Discurso en seminario Hacia un Ministerio de Justicia y Derechos Humanos en Uruguay
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"Vivimos un momento donde lo obvio quizás no sea tan obvio. Entonces, yo, en más de una intervención en distintos ámbitos, a veces, pido disculpas. Sé que esto es obvio. Lo que pasa es que navego desde el conocimiento de quienes están al frente de distintas áreas y me comentan cómo funcionan las cosas y, a veces, me traslado a ese mundo intrincado, complejo, que es la opinión pública y cómo se mueve, incluso, hasta la propia política. Entonces, para muchos de ustedes, algunas de las cosas que aquí se están planteando son obvias.
En campaña electoral y sin campaña electoral, uno de los temas centrales es el tema de la seguridad, acá y en todo Occidente, por lo menos. Y, en algunas intervenciones, yo decía: “Bueno, acá es un problema de seguridad y justicia”. Y era bien recibido el mensaje. Seguridad y acceso a la justicia. Eso que es tan obvio, de repente, en el auditorio, no estaba tan claro, y, entonces, ahí generaba o tiraba la idea de: “Bueno, empecemos a pensar cómo funciona nuestra justicia”.
Y creo que, fruto de ese bombardeo permanente de que la seguridad pasa por un solo camino, y es eso lo único que tenemos que analizar, permanentemente genera esa perspectiva un poco cerrada de que los problemas que nuestra población tiene pasan solo por el tema de cómo resuelve de manera inmediata los temas de seguridad.
Dicho de otra forma, a lo largo de los años, este aspecto es un tema del Ministerio del Interior y la Policía. Es obvio que no es así. Es obvio que el acceso a la justicia es una condición fundamental. Es obvio que una justicia que funcione bien resuelve bastante mejor nuestros temas de convivencia.
Porque también es cierto que, a veces, por no hablar de los temas de seguridad, hablamos solo de convivencia y, a veces, por hablar de seguridad, dejamos de lado la convivencia. Estamos hablando de lo mismo, no hay que verlo como cosas diferentes.
Entonces, en campaña, en los discursos, en los planteos, decir que realizamos una justicia que funcione bien y que la gente tenga acceso a la justicia es bien recibido por la gente, no está mal.
Pero me llama la atención, a veces o gran parte de las veces, como eso no está en el radar y te preguntan: “¿De qué estamos hablando?”. Entonces, ahí empezamos a hablar de algunas cosas y de la necesidad de crear un Ministerio de Justicia, a tal punto que los partidos políticos, por lo menos los mayoritarios de este país, en sus programas pusieron, pusimos todos: “Bueno, sí, hay que caminar hacia eso”.
En el fondo, también hay que tener en cuenta que lo que recién se decía de democracia y desarrollo, como parte de o como las dos caras de la moneda, yo creo que no en todos los lados es igual.
Yo, en conversaciones, no solo con gente poco instruida, ¡no!, ¡no!, con gente que en tal país te habla, te van a las antípodas, por allá, por algunos lugares del planeta donde hay un nivel de desarrollo brutal. “¿Viste cómo resuelven los temas de seguridad, ¿no? Es facilísimo ahí, si hacés esto, te pasa esto. Ah, ¡qué bárbaro!”.
Sería, es obvio, que nosotros tenemos otra cabeza, y el tema de derechos humanos cuenta. También pasa en la región, algunos ejemplos exitosos, incluso la percepción de la democracia en esos lugares exitosos donde los derechos humanos, evidentemente, hay vientos complejos que complejizan la discusión. Además, vivimos en un país conservador, somos conservadores, para quienes vienen, sepan que es un país bárbaro, pero somos bastante conservadores.
Si hacemos alguna transformación, que no se note mucho. Entonces, hemos modificado muchas cosas, capaz que no nos damos cuenta a lo largo del proceso y, además, hay mala fama o tiene mala prensa el concepto Ministerio de Justicia en Uruguay, por la experiencia de la dictadura. Entonces, hemos ido avanzando, hemos ido transformando algunas cosas, pero que no se note mucho, porque siempre lo hicimos de una forma. Yo creo que lo último fue el código, la reforma del código, que tuvo una aprobación en el Parlamento casi unánime y, sin embargo, después todos dijeron o salieron a decir… por eso de nuestro conservadurismo.
Entonces, estamos en una disyuntiva donde, desde el punto de vista político, y, ahí me paro, habría como una especie de acuerdo de que hay que caminar hacia la creación de este espacio, de esta nueva institución, saltando o resolviendo de buena manera el tema de la mala fama o explicando que, en realidad —yo no sé si hay que explicar, disculpen de nuevo— incursionar en lo obvio, no está en tela de juicio, no puede estarlo jamás, la separación de poderes. No puede estar en tela de juicio lo que le compete a uno y lo que le compete a otro. Ahora, está bueno que tengamos espacios y tiempos como para empezar a reflexionar, y llegaremos hasta donde lleguemos. Yo creo que las cosas, si son muy forzadas, pueden caer en un escenario inconveniente.
Yo creo que, en este país, a lo largo de la historia, se han hiperdimensionado los roles, las funciones del Ministerio del Interior. Disculpe, señor ministro, pero es demasiado.
Y cuando hay que resolver algo, porque sería hasta un abuso, por el Ministerio del Interior, lo llevamos todo para Presidencia. Entonces, tenemos un montón de cosas en Presidencia, que está bien, de otro tanto el Ministerio del Interior se hace cargo y se hace cargo y se hace cargo, y de otro, no está claro para la población en general, pero lo tiene el Ministerio de Educación y Cultura.
