Discurso en Bicentenario de la Declaratoria de la Independencia
Desgrabación
"Muy buenos días. Estamos en un proceso muy interesante en estos cinco años. Recién recordaba con orgullo, con alegría, lo que fue la celebración de los 200 años de la Batalla de Las Piedras, cuando me tocó estar en Canelones, y la presencia de los presidentes del Uruguay.
Y recuerdo cuánto comentario generó no solo acá, sino en el mundo. Así que agradezco, en particular, la presencia de los presidentes Lacalle y Sanguinetti; la vicepresidenta, Carolina Cosse, diputados, senadores, autoridades militares, policiales, Suprema Corte de Justicia, Fiscalía, fiscal de Corte. Son momentos de encuentro. Tenemos 5 años de celebración, entre el 25 y el 30, de esta cifra redonda de los 200 años, que nosotros pretendemos, y así lo estamos logrando, que sea en todo el país y que genere una festividad en todo el país, como lo empezamos a hacer allá en la Agraciada el 19 de abril.
Son procesos donde sí o sí involucran al territorio y esta, señor intendente, es una fiesta de Florida, a pesar o además de ser una ceremonia de alcance nacional como en mi Sauce o en Las Piedras o en la Agraciada. La localidad que recibe y que se siente anfitriona de este tipo de conmemoraciones se merece el reconocimiento y merecemos todos los uruguayos, en cada rinconcito donde pasaron los patriotas, recién el intendente mencionaba todos los delegados que concurrieron a la asamblea, y así podemos repasar en cada uno de los hechos la presencia de los orientales de cada uno de los rincones.
Por supuesto que hay que referirse a los hechos, y esta conmemoración del 25 de agosto tiene esos dos componentes que, en principio, ilustran o muestran una aparente contradicción, si fue independencia o si fue unión, y eso ha generado un debate permanente, y está bien que así sea, y ha generado una revisión permanente de lo que fueron esos hechos.
Y cuando me tocó trabajar en la educación, las preguntas salían de los propios alumnos, pero entendámonos bien de qué estamos hablando. Y no es independencia o unión, sino que la clave estaba en que era independencia y unión. Y eso tenía que ver con una coyuntura particular que es necesario revisar, pero explicar.
De 1825 a 1830, pasaron cosas. Y, si uno analiza, en un período tan corto de tiempo, si uno analiza lo que ocurrió en el año 25 y analiza lo que fue la derivación en el año 30, evidentemente, tenemos que explicar, y mucho, qué cosas pasaron, y tenemos que ser capaces de trasladar la complejidad y cómo los procesos no son lineales. No es todo que se decreta la independencia, se lucha y después se consigue.
No, es mucho más complejo. Por aquello de que “mi pueblo no es argentino ni paraguayo ni austral, se llama Pueblo Oriental, por razón de su destino”, y ese destino estaba marcado en toda esa peripecia tan compleja y tan difícil, por ejemplo, si tenemos en cuenta la cantidad de imperios que pusieron los pies acá, sobre el territorio oriental: españoles, ingleses, portugueses, brasileños y, después, la intervención francesa o inglesa, en otros momentos complejos de nuestra patria.
No fue un trámite, sin duda, declarar la independencia o convocar a esta asamblea en ese acto de gobierno, porque fue un acto de gobierno, implicaba una serie de riesgos, porque la declaración de independencia, si uno la analiza bien, era una declaración de guerra. Y era plantar pie nada menos que ante un imperio gigantesco, con mucho poder.
Por lo tanto, ese tipo de decisiones necesitaba mucha astucia y ahí hay una herramienta fundamental, esa inteligencia necesaria. Recordemos: la derrota o la última batalla antes de la partida de Artigas fue en el año 20, y esto fue en el año 25, un período muy corto, pero también recordemos que en el año 23 hubo un intento que no dio resultado de los caballeros orientales.
Ahí hubo un problema de recursos, por supuesto, y un problema de acuerdos, por lo tanto, se necesitaba mucha astucia, mucha inteligencia porque, a partir de ese momento, empezaba algo complicado, que era derrotar al invasor. Y para derrotar al invasor había que tener la fuerza suficiente.
