Consumo de pescado

Consumo aparente de pescado en Uruguay

Técnicas

Este artículo presenta los resultados de un estudio que estima el consumo aparente de pescado en el país incorporando las pérdidas y los desperdicios a lo largo de la cadena, obteniendo un promedio de 3,4 kilogramos por persona entre 2014 y 2023, muy por debajo de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud y del promedio mundial, cercano a 20 kilogramos. Se analizan posibles factores que limitan el consumo, se revisan antecedentes y se contrastan diversas fuentes de información. Asimismo, se estima el volumen de producción necesario para abastecer una demanda alineada con los niveles deseables, concluyendo que serían requeridas aproximadamente 37.000 toneladas adicionales. El trabajo culmina con una reflexión sobre estrategias para revertir la situación actual y los potenciales beneficios sociales, económicos y nutricionales asociados a un mayor consumo de pescado en Uruguay.

Rodrigo Marrero[1]

El consumo de pescado es ampliamente reconocido por sus aportes nutricionales y su contribución a una dieta saludable. No obstante, en Uruguay este consumo se ha mantenido históricamente bajo. Este artículo presenta los resultados de un estudio que estima el consumo aparente de pescado en el país incorporando las pérdidas y los desperdicios a lo largo de la cadena, obteniendo un promedio de 3,4 kilogramos por persona entre 2014 y 2023, muy por debajo de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud y del promedio mundial, cercano a 20 kilogramos. Se analizan posibles factores que limitan el consumo, se revisan antecedentes y se contrastan diversas fuentes de información. Asimismo, se estima el volumen de producción necesario para abastecer una demanda alineada con los niveles deseables, concluyendo que serían requeridas aproximadamente 37.000 toneladas adicionales. El trabajo culmina con una reflexión sobre estrategias para revertir la situación actual y los potenciales beneficios sociales, económicos y nutricionales asociados a un mayor consumo de pescado en Uruguay.

Palabras claves: pesca, consumo, alimentación, alimentación saludable, producción.

1. Introducción

El pescado constituye una de las principales fuentes de proteína animal en el mundo y representa cerca de un 20% del aporte proteico de origen animal per cápita mundial (FAO, 2024). Sin embargo, el patrón de consumo difiere ampliamente entre regiones. Mientras en países costeros y con tradición pesquera el consumo supera los 20 kg per cápita anuales, en Uruguay apenas se sitúa en torno a los 8-10 kg, muy por debajo del promedio mundial y regional (FAO, 2021; INE, 2019). A pesar de que los recursos pesqueros mundiales son finitos, la acuicultura ha superado la tasa de crecimiento de los demás sistemas de producción de alimentos y aún cuenta con potencial de expansión (FAO, 2024).

En Uruguay el sector pesquero y acuícola presenta un escaso desarrollo en relación con su potencial. Esto tiene su reflejo en las bajas cifras de consumo de pescado. El desarrollo del sector contribuye con acciones para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2 “Hambre cero”, y 3 “Salud y bienestar”, además de presentar una menor emisión de gases nocivos para el ambiente en relación con otras cadenas de producción animal, contribuyendo así a los ODS 13 “Acción por el clima” y 8 “Trabajo decente y crecimiento económico” (Uruguay, Presidencia de la República, 2022).

Este artículo busca analizar las características del consumo de pescado en Uruguay, identificar sus determinantes y discutir las implicancias y los desafíos principales para las políticas públicas y el sector pesquero nacional. Primero, se aborda la importancia del consumo de pescado contemplando sus beneficios nutricionales, ambientales y de desarrollo territorial. Luego, se mencionan los antecedentes y trabajos relacionados con la estimación de consumo de pescado y los potenciales determinantes de los bajos niveles de consumo. Más adelante se presenta la estimación de consumo aparente analizando todos sus componentes, incluyendo el factor de pérdidas y desperdicios. Adicionalmente, se hace una estimación de la producción deseable en función de las recomendaciones de consumo. Por último, se mencionan las limitaciones de la estimación y se comparten algunas reflexiones finales.

2. Importancia del consumo de productos marinos

El consumo de pescado y productos marinos es importante para nuestra salud. Es una fuente de proteínas y grasas saludables, así como de micronutrientes esenciales como ácidos grasos omega 3 de cadena larga (en particular de DHA y EPA), yodo, selenio, calcio, hierro, zinc, vitaminas (A, B, B12, D y K) (FAO, 2024; Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular, 2018). El consumo de al menos dos raciones semanales (preferentemente de pescado azul)[2] es fundamental para la prevención cardiovascular, así como para la reducción de riesgos de accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades coronarias. El consumo de pescado es importante en las etapas iniciales de la vida, ayudando al crecimiento y el desarrollo (Shao y Gao,2024; Puentes et al., 2016; Maluccio et al., 2009; Isaacs et al., 2008). Los hijos de mujeres que consumen pescado o mariscos durante el embarazo presentan mejores resultados en su desarrollo neurológico y en la lactancia mejora la calidad de las grasas de la leche materna (MSP, 2022).

