Discurso en seminario El Narco nos Jaquea

Desgrabación

Palabras del presidente de la República, Yamandú Orsi, durante el seminario “El narco nos jaquea. Una espada de Damocles sobre las democracias”, el 4 de agosto de 2025, en Montevideo.

"Hace unos cincuenta años, más de cincuenta años, que todo Occidente lanzó lo que hoy se conoce como guerra a las drogas. Puede ser interesante tomar esta referencia temporal no para debatir si la guerra se perdió o se ganó y sumirnos así en una nueva diferencia y una nueva excusa para la confrontación, sino porque medio siglo es un tiempo prudencial para que el país pueda mirar hacia atrás y ver lo que ocurrió en ese lapso, donde pasaron por el gobierno no solo los principales partidos políticos, sino también doce años de dictadura.

Los desafíos hacia adelante son enormes, porque nadie parece tener la fórmula mágica y, si hacia adelante nos esperan enormes desafíos, habrá quien pueda preguntarse para qué, entonces, perder el tiempo mirando para atrás, mirando lo que se hizo. En realidad, nos parece que mirar hacia atrás es necesario para asumir nuestros fracasos, pero también, ¿por qué no?, nuestros éxitos y, con ellos, la fortaleza que, por suerte, aún tenemos y que no deberíamos perder.

Mirar hacia atrás nos permite enorgullecernos de nunca haber cometido el error de encarcelar a los adictos y haberlos tratado legalmente como tal y no como delincuentes, algo que hay naciones que aún hoy no han asumido y otras que lo asumieron un poco tarde, cuando sus sistemas penales y carcelarios se llenaron de inocentes.

Mirar hacia atrás nos permite ver que la trayectoria de solidez institucional que el país ha exhibido en muchas décadas nos da aún hoy las armas de ser un país donde los niveles de corrupción parecen estar lejanos a los de otros países. Será aún un país cuya justicia y otras instituciones que hacen a la República no hayan visto entorpecida su labor o no hayan visto apartarse del camino correcto por la influencia del crimen organizado, por ejemplo.

Estas fortalezas son una construcción colectiva de todo un sistema político y la sociedad a la que representan y, como tal, hay que tratar de preservarlas. Pero mirar para atrás también nos permite ver cómo esa misma sociedad y ese mismo sistema político que construyó estas fortalezas no pudo evitar, porque nadie pudo hasta ahora, que el narcotráfico se insertara muy profundamente en el país.

Un país que, como dicen los analistas en estos temas, pasó de ser un país de tránsito de la droga hacia otros mercados a ser un país de acopio. Y, con el acopio, empezaron a aparecer las armas de guerra en manos de muchachos cada vez más jóvenes. Y de la mano de esto, el país vio en 30 años cómo su población carcelaria se multiplicaba, creo que por ocho, población carcelaria integrada también por gente cada vez más joven, joven y pobre y adictos.

Y nos convertimos en uno de los países cuyo consumo de cocaína per cápita nos pone entre los más altos del mundo. Y los que consumen, a diferencia de la mayoría de los pequeños traficantes, no son necesariamente pobres. Y por eso, las naciones más ricas son las que más drogas consumen. Esta dicotomía es un ejemplo más entre cientos sobre la complejidad de este fenómeno.

Tanto la pobreza como la riqueza pueden ser terreno fértil para que el narco florezca. Y en una sociedad donde el narco florece, lo que se marchita son sus instituciones. Y se marchita la seguridad que los inversores quieren para instalar y se marchitan las generaciones de jóvenes que el país necesita imperiosamente educados y productivos para encaminarnos hacia un verdadero desarrollo.

Es para advertir estas complejidades con las que nos hemos enfrentado, que mirar hacia atrás nos permite visualizar que, así como los éxitos han sido logros compartidos, también lo han sido los fracasos. Quizás, admitir esto haría que el mirar hacia atrás nos ayude a preguntar una vez más qué nos pasó como sociedad.

No se trata de renunciar a tener respuestas, pero respondámonos primero las preguntas que todavía tenemos pendientes, porque, sea cual sea la salida o el camino menos doloroso, no será una tarea partidaria, será una tarea política. No será tarea de un solo gobierno, sino del Estado todo. Y no será una acción circunstancial sino institucional.

El enemigo que hoy acecha a nuestras sociedades y a nuestras instituciones es demasiado poderoso como para enfrentarlos divididos. Y, por eso, habrá que superar las diferencias transitorias y asumir que, de este desafío, o salimos todos juntos o todos juntos nos hundiremos. Muchas gracias."

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