Por lo tanto, además de esa astucia, esa inteligencia, era necesario el coraje como para ponerse firme, porque las batallas que después iban a venir, ustedes lo saben bien, no fueron batallas menores, sino que fueron de las más grandes que se dieron en nuestro territorio. Astucia, coraje, pero, evidentemente, había algo ahí atrás que estaba haciendo ruido y que tenía que ver con un sentido de pertenencia a una entidad distinta al resto de la región.
Si bien, es cierto, la unión a las provincias era clave por esta cuestión más que nada estratégica, siempre les quedó claro que era una provincia distinta, que éramos diferentes y por supuesto que ahí podemos pescar en lo que fue toda esa peripecia, esa trayectoria del Artiguismo, ¡pero lo que después tuvieron que sufrir aquí quienes fueron dominados!, porque esto fue tierra arrasada, sin duda.
Así que tenemos 5 años de conmemoraciones, por supuesto, de festejos, de relatos, de homenajes, año 25, 26, 27, 28, el 28 con los hechos fundamentales, pero después el 30.
Pero yo digo también, y considero, que es una muy buena oportunidad cada uno de estos homenajes y conmemoraciones de estos próximos 5 años para volver a mirar el territorio y su gente, para poder volver a mirar lo que somos, para volver a mirarnos a nosotros mismos. Y ahí la pregunta o el dilema o lo que tenemos que resolver es cuál es la oportunidad que una y otra vez tenemos como nación.
Y esta pregunta no es de ahora, es una pregunta recurrente. Nace el Estado Oriental del Uruguay y a los pocos años esta pregunta estuvo: si era posible que esta nación se constituyera en un estado y si era posible aguantarlo y si era posible sostenerlo.
Y ahí apareció la Guerra Grande, con intervenciones notorias entre aquello de federales, unitarios, por potencias extranjeras. Ahí estaba en duda o estaba en cuestión nuestra existencia como estado y el poder de nuestra nación. Por supuesto, pasan los años, el Estado se moderniza, pero en el siglo XX también, por allá por las guerras mundiales.
Ahí había un dilema de hacia dónde nos inclinábamos, si teníamos que inclinarnos o podíamos mantenernos con nuestra visión histórica de estado soberano que no se metía en asuntos de otros. O, por ejemplo, también ese dilema que apareció cuando apareció la Guerra Fría. Y el mundo te empujaba hacia un lado o hacia el otro y si había posibilidades de zafar o de estar ausentes de ese debate o, sin ser tan dramático, nuestro destino como nación también se vincula y se fortalece, y debe fortalecerse, en estos intentos de acuerdo, de integración. Y ahí está el Mercosur (Mercado Común del Sur), donde una y otra vez nos tenemos que plantear qué hacemos ahí, cómo podemos hacernos fuertes en esta unión regional.
Y con estas preguntas, con esta revisión permanente que nos hace tanto bien, evidentemente, aparecen oportunidades y desafíos.
Y el primero, ya lo dijo mi amigo Carlos, el desafío demográfico y nuestra deuda en la protección de la niñez y la adolescencia, dada nuestra estructura demográfica y, cómo también tenemos una deuda en un país donde la edad… como se dice siempre, en un país tan envejecido, cómo cuidamos mejor a nuestros viejos.
Un segundo desafío es aquello del crecimiento y el desarrollo, que también el intendente lo esbozó, y ahí no estoy hablando solo del PBI (producto bruto interno), si aumenta el PBI, cuánto aumenta, estoy hablando de algo más complejo y más rico, que es el desarrollo en su real dimensión, desarrollo económico.
Un desarrollo social que nos haga o que nos permita seguir instalados en el mundo con un país adelantado en los temas sociales, pero, y permítame, señor intendente, tomar su palabra, también un desarrollo territorial equilibrado. Aquel territorio o este territorio que en algunas plumas o algunos escritores se hablaba de la Provincia Oriental, pradera, frontera y puerto, hoy es bastante más rico. Y ahí tenemos, sí, sí, una pradera bastante más compleja y con mayor variedad de actividades, pero también una costa que se extiende más allá del puerto y un litoral que es diferente a la frontera seca con el Brasil.
Ese desarrollo nacional tiene que tener clave territorial o no será o seguirá siendo la historia de siempre de los países dependientes escorados hacia el puerto o hacia alguna de las regiones o aquella famosa “L” del crecimiento nacional. Debemos lograr un desarrollo equilibrado, y es un compromiso que tenemos entre todos, y saludo la presencia de los intendentes que aquí están.
