Experta internacional en cuidados paliativos elogió trabajo de Uruguay en niños y adolescentes
Uruguay lleva adelante un proceso de sensibilización sobre cuidados paliativos, en el entendido de que la persona con una patología que deriva en muerte inminente o pérdida de calidad de vida necesita de esa atención y no un “encarnizamiento terapéutico”, destacó Lisbeth Quesada. Esta especialista costarricense en la materia elogió el trabajo que realiza el Pereira Rossell y abogó por mejores servicios en el sector privado.

Los equipos especializados en cuidados paliativos en niños y adolescentes trabajan para mejorar la calidad de vida de personas con enfermedades que amenazan o limitan su vida, por ejemplo, el cáncer. El apoyo y cuidado se concreta desde el diagnóstico de la patología con asesoramiento psicológico, medicación y contención en el proceso o en caso de fallecimiento.
Eso que implica paliar el dolor puede realizarse en conjunto con tratamientos curativos, explicó Quesada, en referencia a una tarea para cuyo destaque y promoción se ha instaurado el Día Mundial de los Cuidados Paliativos, que se celebrará este jueves 18 a la hora 11:30 con un acto en la sede del Ministerio de Salud Pública, presidido por su titular, Jorge Basso.
En el caso de los niños, el abordaje es más nuevo. Se trabaja formalmente desde 1990, a partir de la puesta en funcionamiento de la Unidad de Cuidados Paliativos en Costa Rica, con un equipo interdisciplinario y dentro de un sistema de salud. Su referente, Quesada, explicó a la Secretaría de Comunicación Institucional que tiempo antes, pero de manera más informal, lo hizo Argentina.
La especialista entiende que desde los años 1990 el crecimiento es lento, sobre todo en lo que a niños se refiere, porque la muerte se asocia a personas mayores y porque el sistema de salud hace mucho para evitar el fallecimiento de los más pequeños.
“Se pierde la perspectiva de que el niño o niña también puede morir, hay un encarnizamiento terapéutico, se ofrece alta tecnología y se lo pierde desde una perspectiva de persona, pasa a ser un sujeto de los padres y del equipo médico”, señaló la experta.
En Uruguay, en la salud pública, la experiencia más consolidada es la de la Unidad de Cuidados Paliativos Pediátricos del Centro Hospitalario Pereira Rossell, que desde hace 10 años atiende a niños de todo Uruguay.
En Maldonado, se desarrolla una modalidad conjunta entre el servicio público y uno privado, que, a criterio de Quesada, no tiene precedentes. A su vez, son pocos los prestadores que ofrecen esta modalidad incluida en las obligatorias dispuestas por el Ministerio de Salud Pública.
Quesada destacó el trabajo que realiza en Uruguay Mercedes Bernadá, responsable de la unidad del Pereira Rossell, centro que lo considera un modelo a replicar. Aseguró que este país se ha sensibilizado en el tema, al entender que para quienes no pueden curarse es mucho más económica la alternativa paliativa que la hospitalaria con un encarnizamiento terapéutico.
A pesar de eso, la especialista costarricense recordó que Uruguay tiene un sistema mixto de atención de la salud (los centros de la Administración de los Servicios del Estado y los privados), en el que las mutualistas tienen una mirada más lucrativa.
“Si bien al Estado a veces le cuesta responder más rápido, las mutualistas van avanzando de a poco, pero aún no con equipo entero, perdiendo así la perspectiva de que como empresa es mucho más barato prevenir que curar”, dijo Quesada, quien entiende que sería oportuno que brindaran un buen servicio en esa área para atraer nuevos usuarios.
“El niño, lo que necesita, es estar rodeado de su familia, control del dolor y de síntomas, y eso implica cero costo de alojamiento, solo alcanza con que sea visitado por un equipo de cuidados paliativos”, indicó.
Esa situación es bastante diferente en países como Perú, Honduras y Nicaragua, que no tienen cuidados paliativos pediátricos, en tanto que Paraguay recién lo tiene ahora. En El Salvador y Guatemala se realizan esfuerzos aislados por parte de algunos médicos.
“Es fundamental tener una política formal, consistente de salud, una inversión en los habitantes, pero es más el trabajo de profesionales sensibles y educados que levantaron la bandera porque perciben que las personas no mueren con dignidad y con control del dolor”, apuntó.