El aporte de los productos marinos a la salud contribuye a enfrentar dos problemas de gran afectación en el país: la salud mental y la salud cardiovascular. En lo que refiere a salud mental, Uruguay presenta una fuerte problemática (Dotti, 2024) y tasas de suicidio que casi duplican el promedio de la región, con aproximadamente 20,5 casos por cada 100.000 habitantes (MSP, 2021). El consumo de pescado ayuda a enfrentar problemas de salud mental (Rucklidge et al., 2019; FAO y OMS, 2010). Por otro lado, las enfermedades del sistema circulatorio son la principal causa de muerte en Uruguay, siendo de 224 casos por cada 100.000 habitantes en 2023 (MSP, 2025). Para enfrentar esta afectación el consumo de productos del mar también es un aliado, al estar asociado con una menor presencia de estas enfermedades (Rimm et al., 2018).

La pesca y la acuicultura también son fundamentales para el desarrollo territorial y el aprovechamiento de nuestros recursos naturales. Uruguay es un país con mayor superficie marítima (205.688 km2) que terrestre (176.215 km2).[3] Uruguay cuenta con una vasta red hidrográfica, dominada en el oeste por el río Uruguay, en el centro por el río Negro, en el este por la laguna Merín y en el sur por el Río de la Plata. Esto posibilita la navegación, la generación de energía, la práctica de actividades deportivas, de turismo, de recreación y de consumo, y la utilización con fines productivos agrícola-ganaderos, así como la práctica de la pesca y la acuicultura en diferentes puntos del país. La pesca sustenta el desarrollo de varias comunidades y resulta ser una actividad esencial para la vida.

Adicionalmente, los sistemas alimentarios acuáticos constituyen una alternativa más amigable con el ambiente, al emitir menos gases de efecto invernadero que otras fuentes de proteína animal como los pollos, los vacunos y los porcinos (FAO,2024).

3. Antecedentes

En lo que respecta a estimaciones de consumo de pescado, en Uruguay existen pocos antecedentes. El trabajo sobre el Proyecto Terminal Pesquero (SOYP, 1974), de Ricardo Pascale, señala números respecto a la cantidad de consumo porcentual de las diversas carnes para los 19 departamentos y constituye la estimación más desagregada a la que se ha podido acceder hasta hoy. En ese documento se exhibe la baja cantidad porcentual del consumo de pescado en relación con el de carne vacuna y se muestra que son Maldonado, Rocha y Montevideo los departamentos que tienen mayor porcentaje de consumo de pescado, con 19%, 13,7% y 10,3%, respectivamente. El estudio también analiza las causas del bajo consumo de pescado para Montevideo y el interior, señalando a la irregularidad del suministro como la principal causal (49,9% y 74,1%, respectivamente), seguida de “no ser fresco” y el sabor como las principales causas de no consumo.

Por su parte, un estudio de Mazza Pérez (2007) se enfoca en el consumo de pescado en Montevideo. Estima el consumo per cápita de pescado a partir de información obtenida mediante entrevistas y del relevamiento de los diferentes puntos de venta de la ciudad, como ferias, puestos en la costa, mercados municipales, pescaderías, supermercados, restaurantes. Encuentra que el consumo de pescado per cápita se ubicaría en 12,6 kg anuales. Esto evidenciaría un aumento respecto a un estudio similar previo, realizado en 1997, el cual encontraba un consumo de 9,1 kg per cápita anuales en la capital del país.

Por otra parte, también se ha estimado el consumo aparente de pescado a través de la Encuesta de Gastos e Ingresos de los Hogares (ENGIH), llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadística (INE) (UNICEF, 2022). Este informe encuentra un insuficiente consumo de pescado en el país, de 7,3 gramos por persona por día. Si se observa la capital, el valor es levemente mayor 9,1 g/día, mientras que en el interior disminuye, siendo de 6,6 g/día en localidades de 5000 o más habitantes, mientras que en localidades con menos habitantes el consumo desciende aún más, a 4,6 g/día. También se han observado diferencias significativas en el consumo de pescado por quintil de ingresos: son los quintiles de ingresos más altos los que mayor consumo realizan. Esta brecha ha permanecido prácticamente incambiada entre la ENGIH 2005-2006 y el último valor disponible, correspondiente a la ENGIH 2016-2017. La estimación por medio de la ENGIH permite tener una aproximación a la evolución a lo largo de las décadas, observándose que el consumo de pescado ha sido históricamente bajo en el país y en particular en la capital, con un máximo en 1994-1995 y un sostenido descenso desde entonces (ver cuadro 1).

