El Almanaque

Materiales didácticos

Los zuecos que resultaron parte de una historia increíble “Toc-toc…”: un resonar discreto que atesoraba el registro personal de un hombre que luchó por defender su identidad durante doce años, en la compleja realidad de la prisión política en el Uruguay de los setenta. La cárcel más grande que tuvo Uruguay en tiempos de la dictadura militar albergaba a 2.800 prisioneros del régimen. Se la conoce con un nombre que concita en primer lugar una mueca para la ironía: “la cárcel de Libertad”. Lo cierto es que, semejante denominación, se originó simplemente por la cercanía geográfica del recinto militar con una pequeña y antigua población del departamento uruguayo de San José, llamada justamente “Libertad”.
El Almanaque

Jorge Tiscornia concibió la idea de tomar registros con inquebrantabla continuidad por más de 12 años, es claro que la memoria se estimula cuando hay un disparador fuerte que la activa.

Cuando Jorge Tiscornia en consulta con sus hijos decidió donar su “Almanaque” a la Secretaria de Derechos Humanos para el Pasado Reciente de la Presidencia de la República, todos quienes comparten ese espacio y ese esfuerzo de trabajo se sintieron intensamente conmovidos, no sólo por la posibilidad de ensanchar un acervo imprescindible para el conocimiento de las nuevas generaciones, sino por la fuerza de la vida que se acumuló y condensó en ese registro, hasta llegar a constituirse en un instrumento icónico de una parte de la historia uruguaya del siglo veinte: la vida diaria de “los presos políticos”.

El propio Tiscornia ha confesado que “el placer y el dolor nos acompañan, pero es aquel a quien con obstinación guardamos. En este caso en situación extrema, dando sustento al impulso, sin conciencia plena de él , pero con empeño , me dediqué al registro del dolor. Y es único.”

Este Almanaque -escrito por un prisionero uruguayo en su largo cautiverio- se ha convertido en notable herramienta para la memoria de la vida en el Penal de Libertad, durante los tiempos del terrorismo de Estado.

La urgencia de Jorge era encontrar formas para no olvidar y transmitir la vivencia de la cárcel. Así comenzó a escribir palabras, marcas, signos y algunas pocas frases que poblaron el almanaque durante casi 13 años.

No podía escribirlo todo, pero nada de lo importante de aquellos 4646 días debía dejarse fuera. El testimonio de Jorge Tiscornia tiene la significación de la experiencia humana; que documenta paso a paso, una situación de cautiverio en los miles de días de la dictadura milita en Uruguay.

Jorge Tiscornia nació en Montevideo en octubre de 1944, estudió arquitectura y fue militante del Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Conocido como “Tupamaros” este movimiento político de izquierda tuvo actuación como guerrilla urbana durante las décadas de 1960 y 1970 en Uruguay.

En junio de 1972 Tiscornia fue detenido por las fuerzas del Ejército y encarcelado, situación en la que permaneció hasta marzo de 1985, con la caída de la dictadura en este país. Desde muy joven, por su militancia en el Centro de Estudiantes de Arquitectura y en la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) se dedicó a la fotografía y cultivó el gusto por tomar registros acerca de diferentes momentos cargados de significación.

Según su propia expresión, el ser “desmemoriado” se inclina por buscar su compensación. La memoria trata de construir un sentido para quien recuerda un pasado con el que se siente unido por un vínculo especial. . Implica la relación de la persona con su propio pasado y con lo que, al traerlo al presente, busca hacer con su futuro.

Así la memoria se funde en concepto de identidad. No hay identidad sin memoria, pero tampoco hay memoria espontánea, es una construcción del pasado sobre el presente. También, la memoria necesita de un soporte físico para existir. El Almanaque es soporte físico para la memoria que se puede construir descifrando sus signos.

El Almanaque es exigente, obliga al esfuerzo de recordar lo perdido, obliga a hacer memoria. El Almanaque es un soporte físico sobre el que descansan los significados y la información.

No existe más que en función de su propia materialidad y de allí que exista otra obligación, la de preservarla.

Días antes de su liberación, Tiscornia logró realizar varias fotografías dentro del establecimiento militar de reclusión (Penal de Libertad) que son único testimonio fotográfico de su funcionamiento como cárcel de presos políticos.

