Unos 2.500 internos participaron en tareas de rehabilitación en el polo industrial de cárcel de Santiago Vázquez
“Cuando se pone voluntad y decisión se puede hacer cosas para rehabilitar a personas privadas de libertad”, dijo el director del polo industrial de la cárcel de Santiago Vázquez, Daniel Garay, quien destacó que la estrategia implementada permite incorporar hábitos de trabajo y oficios. Unas 500 personas trabajan en herrería, carpintería, vidriería y también hacen refacciones en espacios públicos y educativos en todo Uruguay.

En el polo industrial de la Unidad de Rehabilitación n.º 4 de Santiago Vázquez (ex Comcar), trabajan 500 personas en forma directa y otras 300 indirectamente, entre el sector institucional que depende del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) y las cuatro empresas privadas que se instalaron, detalló Garay a la Secretaría de Comunicación Institucional.
El polo, que comenzó a funcionar en mayo de 2014, abarca 9.000 metros cuadrados de los 27.000 que tiene la Unidad n.º 4, donde se potencian las capacidades de 2.500 internos en distintos oficios, como herrería de obra, carpintería de aluminio, fábrica de escobas, bloques y ollas, vidriería, reciclaje, invernáculo, así como artesanías y otras actividades culturales.
Garay señaló, a modo de ejemplo, que se fabrican ollas con vida útil de dos años, las cuales sustituyen a las que se compraban anteriormente en el mercado, que duraban como máximo tres meses, y que por cada una el Ministerio del Interior ahorra 5.100 pesos.
También se realizan trabajos afuera del polo; los más emblemáticos incluyeron refaccionar la rambla de Atlántida y Parque del Plata, en el departamento de Canelones, la escuela y el liceo de San Gregorio, en Tacuarembó, y espacios públicos en Montevideo, así como construir la Posada del Liberado y las sedes de la Asociación de Familiares y Víctimas de la Delincuencia, de Mujeres de Negro y del Espacio de Coordinación y Atención en Discapacidad del Ministerio del Interior.
“Nos ajustamos a la necesidad del Instituto Nacional de Rehabilitación”, explicó el entrevistado. Detalló que los internos que trabajan en el polo son seleccionados por la Subdirección Técnica del INR. “No necesariamente tienen que tener idoneidad, simplemente, buena conducta y ganas de hacerlo”, afirmó.
El beneficio que tienen los internos que trabajan en la parte privada son el sueldo y el aporte social, mientras que quienes trabajan en el sector institucional gozan de peculio (mitad de un salario mínimo que aporta el Estado), informó. En tanto, a los que no reciben ninguno de los dos beneficios se les reduce la pena por día trabajado.
“El relacionamiento entre los internos y los guardias es espectacular”, aseguró Garay. “El saludo, el buen trato, ser ameno, educado es lo que caracteriza al lugar; tenemos muchas experiencias de personas que salieron en libertad y nos contaron cómo los ayudó adquirir experiencia para conseguir trabajo posteriormente”, añadió. “Hay gente trabajando en intendencias, en empresas privadas, y otras formaron sus propias empresas”, celebró.
“Cuando se pone voluntad y decisión, se puede hacer cosas, nosotros tenemos las puertas abiertas para brindar oportunidades”, aseveró Garay, quien fue el generador de un cambio cultural en el sistema penitenciario uruguayo, con la construcción del módulo 9 de la Unidad n.º 4, en 2011, cuando por primera vez personas privadas de libertad aportaban su mano de obra para reparar una cárcel.