Cuadro 1. Tendencia en el consumo aparente (gramos netos por persona por día) en Montevideo en las últimas cuatro décadas

Año de estudio

1982-1983*

1994-1995**

2005-2006

2016-2017

Pescado (gramos/día)

10,0

16,0

11,0

9,0

Frutas, verduras y tubérculos (gramos/día)

455,0

394,0

354,0

299,0

* y ** Con base en INE-CEPAL (1996). Fuente Procesamiento propio con base en informe ENGIH 2005-2006 (INE, 2008) y microdatos ENGIH 2016-2017 (INE, 2021).

Fuente: UNICEF (2022).

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), por su parte, realiza anualmente una estimación de consumo aparente, que se hace teniendo en cuenta la producción, menos aquella destinada a otros usos que no son de consumo, más las importaciones, menos las exportaciones, más los cambios en stock.[4] Así, estima que, para Uruguay, en 2020, 2021 y 2022, el valor de disponibilidad para consumo se ubicó en 7,38 kg, 11,89 kg y 11,91 kg anuales, respectivamente. Sin embargo, esta estimación no tiene en cuenta las pérdidas y los desperdicios que se pueden producir a lo largo de la cadena y en el propio consumo.

En este artículo se hace una estimación del consumo aparente en el país que, a diferencia de las precedentes, tiene en cuenta las pérdidas y los desperdicios a lo largo de la cadena, tanto en los puntos de producción, poscosecha, procesamiento y distribución como en el consumo.

4. Estimación del consumo aparente

Para elaborar las estimaciones de consumo aparente se utilizaron los datos de captura, tanto industriales como artesanales, la producción acuícola y una estimación de la pesca recreativa. A su vez, se restaron los datos de exportaciones y se sumaron las importaciones. A estos valores se les restaron las pérdidas y los desperdicios siguiendo la metodología de Gustavsson et al. (2012), que considera pérdidas y desperdicios desde la obtención del producto en bruto hasta la fase última de consumo, separándolas en cinco etapas: producción, poscosecha, procesamiento, distribución y consumo.

  • Producción primaria: La pérdida puede estar asociada a los peces que se desechan durante la pesca.
  • Manejo poscosecha y almacenamiento: Pérdidas asociadas a los derrames en el momento de enhielado, envasado, almacenamiento y transporte tras la descarga.
  • Procesamiento: Pérdidas asociadas al procesamiento industrial (por ejemplo, en el ahumado o en el enlatado).
  • Distribución: Pérdidas y desperdicios en el sistema de mercado (por ejemplo, mercados mayoristas, supermercados, ferias, entre otros).
  • Consumo: Pérdidas y desperdicios durante el consumo en el hogar.

En el presente estudio se utilizaron los mismos porcentajes de pérdidas y desperdicios utilizados en el trabajo de Lema et al. (2017) para calcular las pérdidas y los desperdicios para Uruguay, los cuales son similares a los estimados por FAO (Gustavsson et al., 2012).

Tabla 2. Factor de pérdidas y desperdicios
 Factor de pérdidas
Producción

6%

Poscosecha

5%

Procesamiento

9%

Distribución

10%

Consumo

4%

Fuente: Lema et al. (2017).

Por ende, la ecuación resumida de cálculo para el consumo aparente sería la siguiente:

Consumo aparente = producción + importaciones – exportaciones – PyD

siendo PyD las pérdidas y los desperdicios de toda la cadena.

4.1 Capturas y acuicultura

A continuación, se detallan las bases de datos utilizadas, asociadas a la producción (ver gráfico 1), considerando la captura industrial, la artesanal, la recreativa y la acuicultura. La producción total ha oscilado entre 50.000 y 70.000 toneladas, con un aporte predominante de la captura industrial. Por otra parte, tanto la acuicultura como la pesca recreativa realizan un aporte pequeño en comparación con las otras formas de producción.

Gráfico 1. Captura y cultivo de productos marinos con el consumo como potencial destino

Gráfico 1. Captura y cultivo de productos marinos con el consumo como potencial destino

Fuente: Elaboración propia con base en Ansuberro et al. (2024), MGAP (s. f.) e INE (s. f. y 2012).