Ahora, le preguntás a un ministro, le solicitás a un ministro que le ponga cabeza a eso. El Ministerio de Educación y Cultura. ¡Están en otra! Porque fueron nombrados para otra cosa, a pesar de lo que institucionalmente corresponda.
Entonces, todos somos conscientes de que hemos ido creando instituciones, hemos ido modificando y, para no hacer mucho ruido, lo ponemos, hacemos que Presidencia se haga cargo de un montón, y el Ministerio del Interior, ya que está, como si no tuviera nada para hacer.
Entonces, yo estoy convencido de que este es el camino correcto y, después de lo que escucho de quienes vienen de afuera y nos ven, digo: “Por supuesto que es por acá”. Ahora bien, se puede enviar un proyecto y sale, se levantan las manos, se consigue la mayoría o no se la consigue. Y está, y se crea.
En un tema como este, no me parece correcto. Quiero decir que, en clave política, acá se precisa un consenso mínimo. Fue un buen punto de arranque —de nuevo, vuelvo a incursionar en lo obvio—, fue un buen punto de arranque la existencia en los programas partidarios de la intención o la puntería de.
Entonces, celebro estas instancias de poner el tema sobre la mesa y escuchar experiencias de otros países. Celebro que agarremos el tema y hablemos claramente. A ver, hay cosas que no nos gusta hablar, ¡pero esto hay que hablarlo!
¿Precisa que expliquemos que nuestras cárceles están llenas de jóvenes adictos y pobres?, ¿precisa que expliquemos las dificultades que tienen los defensores de oficio o las personas que tienen que acceder a Defensoría de Oficio?, ¿precisa que expliquemos al Poder Judicial lo que son algunas instalaciones del interior del país, que vos decís: “¿Cómo trabaja la gente acá?”. Y te lo cuentan los funcionarios: ¡“No sabés lo que es esto!”.
Ahora, podemos hacer como que no vemos, siempre funciona así y somos democráticamente ejemplares.
Y es problema de otro, siempre, hasta que te toca. Entonces, no nos gusta mucho reconocer que tenemos dificultades, a pesar de ser el ejemplo regional y todo lo que quieran.
Nos gusta, a veces, decir que eso nunca nos va a pasar. Somos así los uruguayos también. Y después nos pasa. Nosotros somos de América Latina, pero estamos mirando para Europa. ¡No!, ¡no! El narcotráfico, el crimen organizado, el problema de los colombianos.
Nos llega y nos cuesta un tiempo entender que está acá el problema. Y eso, que es un tema macro y que es latinoamericano, mundial, se vincula con lo micro de manera dramática.
Entonces, lo primero es reconocer que tenemos problemas, que tenemos dificultades, que hay gente que hace su trabajo en condiciones muy complicadas. Hablé recién del Poder Judicial. También podemos hablar de alguna Fiscalía, podemos hablar, ni hablar del INR (Instituto Nacional de Rehabilitación) y ni hablar de la ciudadanía que siente, cuando le toca, repito, que la justicia no es un tema, que no le llega.
Repito. A esta República Oriental del Uruguay ejemplar no le es fácil identificar esos temas porque, sin dudas, tenemos virtudes, sí, y está bueno destacarlas, pero que el conservadurismo que tenemos no nos impida pensar con cabeza de audacia y que el empujón de los programas de los partidos políticos nos anime a hablar de las cosas por su nombre y decirlas.
Que no nos contamine el oportunismo de aquello de cuánto y cómo pega en la opinión pública. Por lo tanto, la exhortación es a todos ustedes y a nosotros. También acá hay un tema de educación y de cultura. ¿Qué es derechos humanos? ¿Qué es acceso? ¿Qué es acceder a la justicia?
Que no nos pase que para entender eso te tiene que ocurrir algo y que, en la medida en que nosotros podamos transmitir, y ustedes son fundamentales en esto de que es un tema de todos y que todos somos parte de eso y que nos afecta, creo que va a ser más fácil que nosotros, desde el ámbito político, nuestros actores partidarios, entiendan que es bueno tirarse al agua, sabiendo que vamos todos en la misma dirección.
En el fondo, ¿para qué sirve todo esto si no es para la gente que vive, respira, trabaja y sufre todos los días? Ese es el destinatario de esto.
Y he tenido la oportunidad de hablar con distintos actores de los distintos poderes del Estado y distintas ramas de la actividad, y hay situaciones dolorosísimas. Que no pueda, nuestro conservadurismo, volvernos insensibles.
Entonces, también esto es una cuestión de sensibilidad y de poner en valor eso que es seguridad, convivencia, democracia, justicia.
Y tenemos que ser agradecidos también de todos aquellos y todas aquellas que día a día trabajan para que el Uruguay respire justicia y que le pongan el cariño que le ponen, porque, solamente viendo las condiciones en las que muchos de ustedes trabajan y muchos de los compatriotas que están ahí, en el territorio, trabajando, son capaces de transmitir. Así que ¡muchas gracias!
Estoy convencido de que es el camino correcto, pero, como dije, también, en el marco de un consenso político que después no lo tranque, porque eso sería lamentable y muy doloroso, porque después nos va a ser muy difícil volver sobre eso. ¡Gracias!"