A pocas horas de arribar a Uruguay

Sirios se instalan en Hogar San José y comienzan a vivir una nueva etapa en sus vidas

Los uruguayos no tardaron en expresarles su beneplácito por recibirlos. Los refugiados sirios radicados desde este jueves en el país fueron recibidos con carteles y aplausos. Las primeras vivencias, tras instalarse en el Hogar San José, denotan alegría y tranquilidad. Los mayores, más tímidos, no dejaron de agradecer los gestos de solidaridad y amistad, mientras que los más pequeños, entre sonrisas, eligieron jugar.

Los niños sirios apenas llegaron al Hogar San José fueron atraídos por la cancha de fútbol
Tras arribar al aeropuerto internacional de Carrasco, las cinco familias sirias que se radicaron en Uruguay en calidad de refugiados fueron trasladados en ómnibus hasta el Hogar San José, de los católicos Hermanos Maristas, ubicad en Barros Blancos, donde permanecerán los primeros días hasta que puedan instalarse definitivamente en distintas localidades del país.

Durante todo el camino fueron custodiados por autoridades policiales para garantizar su normal desplazamiento.

Al llegar a las inmediaciones del predio donde se alojaron, centenares de vecinos acompañaron el recorrido con carteles de bienvenida, aplausos y gritos de buenos augurios.

“Bienvenidos hermanos sirios al Uruguay”, repetían los montevideanos al paso de los vehículos, mientras los sirios saludaban por las ventanas.

Los propios vecinos de la zona comentaban que seguramente en un par de días se los vería interactuando por el barrio tanto a los adultos como a los niños.

Una vez en la casa principal, dejaron sus pertenencias y fueron invitados a almorzar. Minutos después llegó al lugar el Presidente de la República, José Mujica, quien ingresó a la residencia acompañado del secretario de Derechos Humanos, Javier Miranda.

Una vez allí, el mandatario recorrió rápidamente las instalaciones y conversó por algunos minutos con las familias, con traductores de por medio.

Los adultos del grupo agradecieron en forma reiterada al Presidente y al pueblo uruguayo por el gesto de acogerlos.

Fueron varias las autoridades nacionales que se acercaron al lugar para expresar su apoyo y dar la bienvenida a los ciudadanos sirios, pese a que no mantuvieron contacto directo con ellos para preservar su tranquilidad y hacer más sencilla su instalación en el lugar.

Pocos minutos después de llegar, los niños comenzaron a dispersarse. Sus risas y corridas dominaron la escena.

Desde los más pequeños hasta los mayores recorrieron el predio. Algunos eligieron entretenerse con diversos juegos que le facilitaron en el lugar, o ellos mismos trajeron desde su país de origen. Otros se sentaron a compartir golosinas. Los más pequeños se retiraron a descansar tras el extenso viaje que realizaron desde Beirut hasta Montevideo, que insumió unas 30 horas.

Otros, los más habilidosos (incluyendo varias niñas), eligieron la canchita de fútbol y al mejor estilo uruguayo improvisaron un picadito. Parecían sentirse como en casa, y fueron cada vez más los que no tardaron en correr tras la pelota, incluso por momentos bajo lluvia.

Los presentes no salían de su asombro por lo rápido que se estaban adaptando.

La alegría era generalizada porque estas 42 personas que pisaron suelo uruguayos llenos de esperanzas y en busca de una nueva oportunidad, dejando atrás una guerra civil devastadora, ya estaban entre nosotros y parecían sentirse cómodos.

Como si fuera poco, al menos los más pequeños, a pocas horas de arribar a un país desconocido, en otro continente y con otra cultura, recuperaron la sonrisa.

Ahora empiezan una nueva etapa para todos ellos, que implica adaptación, radicación, empleo, educación, atención sanitaria. En paralelo, en unos meses llegará otro grupo de familias con las mismas ilusiones.

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