  • Captura industrial y artesanal: Como fuente de datos para incorporar las capturas tanto industriales como artesanales se utiliza la información de capturas de Ansuberro et al. (2024),[5] así como los anuarios estadísticos de la Oficina de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) (MGAP, s. f.).
  • Acuicultura: Como fuente de datos para incorporar la acuicultura se utiliza la información de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (DINARA) disponible en Ansuberro et al. (2024). Esta información presenta una limitante temporal, ya que no se cuenta con datos previos a 2017. Además, solo se considera la información relativa a la producción asociada al esturión y el caviar, ya que se considera que las otras especies no tienen al consumo como destino.
  • Pesca recreativa: Con el fin de contemplar también las capturas realizadas por la pesca recreativa, se sigue una aproximación similar a la realizada por Lorenzo et al. (2015). Según Cisneros-Montemayor y Sumaila (2010), la pesca recreativa es una actividad que realiza cerca de un 0,78% de la población. Como consecuencia, para tener una aproximación al volumen pescado y consumido en la pesca recreativa se utiliza información de los censos realizados en el país en 2011 y 2023, y se asume un crecimiento lineal de la población.[6] Sin embargo, gran parte de las capturas de la pesca recreativa se devuelven al mar y no son ingeridas por los humanos, ya sea por el carácter recreativo de la pesca o por razones de cuidado del ecosistema y la preservación de la vida marina.[7] Para acercarse a cuánto de este pescado se consume, se realizó una estimación conservadora, asumiendo que el 50% de lo pescado de forma recreativa se consume y el resto se descarta o se pierde.
4.2 Exportaciones e importaciones

La cadena pesquera de Uruguay fue desarrollada con una orientación exportadora. Los productos marinos para alimentación exportados son en su mayoría congelados y existe una predominancia de pescados por encima de moluscos u otras especies. Sin embargo, dicha brecha ha disminuido en los últimos años, representando los moluscos en 2023 un 18,9% de productos exportados congelados en toneladas, frente a un 3,1% en 2014. Las exportaciones procesadas han reducido su porcentaje desde el cierre de la planta de Fripur en 2015, pasando de 2,5% del total de exportaciones en 2014 a 0,2% en 2023 en toneladas (ver gráfico 2).

Gráfico 2. Exportaciones de productos marinos alimenticios según el Código de Nomenclatura Común del Mercosur (NCM)

Gráfico 2. Exportaciones de productos marinos alimenticios según el Código de Nomenclatura Común del Mercosur (NCM)

Fuente: Elaboración propia con base en datos de Descartes Datamyne.

En lo que respecta a las importaciones, la mayoría corresponden a productos procesados o en conserva, representando el 60% de las importaciones de productos alimenticios marinos en términos de peso neto de 2023. En el gráfico 3 observamos que el mayor volumen de importaciones se produjo en 2021, con un posterior retorno escalonado al valor promedio previo a ese año.

Gráfico 3. Importaciones de productos marinos alimentarios según Código de Nomenclatura Común del Mercosur (NCM)

Gráfico 3. Importaciones de productos marinos alimentarios según Código de Nomenclatura Común del Mercosur (NCM)

Fuente: Elaboración propia con base en datos de Descartes Datamyne.

Tanto para exportaciones como para importaciones, la base de datos que se utilizó es la información de aduanas proporcionada por Descartes Datamyne.

4.3 Pérdidas y desperdicios

En busca de realizar una estimación más fiel a la realidad, se descontaron coeficientes de pérdidas y desperdicios asociados a cada punto de la cadena. En lo que refiere al valor de descarte asociado a la flota uruguaya, el valor reportado por la FAO para América Latina es de 6% y se asemeja al valor de 6,5% encontrado por Orlando y García (2024) en un estudio más reciente (9,1% para la flota de altura y 3,7% para la flota costera). Para nuestros cálculos se consideró que el valor de captura reportado ya considera los descartes de producción. Por ende, los coeficientes de pérdidas y desperdicios aplicados a los valores de capturas industriales son los de poscosecha, procesamiento, distribución y, finalmente, consumo. En lo que refiere a la pesca artesanal, se le aplican los mismos coeficientes mencionados para la pesca industrial, pero se considera que el dato de pesca artesanal ya se encuentra en el punto de poscosecha.

A efectos de cuantificar las pérdidas y los desperdicios en la pesca recreativa, se toman en cuenta solamente las pérdidas en el consumo y se asume que la mitad de estas capturas son consumidas por el propio pescador o sus allegados.[8]

En lo que refiere al resto de las pérdidas y los desperdicios, se utilizan los valores calculados por la FAO (2012) para pesca industrial, pesca artesanal, acuicultura y pesca recreativa, pero no se aplican los porcentajes a todas las etapas, sino solo a las correspondientes. En tanto que a la pesca artesanal se le asignaron los coeficientes de pérdidas y desperdicios asociados al procesamiento, la distribución y el consumo, a la acuicultura, que suele desarrollarse en entornos controlados, se le atribuyeron pérdidas y desperdicios correspondientes al procesamiento, la distribución y el consumo.