Un tercer desafío, una tercera oportunidad, fortaleza, nuestra convivencia, fortalecer la seguridad, luchar todos los días por encontrarle la salida a la disminución de la violencia que nuestra sociedad late, y no estoy hablando solo del crimen, estoy hablando también de la violencia puertas adentro, estoy hablando también de la violencia que ocurre en nuestros jóvenes, en el deporte o donde ustedes quieran verlo.
Debemos también posicionarnos, y este es un cuarto desafío, como país en un mundo tan cambiante, en una geopolítica tan complicada, tan incierta, en un mundo donde parece cerrarse, en un mundo donde la ecuación no es tan simple y la lucha entre países poderosos nos empujan o nos invitan a optar por uno u otro, y acá tenemos que ser claros de mantenernos firmes como país que, en primer lugar, siempre se definió por la paz y como un país donde nos gusta que las controversias se resuelvan dialogando y los acuerdos tengan éxito.
Queremos posicionarnos como país promotor del multilateralismo, donde los acuerdos y donde los organismos que tienen que velar por la paz mundial se fortalezcan, y no como ahora, que, evidentemente, se observa un retroceso en un mundo donde la guerra volvió y los muertos se cuentan por miles, hasta por millones.
Por supuesto que debemos también ser un país y mantenernos como país donde la autodeterminación de los pueblos es clave, más allá, incluso, de lo que pensemos de los distintos gobiernos, por supuesto que somos defensores de la democracia, por supuesto que somos contrarios al autoritarismo, pero también somos claros, seguimos la línea que desde el año 48 se establece desde las Naciones Unidas de la autodeterminación.
Por supuesto, otro compromiso es valorar y fortalecer la democracia todos los días. Y, para eso, tenemos tareas. La primera, por supuesto, en una democracia, es promover la tolerancia. Sin dudas, a veces nuestro umbral de tolerancia baja un poco y eso dificulta mucho el que podamos escucharnos.
A nosotros, quienes tenemos las tareas que tenemos, y desde la política debemos promover con el ejemplo el respeto y la consideración por el que piensa distinto: No es gritando más fuerte, no es tratando o no es hablando de la persona, sino defendiendo ideas con contundencia, con convicción.
Pero debemos abandonar esa tentación de carácter mundial de caer en calificar a las personas o el exceso de adjetivos, o tan simple como el no querer escuchar lo que me quieren decir los otros. Un tercer elemento, una tercera tarea en este desafío por la democracia, es tener empatía por los que más sufren. No bajar jamás la guardia en eso.
Por supuesto, no se decreta. Es algo que a partir del conocimiento se puede fortalecer, sin dudas, pero hay mucha gente que tiene carencias materiales, no precisa que se lo explique, hay dificultades de acceso a los servicios. Y el tema de salud mental, por ejemplo, está una y otra vez sobre la mesa, y ahí, todos los días o casi todos los días, tenemos noticias que parecen de libro, que parecen de novela, y, evidentemente, como estado, nos está faltando bastante.
Eso implica, por supuesto, políticas correctas, eso implica recursos, pero, fundamentalmente, no perder jamás y fortalecer esa empatía que, necesariamente, tenemos que tener por aquellos que más nos necesitan. Por los que no ven futuro, por los jóvenes que no tienen un futuro y a los que cualquier oportunidad de inmediatez, quizás, les seduzca, por aquellos que te dicen: “¿Para qué?, si mi vida ha sido siempre una carrera en el cortoplacismo”. O también esa empatía que debemos tener por aquellos que se sienten solos y solas, fundamentalmente nuestros viejos, y que tantas veces no nos damos cuenta o muchas veces no nos damos cuenta.
Por todo esto, por aquello de que tenemos que poder mirarnos estos cinco años y vernos y, a su vez, proyectarnos en el futuro. Las herramientas siguen siendo muy parecidas a aquellas que utilizaron los patriotas del 25.
Por supuesto, mucha astucia, mucha inteligencia, por supuesto, mucho coraje y, por supuesto, y que así sea, mucho sentido de pertenencia, y eso nos hace una y otra vez decir: “Que viva la patria, que viva la República Oriental del Uruguay”. Muchas gracias."