Durante más de una década transcurrida en ese lugar de reclusión, al no disponer de una cámara, su afán de registro lo llevó a confeccionar registros en los que señaló acontecimientos personales y de la vida de la cárcel.

El Penal para presos políticos considerado de los mayores en América Latina, era un lugar férreamente controlado, por lo que el solo hecho de ocultar el almanaque con el diario no constituía tarea fácil.

Considerado como un importante punto de referencia de la vida en cautiverio en esos años, “El Almanaque”, que Tiscornia guardó celosamente en una cavidad de sus zuecos de madera, se ha editado con conciencia de su valor documental y el gran potencial del juego de comunicación existente entre la percepción del individuo y su peripecia histórica.

El propio Tiscornia expresó que se sentía obligado a cultivar una selección de episodios a contar que ponían a prueba la capacidad de síntesis. “No podía escribirlo todo y no quería dejar afuera nada importante”.

Hoy gracias a la generosidad de Jorge Tiscornia, su Almanaque es de todos con la responsabilidad de su custodia por parte de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente de la Presidencia de la República Oriental del Uruguay.

El autor - Jorge Tiscornia

No podía escribirlo todo, pero nada importante debía dejarse fuera”.

El Testimonio de Jorge Tiscornia tiene la significación de la experiencia humana que documenta paso a paso, una situación de cautiverio de los miles de días de la dictadura militar en Uruguay.

Jorge Tiscornia nace en Montevideo el 20 de octubre de 1944, es el segundo de tres hijos. Cursa Educación primaria en el Colegio Sagrado Corazón, Escuela Jesuítica y educación secundaria en el liceo público Federico Bauzá.

Sus estudios de preparatorios los realizo en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo (IAVA), eligiendo la orientación de arquitectura. Posteriormente ingresa a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República.

Trabaja como ayudante de arquitecto entre 1962 y 1972, en distintos Estudios de Arquitectura.

Afiliado al Centro de Estudiantes de Arquitectura (CEDA), participa en las movilizaciones estudiantes por presupuesto universitario.

Desarrolla en simultáneo su afición por la fotografía, documentando como participante, las manifestaciones callejeras, la represión, las ocupaciones en la Universidad y entre otras, las expresiones populares de protesta por el asesinato de los estudiantes Líber Arce y Susana Pintos.

El incremento de la violencia Estatal y su repercusión en las movilizaciones sociales lo llevan a integrarse al Movimiento de Liberación Nacional “Tupamaros”, liderado por Raúl Sendic. Este movimiento político de izquierda tuvo actuación como guerrilla urbana durante las décadas de 1960 y 1970.

Su participación en esta organización determina su pasaje a la clandestinidad continuando militando hasta el 20 de junio 1972, momento en el que es detenido por las Fuerzas Armadas.

Luego de su pasaje por varios cuarteles el 21 de enero de 1973 es trasladado al Establecimiento Militar de Reclusión N° 1 (E.M.R. 1), ubicado en las cercanías de la ciudad Libertad, a 50 km. de la capital de San José.

Se le asigna el N° 777 y es recluido hasta el 10 de marzo de 1985 cuando, luego del retorno de la democracia, y como consecuencia de la Ley de Amnistía, es liberado junto al resto de los presos políticos.

La permanencia de su detención durante 4646 días, sustenta “El Almanaque”, registro clandestino, personal y detallado, de acontecimientos de su vida en cautiverio. Fabrica unos zuecos de madera ahuecados que utiliza hasta su liberación para esconder los almanaques, sacándolos consigo el día de su liberación.

A pocos días de su liberación, comienza a reinsertarse en la sociedad trabajando en la construcción.

Es reconocido y nombrado profesor honorario en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República.

Posteriormente integrara una cooperativa de construcción y desarrolla sus conocimientos y gustos por la arquitectura.

Se interesa por la fotografía y comienza a efectuar exposiciones de aquellas fotos tomadas clandestinamente durante los últimos días de reclusión.

En el año 2007 comienza la filmación de “El almanaque”, película documental sobre los almanaques del director José Pedro Charlo.