En cuanto al comercio exterior, se consideraron factores de pérdidas diferentes en función de si los alimentos son o no procesados son. En las importaciones procesadas se aplica el coeficiente de pérdidas asociado a la distribución y al consumo, mientras que a las importaciones no procesadas se les aplica el coeficiente de pérdidas asociado al procesamiento, la distribución y el consumo. Por otra parte, a las exportaciones, a partir de los datos recogidos de Descartes Datamyne, se las lleva al punto de poscosecha, de modo de restarlas a la oferta disponible en dicho punto, aplicando el coeficiente de procesamiento a la inversa para las no procesadas, recuperando las pérdidas que posiblemente ocurrieron.

4.4 Cuantificación y evolución del consumo

Para estimar el consumo se llevó toda la producción (a excepción de la pesca recreativa), así como las importaciones y las exportaciones, al punto de poscosecha y, una vez diferenciadas las pérdidas y lo que se dirigió al mercado local, se aplicaron los coeficientes de pérdidas correspondientes. Por último, se sumó el aporte de la pesca recreativa, aplicándole los coeficientes de pérdidas y desperdicios correspondientes. Finalmente, se obtuvieron los valores mostrados en el gráfico 4. Allí se puede observar que los valores más bajos de consumo se produjeron en 2014 y en 2020. En 2020 se observa una caída pronunciada del consumo, lo que es coherente con la reducción mundial del consumo de productos de origen animal a causa de la pandemia de COVID-19, documentada en otros trabajos. Durante la década, el promedio de consumo per cápita se ubicó en 3,4 kilogramos de productos del mar, muy por debajo del promedio mundial de 20 kilos por persona.

Gráfico 4. Estimación de consumo aparente anual de productos del mar

Gráfico 4. Estimación de consumo aparente anual de productos del mar

Fuente: Elaboración propia.

Si comparamos los presentes resultados de estimación con los valores obtenidos a partir de la ENGIH (2016-2017) llevada a cabo por el INE, encontramos resultados similares. En esta encuesta, el valor obtenido de consumo es de 7,3 gramos por persona por día, mientras que nuestra estimación da valores de 8,3 y 11,5 gramos por persona por día en 2016 y 2017, valores levemente mayores, cuya diferencia no llega a superar los 2 kg anuales.

En el gráfico 5 se incorpora el consumo de pescado a los datos sobre consumo aparente divulgados por el Instituto Nacional de Carnes (INAC), en el cual se observa que el pescado es de las carnes menos consumidas por los uruguayos.

Gráfico 5. Consumo aparente anual de carnes en Uruguay

Gráfico 5. Consumo aparente anual de carnes en Uruguay

Fuente: Elaboración propia con base en datos del INAC (2025).

4.5 Limitaciones del estudio

La estimación realizada cuenta con la fortaleza de abarcar a todo el país y de ser realizada con una metodología explicitada, en la que se consideran las múltiples fuentes del producto y se incluyen las pérdidas y los desperdicios en el cálculo. Además, es de fácil y rápida reproducibilidad, lo que permitiría llevar un número actualizado de la disponibilidad de consumo en el país.

Sin embargo, como toda estimación, cuenta con limitaciones. Una de ellas es la no inclusión de la variación de existencias que puede existir por parte de los productores, dado el almacenamiento. Sin embargo, dichas existencias seguramente no cambien en gran medida los bajos valores estimados de consumo aparente. Por otra parte, la presente estimación no desagrega entre pescados y otros productos marinos. Sin embargo, si se deseara llegar a ese nivel de especificidad, existe la posibilidad de realizar esta desagregación.

5. Posibles determinantes del bajo consumo

Uruguay ha sido y continúa siendo un país netamente ganadero, siendo el ganado vacuno su principal producto exportador. La gran producción de carne vacuna en el país ha logrado abastecer a la población de fuente de proteínas para su desarrollo y es un país con un alto consumo de carnes, incluso en las clases de menores ingresos. Las demás cadenas cárnicas representan un porcentaje significativamente menor en el plato de los uruguayos, contando solo con mayor protagonismo un día al año, “el viernes santo”. Esta situación, quizás, es la que ha conducido al país a restar importancia a la implementación de un desarrollo de la actividad pesquera que aproveche la gran superficie marina con la que cuenta y a estar, como distintos actores lo señalan, “de espaldas al mar”. Sin embargo, hay que reconocer que la actividad pesquera tuvo un desarrollo prominente hacia fines del siglo XX, con un enfoque principalmente exportador. El mal manejo en la explotación de los recursos, sumado a las relaciones de producción dadas por jugadores y reglas de juego establecidas en el desarrollo y la promoción de la actividad en la década de 1970, propició el agotamiento del complejo pesquero (Galli et al., 2022).

