Mujica criticó acciones “moralmente delictivas” derivadas de prácticas consumistas
El Presidente aludió a patologías “graves” de la sociedad consumista. Insistió en el valor del amor y la amistad para el hombre, ser gregario por naturaleza. Criticó acciones “moralmente delictivas” que juegan con las frustraciones y el interior psicológico de las personas y alertó sobre una tendencia ludópata en la sociedad. “El cultivo de nuestra cabeza es lo más efectivo para elegir lo que nos conviene”, insistió.

En el mismo sentido de anteriores audiciones, el Presidente de la República, José Mujica, se refirió en Radio Uruguay al “peso subliminal” de la cultura del consumo en “nuestro interior psicológico”. Dijo que es un signo de nuestro tiempo, caracterizado por la masificación de la cultura consumista.
Recordó que existen consumos nobles, “absolutamente necesarios e imprescindibles” como puede ser la necesidad de casa y comida, y consideró que deberían ser generalizables a todos, en contraposición a lo que definió como “cultura consumista”, que es esa “atmósfera que nos rodea y nos empuja a que buena parte de la vida gire atrás de la idea de comprar infinitas cosas nuevas”. Dijo que “esto parece imprescindible para que exista una realidad de acumulación de ganancia, que es el verdadero motor de las economías contemporáneas, que por un lado empuja hacia adelante, pero por otro lado también tiene sus desgracias”.
Aclaró que no plantea que la gente no consuma, no gaste dinero o no emplee recursos económicos para mejorar su vida. Según indicó, el problema "es cuando sin darse cuenta se termina no viviendo la vida, sino esclavizándola y perdiendo de vista que existen bienes muy viejos que no cuestan pero son fundamentales”. También se refirió, en sentido contrario, al valor del amor, la amistad y el compañerismo.
“Los seres humanos somos gregarios, no podemos vivir aislados, no es posible vivir con felicidad sin cultivar las relaciones humanas y todo esto requiere tiempo para vivir. Si la vida se nos escapa en esa escalera interminable de cultivar medios económicos, pagar cuentas, y tratar de inventar cosas para tener más plata, pero para gastarla en consumo, entramos en una vorágine donde terminamos sacrificando los bienes que son fundamentales”, reflexionó.
Sostuvo que la cultura consumista no se sustenta en la maldad, “hay cosas más fuertes que en los hechos nos van formando, van trabajando nuestro interior psicológico”. Ejemplificó con la celebración del Día de la Madre, cuando los sentimientos "hay que expresarlos a través de un regalo, sino es visto como una frustración o una deuda moral". Afirmó que “hay cosas que son moralmente delictivas”. Relató las acciones de algunas agencias de viaje que esperan a niñas de 13 años en la puerta de centros educativos, les entregan algún obsequio y les preguntan dónde festejará sus 15 años, si en Miami o en Europa, y les ofrecen determinadas condiciones. “En el alma de una gurisa que empieza a hacerse ilusiones y tiene amigas que van a concretar esa ‘aventura’ y ella por la naturaleza y las dificultades no puede, deja una herida, una frustración”.
Dijo que está claro que los sectores más pospuestos tienden a admirar la forma de vida de los que pueden gastar más. “No alcanzar eso es una frustración. Todo esto tiende a generar conductas individualistas. En el egoísmo más personal de subir escalones, pierden de perspectiva lo gregario, que no se puede vivir sin comunidad", aseguró.
Ludopatía
Se refirió a algunos “derivados”, como por ejemplo la tendencia a la ludopatía, es decir la transformación de la afición al juego en una verdadera adicción. “El juego es en el fondo una momentánea evasión de la realidad. Siempre los hombres cultivaron esa afición a evadirse y eso no debe tomarse en el estricto sentido económico. El jugar a algo está en nosotros desde niños. A veces es una forma de adiestramiento. La afición natural al juego está desparramada y es evidente en animales superiores de jugar a algo, como actos preparativos para necesidades de futuro”. Explicó que uno se transforma en ludópata cuando no quiere salir de la evasión, rehuye la realidad y el sujeto en cuestión se ubica exclusivamente en la adicción que en este caso genera el juego. “Esa evasión nos rodea, está evidente en nuestra sociedad”, enfatizó.
Aseguró que existen tendencias de mercado de todo tipo. Entre ellas, mencionó una que, valoró, tiende a diseminarse en la sociedad y es transformar el vestíbulo de cualquier casa en un casino vía Internet, donde se puede jugar con una computadora permanentemente. “Buen ejemplo y tendencia de ganancia fácil y de distracción para la educación de nuestros jóvenes. Esto es una de las patologías que nos mete por todas partes esta sociedad consumista”, indicó.
El Presidente sostuvo que no hay otra “arma” más efectiva que “el cultivo de nuestra cabeza para generar la libertad de saber elegir lo que nos conviene y lo que no nos conviene”. De todas formas, recordó que no son temas que preocupen a los espacios publicitarios, a la educación en masa. “La criatura humana va saliendo del cascarón y se encuentra inerme frente a estas fuerzas que no se ven, pero que tienden a modelar nuestros hábitos de vida. He aquí las patologías graves de la sociedad consumista”, concluyó.