Discurso en IX Cumbre de Celac
Desgrabación
"Señora presidenta de la República de Honduras y presidenta pro tempore de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), excelentísima Xiomara Castro; señoras y señores, jefes de Estado y de Gobierno, señoras y señores cancilleres, amigas y amigos todos.
Es un honor estar en Honduras para participar de esta novena Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, y felicito a la señora presidenta y a todo su equipo por la destacada e incansable labor realizada en el ejercicio de la presidencia pro tempore de la Celac. Estamos aquí, convencidos de que este espacio de diálogo, concertación, cooperación y, en definitiva, de integración, es absolutamente necesario.
Lo fue cuando quienes nos precedieron se reunieron en la Riviera Maya, hace 15 años, para lanzarlo, y lo es más aún ahora, en el medio de un escenario internacional caracterizado por fuertes tensiones geopolíticas, en épocas donde asistimos a un aumento de los conflictos internacionales, a la erosión del multilateralismo y a un desconocimiento creciente de los principios fundamentales del derecho internacional que enmarcaron las relaciones internacionales en los pasados 80 años, como la igualdad soberana de los estados, la solución pacífica de las controversias, el respeto a la integridad territorial y la no intervención en los asuntos internos de los estados.
Por ello, creemos que es un momento propicio para reivindicar los motivos y los principios desde el momento fundacional de la Celac, en la que, respetando las nociones de solidaridad, flexibilidad, pluralidad y diversidad, nos comprometimos a realizar esfuerzos para avanzar en la integración política, económica, social y cultural de nuestra América Latina y caribeña, así como en el bienestar social, el crecimiento económico y el desarrollo sostenible de nuestros pueblos sobre la base de la democracia, la equidad y la más amplia justicia social.
Es esta mi primera salida al exterior como presidente. Visité a los hermanos panameños y pude ver ahí lo vivo que está el pensamiento de Torrijos y cuánto nos contagia. Y hoy estoy aquí. Es emblemático estar aquí junto a ustedes.
Reivindicamos hoy el compromiso con la democracia y los derechos humanos que asumimos colectivamente hace 15 años, cuando decidimos crear la Celac, porque lo que queremos para nosotros lo deseamos para todos nuestros hermanos y hermanas de América Latina y el Caribe.
La democracia no es solo un acto eleccionario. Es un camino que se construye día a día, un proceso colectivo que también se mide en su capacidad de garantizar mejores derechos, de generar mayor igualdad, de propiciar una mejor convivencia. La democracia adquiere sentido y perdura en el tiempo si es capaz de asegurar a su gente condiciones esenciales de trabajo, de alimentación, de salud, de seguridad, de recreación y de cultura.
Y, en este sentido, destacamos la importancia de avanzar en la implementación del Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Celac 2030, Plan SAN Celac 2030, que aprobamos por aclamación en el 2024, el cual contribuirá significativamente en la lucha por la erradicación del hambre y la mejora en la nutrición de nuestra región, en nuestra estrecha vinculación con la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, lanzado en el último G20 que presidió el presidente Lula.
El Plan SAN Celac es la demostración cabal de que los 33 países de América Latina y el Caribe nos podemos poner de acuerdo en temas fundamentales para nuestras poblaciones. La construcción de mayores espacios de libertad es condición intrínseca de la democracia y una condición esencial en nuestra visión del ser humano. La libertad individual en la que creemos se basa en la convivencia e igualdad de oportunidades en los aspectos esenciales de la vida.
La noción de libertad que defendemos va de la mano con nuestro compromiso colectivo de hacerlo sobre la base de la equidad y la más amplia justicia social, fomentando el fortalecimiento del Estado de derecho como pilar fundamental para asegurar el goce pleno y permanente de los derechos humanos y libertades fundamentales. Señora presidenta, Uruguay quiere sumar esfuerzos para contribuir con la estabilidad y la paz en un mundo cada vez más complejo y cambiante, en particular, en nuestra región, donde el entramado de lazos y vínculos nos resulta esencial para nuestro desarrollo como estado y como nación.
Por ello, nos parece oportuno recordar la proclamación de América Latina y el Caribe como zona de paz que acordamos en la Cumbre de 2014, en la que enfatizamos nuestro compromiso permanente con la solución pacífica de las controversias, a fin de desterrar para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza en nuestra región, así como el compromiso de los pueblos de América Latina y el Caribe de fomentar las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras naciones, independientemente de la diferencia existente en sus sistemas políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo, de practicar la tolerancia y convivir en paz como buenos vecinos.
Uruguay retoma su participación en este espacio con el espíritu constructivo e integracionista que lo caracterizó históricamente, con ganas de sumar y tender puentes.
Señora presidenta, como le decíamos anteriormente, asistimos a un peligroso debilitamiento del sistema internacional basado en reglas, procesos que debemos contrarrestar instando a respetar el derecho internacional de manera consistente, incluyendo el derecho internacional humanitario en situaciones de conflicto armado y el manejo adecuado del escenario humanitario.
En nuestra región, este llamado a respetar el derecho internacional nos lleva a reafirmar dos reivindicaciones históricas vinculadas a la defensa de la soberanía y al derecho de todos a vivir libres de amenazas, agresiones y medidas coercitivas unilaterales, como ya se dijo acá, con respecto al bloqueo a Cuba o con respecto al derecho de la Argentina sobre las islas Malvinas.
Expresamos nuestro respaldo y solidaridad con la República de Haití y nos comprometemos a apoyarla, en la medida de nuestras posibilidades y en el marco de los organismos internacionales y regionales, para que se recupere la estabilidad, la paz y el camino al desarrollo. Señora presidenta, debemos seguir trabajando para que cada habitante de esta región pueda vivir dignamente, en paz, y que sus derechos civiles, políticos, económicos y sociales y culturales sean respetados.
Esta comunidad de países debería avanzar en generar coincidencias positivas en temas vitales como la salud, la innovación, el desarrollo tecnológico, entre otros. Queremos que este esfuerzo también signifique paz al interior de nuestras sociedades, y, en América Latina, tenemos desafíos enormes en este sentido, empezando con el fuerte aumento de la inseguridad ciudadana y la violencia que vive la mayoría de nuestros países y que responde a diversas causas estructurales, como la falta de oportunidades, así como el incremento de la presencia del crimen organizado y el narcotráfico, el cual profundiza otros problemas, como los desplazamientos forzados, la trata de personas, la explotación y el abuso sexual.
Es un problema que, en mayor o menor medida, nos afecta a todos y que no solo trasciende las fronteras individuales de nuestros países, sino que se alimenta de ese carácter transnacional. Por eso, no podemos enfrentarlo de otra forma que no sea fomentando nuestra cooperación, a través de un enfoque multidimensional que aborde las causas estructurales del problema. ¡Hagámoslo! Fortalezcamos nuestra cooperación para llevar la paz y el desarrollo a nuestras sociedades y propongámonos que no quede atrás. Aquí hay 12 presidentes, vicepresidentes o primeros ministros. Aquí hay 16 ministros o vicecancilleres. Esto es toda una señal que debemos alimentar. Muchas gracias."