La preferencia por las carnes rojas frente al pescado, además de por aspectos culturales, se mantiene, en parte, debido a una estructura de precios que desfavorece la compra de este último, ya que existen otras fuentes proteicas de origen animal a menor costo. No obstante, es importante recordar que aunque los productos del mar suelen tener un precio más elevado, también ofrecen mayores beneficios nutricionales.

Además, como todo alimento de origen animal, se requiere una logística para la distribución del producto sin que pierda las condiciones de consumo. En Uruguay la mayoría del pescado se produce en Montevideo, lo que plantea un desafío para su distribución en el interior del territorio nacional. En la actualidad, existen solamente dos establecimientos acuícolas ubicados en el centro del país y enfocados en la producción de productos premium: el caviar y el esturión. Esto dificulta la disponibilidad del alimento a precios atractivos.

Por ende, la inestabilidad en la producción de productos marinos y un enfoque productor volcado a la exportación, que debilita la oferta local, sumados a la disponibilidad de otras fuentes de proteína animal, con mejores precios para su consumo y oferta, surgen como fuertes barreras en el escaso desarrollo del consumo de pescado y la cultura culinaria asociada.

6. Cantidad de consumo deseado y producción adicional

A continuación, con el mero fin de realizar un ejercicio, se estima cuál debería ser la producción para abastecer a la población uruguaya con un consumo deseable de porciones de pescado. Si anualmente la población consumiera unos 12 kilogramos,[9] lo cual debería aproximarse a dos raciones semanales, ¿de cuánto sería la captura necesaria?

Para estimar dicho monto se hizo un cálculo asumiendo que esa producción proviniera únicamente de la captura industrial, aunque se podría realizar un cálculo similar asumiendo que, por ejemplo, proviniera de la acuicultura. En ese caso, las principales diferencias de estimación serían en las pérdidas y los desperdicios asociados, los cuales, seguramente, en la acuicultura sean de menor cuantía, al estar en un ambiente controlado. Otra alternativa sería que una parte pudiera provenir de importaciones, lo cual no generaría ninguna fuente directa de trabajo nacional en la producción del alimento y no se aprovecharían los recursos actuales.

Gráfico 6. Captura adicional necesaria

Gráfico 6. Captura adicional necesaria

Fuente: Elaboración propia.

En el gráfico 6 se puede observar que la captura industrial debería ser entre 80.000 y 100.000 toneladas, lo que implicaría un aumento porcentual promedio en la década de 79%, variando en función de los aportes de las otras fuentes. En números de toneladas capturadas, se hubieran necesitado más de 37.000 toneladas adicionales de captura en 2023. Desde el punto de vista de la sostenibilidad, dicho aumento seguramente presente múltiples barreras, sin embargo, muestra que existe espacio de crecimiento con un objetivo de alcanzar los 12 kilogramos per cápita de consumo en el país.

Este aumento en el consumo sería aún más beneficioso para la salud de la población si ocurriera en las especies más ricas en omega 3, tales como el atún y el pez espada (MSP, 2022; Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular, 2018). Sin embargo, desde hace años la flota dedicada a la captura de estas especies (categorías C y D) viene en sostenido descenso (Ansuberro et al., 2024).

7. Reflexiones finales

Incrementar los niveles de consumo de pescado requiere un abordaje integral que contemple tanto los aspectos productivos y de distribución como los socioculturales. En el plano de la oferta, resulta necesario fortalecer la producción y optimizar las cadenas de distribución, asegurando el abastecimiento en todo el territorio nacional a precios competitivos. En paralelo, es fundamental avanzar en estrategias de difusión, comunicación y educación que promuevan el conocimiento sobre los beneficios nutricionales de los productos marinos y contribuyan al desarrollo de una cultura alimentaria más vinculada a su consumo.