Es importante señalar que en el marco del encuentro internacional de fotografía Fotograma 2011, en la sala de MUME (Centro Cultural y Museo de la Memoria) realizó charlas dirigidas al público en general y estudiantes, especialmente de enseñanza secundaria. Posteriormente esta labor es extendida por todo el país, recorriendo distintos departamentos y enfocando las actividades a estudiantes, maestros y directores de enseñanza media.

En 2012 finaliza la filmación y es estrenada en Uruguay como también en México, Colombia, EE.UU, Italia y España.

En 2013 se publica su libro “El almanaque”, con varios artículos que aportan reflexiones desde diferentes disciplinas.

Programa Memoria del mundo

El presidente de la República, José Mujica, anunció en septiembre de 2012 el establecimiento y la integración de un Comité Nacional de Uruguay en homenaje y reconocimiento a los 20 años del Programa Memoria del Mundo de la Organización para la Ciencia, la Educación, y la Cultura de Naciones Unidas.

En la memorable ocasión, la Directora General de UNESCO, Irina Bokova, presente en Montevideo, alentó toda acción tendiente a dar continuidad a la historia de un país y señaló que la memoria compartida que se guarda en los archivos constituye un valioso tesoro documental. Dijo también que la preservación de ese patrimonio, vinculado a la memoria y a la verdad constituye un elemento fundamental para el proceso de redemocratización que viven muchos países.

El secretario de la Presidencia, Homero Guerrero, explicó oportunamente que la decisión del Presidente Mujica para el referido Comité incluiría representantes de la Presidencia, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de Educación y Cultura, el Ministerio del Interior y el Ministerio de Defensa.

La Directora General de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente, Graciela Jorge, destacó en la oportunidad la semejanza existente entre los países del Cono Sur americano, pues de una u otra forma han compartido el contexto represivo que marcó a la región. Jorge expresó que el Programa Memoria del Mundo tiene la finalidad de garantizar el derecho a la memoria y a la verdad, tan importantes para el desarrollo de los pueblos.

UNESCO ha otorgado significativos premios con un esfuerzo continuo en busca de un interés inspirador, entre ellos, y en diversos campos coincidentes en la temática de memoria y verdad, a la organización de Abuelas de Plaza de Mayo.

El ánimo que impulsa al Programa Memoria del Mundo busca revalorizar toda documentación que ayude a la defensa de los derechos humanos, y no sólo para los historiadores sino para todos los ciudadanos comprometidos con la dignidad de la persona humana.

La celebración de los 20 años del Programa Memoria del Mundo en Uruguay tuvo así una especialísima importancia para los Archivos de Derechos Humanos, en representación de “todas aquellas personas que sufrieron en un pasado reciente, la violaciones a sus derechos como personas, por ser opositores políticos”.

La Secretaría de Derechos Humanos guarda valiosos testimonios que son el legado de un segmento temporal correspondiente al período comprendido entre 1968 y 1985.

Asimismo, entre una larga lista de reconocidos testimonios, la Secretaría ha recibido la donación del “Almanaque” de Jorge Tiscornia, un militante uruguayo de izquierda que estuvo privado de su libertad durante 4646 días . Este documento que fuera escondido en los zuecos de su autor durante tantos años, se embellece de su propia precariedad , de la fragilidad de sus pequeños papelitos, de las huellas de los trazos, de la vulnerabilidad de su existencia, de la marca personal y por encima de todo de su condición de verdad. En la dinámica cruel entre presos y carceleros, cualquiera podría preguntarse cómo se pudo esconder este almanaque durante tantos años, en el fondo de los zuecos que estaban siempre a la vista.

Gracias a su ordenado registro,al pormenorizado detalle, la historia colectiva de aquellos años se muestra allí patente y contribuye a la memoria social y a la memoria del pasado reciente, que en el contexto social uruguayo ha sido un ejercicio doloroso y continúa pendiente de reflexión. Este cuidadoso pasado de los años setentas quedará presente al servicio del futuro, en tanto el Comité Nacional para Memoria del Mundo se honra de presentarlo, para que sea tenido en cuenta por los estudiosos de la UNESCO.

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