Exposición “Exilios” conecta la experiencia de la diáspora uruguaya durante la dictadura
Hasta setiembre se puede visitar en el Centro Zelmar Michelini la muestra “Exilios”, propuesta como un aporte a la construcción del relato y la memoria sobre la historia reciente de Uruguay durante la dictadura. La iniciativa exhibe material sobre el destierro del senador, (cuyo nombre lleva el centro) asesinado por la represión en 1976 en Buenos Aires.

La exposición “Exilios” es la primera actividad del año del ciclo “Ellos en nosotros, 40 años”, explicó a la Secretaría de Comunicación Institucional la directora del centro e hija del homenajeado, Cecilia Michelini.
“Es una muestra que intenta tres cosas unidas entre sí: contar lo que fue el exilio de Zelmar Michelini desde el lado de lo cotidiano, abarcar ese período en general, acercando el tema de la manera más pedagógica posible, incluyendo su cara solidaria y el encuentro con otros uruguayos que miraban hacia el país desde afuera con su arista artística”, indicó.
En tercer lugar, la muestra cuenta con un sector en el cual se expone material sobre el “insilio” o el "exilio interior", donde se rescata información y datos de los uruguayos que resistieron persecuciones dentro del país. “Muchas veces no se tiene en cuenta que para ellos fue una experiencia muy dura”, agregó.
La iniciativa, inaugurada el martes en la sede del centro ubicado en Coronel Raíz, casi Bulevar Batlle y Ordoñez, pretende interactuar con la población, ya sea recibiendo material como ofreciendo información a escolares y liceales para que reflexionen sobre el significado del exilio.
Exilio e insilio
“Se define al 'exilio' como la expulsión de una persona de su país de pertenencia, así como a la vida que transcurre fuera de él. Mientras que en una época miles de ciudadanos uruguayos marcharon a otras tierras empujados por la dictadura, la inmensa mayoría siguió viviendo en un país dominado por la prepotencia criminal”, detallan los organizadores de la muestra.
Agregan, a modo de resumen histórico, que “esto ocurrió en los años 70, cuando a la emigración uruguaya por motivos económicos se le sumó el exilio político y miles de hombres y mujeres se vieron obligados a 'saltar afuera' (del latín exsilire“) para preservar su libertad, evitar la tortura y hasta salvar sus vidas”. “Para muchos, abandonar el país de nacimiento fue la única posibilidad de salir de la prisión”.
Solos, con pareja, hijos, cerca o lejos, huyeron con documentos propios o falsos, por sus propios medios o gracias al refugio en embajadas de países dispuestos a acogerlos.
Zelmar Michelini fue un habitante más de "ese país sin territorio, llamado exilio uruguayo”.
Lo vivió en Buenos Aires, donde ejerció el periodismo, fue protagonista en la ayuda a los compatriotas que lo necesitaban, colaboró en la obtención de documentos, refugio y salida de Argentina de numerosas personas en peligro, lideró las denuncias internacionales sobre la situación política en Uruguay y estuvo en diálogo permanente con políticos exiliados y residentes en su país con el fin de unirse para recuperar la libertad y la democracia.
Si bien la palabra “insilio” no se encuentra en los diccionarios, es utilizada para denominar a esa suerte de exilio dentro de fronteras, en el cual los ciudadanos se vieron forzados a cambiar sus estrategias de vida para sobrevivir en esa dura realidad que imponía la dictadura cívico-militar.
En los barrios, comercios, medios de transporte, en escuelas, liceos, en todas las expresiones del arte y hasta en el seno de las familias no era posible la franqueza. Por acuerdo o por temor, el régimen recibió adhesiones. La libertad de palabra, la crítica, el humor tenían tutores y hasta el “vestirse como quieras” no era posible.
Los estudiantes liceales de aquel tiempo padecieron la censura en los libros a los que podían acceder, en el corte de pelo, el largo de la pollera y la manifestación del amor. Los ciudadanos fueron clasificados en categorías A, B y C y por su manera de actuar y pensar los echaban del trabajo.
La rebeldía, el ingenio, el humor, los vínculos personales solidarios fueron algunos de los múltiples recursos que permitieron a tantos superar la adversidad, no perder la esperanza para empezar a golpear las cacerolas cuando fue preciso.
Estos emigrantes forzados a lo desconocido, entre los que había un importante porcentaje de jóvenes, llegaron a nuevas culturas y otras lenguas, afrontando distintas realidades, casi siempre difíciles. Lejos de su tierra, cada cual reorientó su vida. Hubo un exilio personal, variados exilios colectivos.
Para algunos, la añoranza, la extrañeza, la impotencia y el dolor resultaron barreras infranqueables, víctimas de la dictadura y aún en el exilio. Muchos otros sobrevivieron a los escollos y pudieron aprovechar las oportunidades para el crecimiento y el aprendizaje personal.