Existen experiencias internacionales exitosas, las que pueden servir de referencia para la búsqueda del aumento de consumo de pescado por persona. Una de estas experiencias es la de Chile. En 2017 Chile lanzó su plan estratégico Del mar a mi mesa (Subpesca, 2017), el cual tiene como objetivo pasar de un consumo de 13,8 kilos per cápita a un consumo cercano al promedio mundial, de 20 kilos per cápita. El plan establece objetivos de corto, mediano y largo plazo, que involucran la educación nutricional y gastronómica, la innovación en productos, procesos, canales de comercialización y emprendimientos, la coordinación interinstitucional, la amplia difusión y la sustentabilidad. Dentro del plan también se enmarca la iniciativa Del mar a tu escuela, enfocada en mejorar la alimentación nutricional escolar. En 2020 el consumo de pescado y mariscos por parte de los chilenos se estimó en 15,8 kilos (Subpesca, 2023).

Entre las políticas promovidas por el plan, se destacan la segmentación de mensajes según público objetivo (embarazadas, niños, deportistas), la reducción de intermediarios para bajar los precios (circuitos cortos de comercialización), la educación para conservar mayores nutrientes en las recetas, así como la innovación para ampliar la oferta y facilitar el acceso a productos del mar, especialmente en zonas alejadas. Por su parte, Perú, país de Sudamérica con mayor consumo de pescado, cuenta con el programa A comer pescado, que implica un enfoque educativo para cambiar hábitos desde la infancia, la capacitación a docentes y padres como agentes multiplicadores, políticas de acceso y distribución focalizada, así como la inclusión de los sectores de menores recursos (ollas comunes, comedores populares, organizaciones sociales) (FAO, 2022). Brasil tiene políticas como la campaña Coma mais peixe, la Semana del Pescado, en setiembre, en la que participan también supermercados, restaurantes y proveedores, así como campañas para promoción de especies locales y menos conocidas, como es el caso del Festival Nacional del Tambaqui, que distribuye esta especie amazónica en 26 capitales para posicionarla a escala nacional (FAO, 2022).

Otros países también han desarrollado planes que contemplan el aumento del consumo interno, enfocándose en el desarrollo de una marca país con mercados locales, como es el caso de Noruega con Seafood from Norway (Sjømat Norge, 2019) y el desarrollo de la acuicultura sostenible, aumentando la oferta local y la trazabilidad, y mejorando la logística y la estabilización de precios también en Portugal (DGPM, 2021), España (MAAMA, 2015), Japón (MAFF, 2020) y Corea del Sur (MOF, 2024). La FAO también ha apoyado programas de alimentación escolar con productos locales en algunos países y la utilización de subproductos de pescado para la elaboración de polvos (FAO, 2024).

En lo que respecta a incentivos al consumo, existen también herramientas de bajo costo, como el envío de mensajes y multimedia, lo cual ha tenido un impacto positivo para incentivar la adopción de alimentación saludable en Uruguay (Balsa et al., 2024).

En Uruguay el bajo nivel de consumo de productos del mar, que se ubicó en 2023 en 4 kilogramos anuales, plantea un desafío a futuro, pero también una oportunidad para el desarrollo interno de la cadena pesquera. Según el ejercicio realizado, se precisarían más de 37.000 toneladas adicionales de productos del mar para abastecer a la población uruguaya con 12 kilogramos anuales per cápita, en línea con la recomendación mínima de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por debajo del promedio mundial de 20 kilogramos anuales. Ese aumento en el consumo sería deseable que se realizara con las especies más beneficiosas desde el punto de vista de la salud, para lo que se requeriría un aumento de la captura de dichas especies o el cultivo por medio de la acuicultura. El desarrollo de un mayor consumo nacional de pescado puede brindarle al sector productivo una mayor estabilidad y robustez, así como potenciar su desarrollo. Importante señalar que este crecimiento en la interna no implica dejar de lado el crecimiento y el desarrollo de las exportaciones pesqueras y acuícolas, sino que deberían complementarse.

 

Referencias

Ansuberro, J.; Marrero, R., y Szephegyi, N. (2024). Cadena pesquera: evolución reciente y perspectivas. Anuario OPYPA 2024. https://descargas.mgap.gub.uy/OPYPA/Anuarios/Anuarioopypa2024/CP/16/CP1…

Balsa, A.; Noboa, C., y Triunfo, P. (2024). Nudging healthy food choices through e‐messages in a supermarket. Health Economics, 33(8), 1705-1725.

Cisneros-Montemayor, A. M., y Sumaila, U. R. (2010). A global estimate of benefits from ecosystem-based marine recreation: potential impacts and implications for management. Journal of Bioeconomics, 12, 245-268.

Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular (2018). A la pesca de un corazón fuerte. Recomendaciones y recetas para llevar más pescado a la mesa de los uruguayos. https://cardiosalud.org/wp-content/uploads/2019/05/interiores_final_en_baja.pdf

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Anexo

A1. Mapa de Uruguay con jurisdicciones marítimas

En el marco del programa “Uruguay azul, ampliando horizontes”,[10] el Servicio de Oceanografía, Hidrografía, y Meteorología de la Armada (SOHMA) elaboró una lámina para el Ministerio de Relaciones Exteriores con el fin de concientizar acerca del espacio nacional.[11]

A1. Mapa de Uruguay con jurisdicciones marítimas

A2. Clasificación de pescado y recomendaciones de ingesta

Las siguientes tablas fueron extraídas del informe realizado por la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular (2018).

Tabla A2-1. Pescados grasos, semigrasos y magros

Tabla A2-1. Pescados grasos, semigrasos y magros

Tabla A2-2. Recomendaciones mínimas de EPA y DHA

Tabla A2-2. Recomendaciones mínimas de EPA y DHA

Tabla A2-3. Consumo semanal de pescado, según variedad, para alcanzar las recomendaciones de EPA y DHA en adultos sin factores de riesgo para enfermedad cardiovascular

Tabla A2-3. Consumo semanal de pescado, según variedad, para alcanzar las recomendaciones de EPA y DHA en adultos sin factores de riesgo para enfermedad cardiovascular

A3. Consumo de pescado por departamento y determinantes del bajo consumo (Ricardo Pascale, 1971)

A continuación, se adjuntan los cuadros obtenidos del trabajo Terminal Pesquero de Ricardo Pascale a partir del documento de Servicio Oceanográfico y de Pesca (SOYP, 1974).

Tabla A3-1. Consumo habitual de carnes por departamento (composición porcentual)

Tabla A3-1. Consumo habitual de carnes por departamento (composición porcentual)

Tabla A3-2. Motivación del bajo consumo de pescado (en porcentajes)

Tabla A3-2. Motivación del bajo consumo de pescado (en porcentajes)

A4. Evolución de los precios al consumidor de pescado y cortes vacunos

A continuación, se presentan los gráficos de la evolución de precios al consumidor por departamento. La base de información utilizada fue la del Sistema de Información de Precios al Consumidor de Defensa de la Competencia (s. f.). Se muestran los valores para el pescado (merluza) y tres cortes de carne vacuna sin hueso para cuatro departamentos (Montevideo, Canelones, San José y Maldonado). Estos departamentos se seleccionaron ya que son los que, una vez eliminados los valores atípicos, presentaban la serie más completa para el producto pescado. Para calcular el promedio departamental se calculó el promedio mensual por establecimiento y luego se promedió por los establecimientos del correspondiente departamento.

Se observa que el pescado presenta un mayor precio frente a los tres cortes vacunos a lo largo de prácticamente toda la serie histórica en todos los departamentos mostrados. Es importante notar, a su vez, que estos departamentos son costeros y pertenecientes o cercanos a la zona metropolitana, lo que facilita el acceso a productos del mar frente a otros departamentos del interior más profundo.

Gráfico A1. Importaciones de productos marinos alimenticios según Código de Nomenclatura Común del Mercosur (NCM)

MontevideoCanelonesSan JoséMaldonado

Fuente: Elaboración propia con base en datos del Sistema de Información de Precios al Consumidor.

 

Referencias
 

[1] Economista, Msc., técnico de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA), rmarrero@mgap.gub.uy.

[2] Los pescados blancos suelen tener menor porcentaje graso, 2%, frente al 5-10% en los azules. Los pescados azules contienen los omega 3 marinos en mayor proporción. Ejemplos de pescado blanco son: merluza, pescadilla, sábalo, dorado, corvina negra y blanca, y salmón criollo. Ejemplos de pescado azul son: salmón, caballa, anchoa, sardina, esturión, atún y pez espada.

[3] Se excluyen de este número las aguas interiores (SOHMA, 2024), ver lámina en anexo.

[5] Los datos pueden haber tenido actualizaciones posteriores.

[6] Durante el período considerado sucedió la pandemia de COVID-19, lo cual tuvo un efecto en las defunciones, pero también hubo un incremento de los nacimientos.

[7] La pesca deportiva ha demostrado ser amenazante para las poblaciones de peces en algunos países (Lewin et al., 2006; Wilde et al., 2003). A pesar de que una parte de lo capturado se devuelve al mar, la mortalidad de los peces liberados depende en gran medida del método por el que fueron capturados.

[8] Los trabajos de Schuller (2018) y Laporta et al. (2025) brindan una caracterización reciente de la pesca recreativa mostrando resultados de encuestas.

[9] Interesa hacer notar que el objetivo no es tan ambicioso como el de otros países, que buscan acercarse al promedio mundial de 20 kilogramos.

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