y al cabo— los países sudamericanos para transitar el sendero de clasificación a los mundiales.

Se trató de sólo eso: una circunstancia; pero, sin que el resultado favorable logrado por la selección de fútbol de Uruguay en Paraguay pueda rozar siquiera los límites de una hazaña, fue histórico, y se registró un día después —casi como un apéndice— de celebrados los 200 años del nombramiento de José Gervasio Artigas como “Jefe de los Orientales”.
No en balde, ni en vano, fue elegida como fecha del nacimiento de una identidad nacional; y no en balde ni en vano, ese sello que a los ojos del mundo tiene el pueblo por su forma de jugar y sentir el fútbol, se manifestó en Asunción, lugar donde culminó su vida “el padre de la Patria”.
Histórico, por más que no hazaña: más allá de que pudo ganar y esa posibilidad se esfumó en el último instante, Uruguay empató con Paraguay por las Eliminatorias, algo que jamás ninguna representación celeste había conseguido antes.
Además, Diego Forlán anotó el gol con el cual Uruguay empezó ganando 1 a 0 y, de esa forma, a despecho de que los paraguayos igualaran en la última jugada, superó el récord de Héctor Scarone y se convirtió en el jugador más goleador de la historia con la selección: en 85 partidos jugados, llegó a 32 tantos.
Por si fuera poco, al cabo de la disputa de la segunda fecha de las Eliminatorias para el Mundial 2014, Uruguay está primero en la tabla de posiciones, algo que tampoco nunca había ocurrido antes.
Todo esto, en cambio, no es producto de la casualidad, sino de una causalidad quizá manifestada en el ámbito social a través del júbilo popular que se transformó en la escarapela distintiva más genuina de los festejos del Bicentenario: el 4º del fútbol mundial, según el ranking de la FIFA, elaborado por resultados que van más allá de los obtenidos en 2010 en Sudáfrica; el campeón de la Copa América, que Uruguay conquistó en mayor cantidad de ediciones que ningún otro país sudamericano; y el líder de las Eliminatorias, es el reflejo de una nación, y de una época de la vida de la misma, acaso.
“La Celeste”, hoy por hoy, es un equipo capaz, pero por sobre todas las cosas, solidario; fruto de una forma de ser, de la comunión del esfuerzo y el trabajo, abnegado y también organizado.
Uruguay 4º en el mundo y 1º en América, en materia de fútbol, es una expresión más de un país en el que se han realizado —y se están realizando— toda clase de esfuerzos, incluso gubernamentales en la medida de que se encuentren al alcance del Estado, de respaldo a procesos de formación no sólo de jugadores, sino también de hombres, de ciudadanos, como el que desde hace 5 años lleva adelante el maestro Óscar Washington Tabárez a nivel de todas las selecciones nacionales.
Con la aprobación de ley de promoción del deporte en el horizonte, el empate de Asunción, entonces, no es una hazaña; pero sí histórico, y para nada producto de las circunstancias, aunque éstas hayan querido que se registrara casi el día de la celebración del Bicentenario de la identidad de los orientales.