Basso: “El desafío como sistema de salud es sostener el tratamiento de personas con VIH”
“Se visualiza una franca disminución de la epidemia de VIH-SIDA”, aseguró el ministro del área, Jorge Basso, para quien “el gran desafío que tiene el sistema de salud” ahora es lograr la continuidad del tratamiento de todas las personas infectadas. La atención de todos, incluidos especialmente los que no pueden hacer frente a copagos, “es fundamental para que ingresen en un proceso de control de la infección”, agregó.

Los auspiciosos datos sobre la merma en la cantidad de afectados por esta virus en Uruguay fueron aportados por Basso en el acto de este miércoles por el Día Nacional del VIH-Sida, quien estuvo acompañado de la subsecretaria Cristina Lustemberg, el director general del Salud, Jorge Quian, la responsable del área, Susana Cabrera, y la presidenta del Directorio de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), Susana Muñiz.
En la ceremonia se indicó que la epidemia se denomina “concentrada”, pues afecta fundamentalmente a Montevideo, pese a que igual existen casos en todos los departamentos del país.
El porcentaje en la población general es menor a 1 % y en algunos colectivos esa cifra se eleva como las personas privadas de libertad, los hombres que tienen sexo con hombres y personas trans. En 2014 se detectaron unos 1.000 casos, lo cual suma unas 12.000 personas diagnosticadas como portadoras de VIH (virus de inmunodeficiencia humana), causante del sida.
La gráfica de casos detectados comenzó a tener un comportamiento descendente en los últimos años, aseguraron las autoridades.
En este escenario, uno de los objetivos fundamentales del Ministerio de Salud Pública (MSP) es lograr el fácil acceso al diagnóstico, es decir que cualquier persona que quiera conocer su condición pueda acceder a un test rápido con su médico de cabecera.
Cabe consignar que cuanto más rápido se haga el diagnóstico antes se puede empezar el tratamiento y por ende transformarse en una enfermedad crónica como sucede en gran parte del mundo.
El segundo objetivo es eliminar la transmisión vertical del VIH y de la sífilis de la madre infectada a sus hijos, para lo cual se requieren cifras menores a 2 % (de cada 100 madres infectadas, dos o menos estén infectados). Uruguay ya se ubica en torno a 1 %, por lo cual se está ingresando en esa etapa.
En cuanto a la sífilis congénita, aún se está en cifras más elevadas que las que solicita la Organización Panamericana de la Salud (0,5 x 10.000) para decretar que Uruguay está libre. Actualmente está en 2 x 10.000.
De todas formas, aumentaron los controles de embarazo, lo cual hace confiar en que se podrá diagnosticar y tratar la enfermedad (se debe tratar la mujer embarazada y la pareja contagiante). Se estima que el año próximo se podría lograr esta meta.
El ministro Basso dijo que en los últimos 30 años se vivió un proceso de acumulación de experiencias y capacidades en el mundo y que en Uruguay se consolidó una estrategia fuerte de política de Estado en la materia. Se logró consensuar y acumular voluntades y ahora se visualiza una franca disminución de lo que fue el –entonces— crecimiento de la epidemia.
“Para poder seguir avanzando nos enfrentamos ‘al disco duro’ de nuestra conformación como seres humanos y como sociedad”, advirtió.
El ministro entiende que los prestadores de salud tienen el enorme desafío de lograr la continuidad del tratamiento de todos los usuarios diagnosticados, dado que aún no se logró sostener dichos tratamientos.
“Es un desafío extraordinario para el sistema de salud que las personas diagnosticadas no se pierdan e ingresen en un proceso de control de la infección”, sumado a la importancia de seguir captando personas para realizarles el test “y evitar oportunidades perdidas”.
Ante ello comprometió el apoyo para que los pacientes puedan continuar el tratamiento, sobre todo pensando en algunas instituciones que comprenden a la mayor parte de la población vulnerable.
Luego hizo hincapié en este aspecto, porque entiende que se acerca a los pacientes a la posibilidad de cronificar la enfermedad. “No hablaríamos de una enfermedad necesariamente mortal, sino de una patología crónica más”, esto requiere diagnóstico, control y tratamiento oportuno, explicó.
“Esta no es una discusión neutra, porque existe un conjunto de intereses sobre el tema, pero con madurez, con elementos técnicos basados en evidencia, con criterios de responsabilidad en la administración de los recursos y con eficiencia de gestión podemos como país tener una salida y resolver lo que era una epidemia”, añadió.
En este aspecto, Quian explicó que los medicamentos son accesibles, pero a veces los copagos dificultan su adquisición por parte de personas de bajos recursos.
Como en ASSE no hay copagos, la mayor parte de los infectados con VIH se atienden en ASSE. Una de las posibilidades en el futuro es incluir a los portadores de VIH como enfermos crónicos y, por ello, con más facilidades.
Quian apeló a la no discriminación del VIH, que si bien existe cada vez menos, aún persiste, tanto en la población en general como en el sistema de salud. Esta es una estrategia importante para poder detectar los casos que a veces “se escapan” del diagnóstico, explicó.
Lustemberg dijo que en esta etapa que atraviesa la enfermedad en el país y la reforma de la salud, lo que se aspira es a mejorar la calidad asistencial y la humanización de la atención por parte del equipo de salud. Puso énfasis en las políticas de atención integral de la madre y el hijo, tomando el desafío que tenemos como país de ir hacia la eliminación de la transmisión vertical de VIH/Sida y sífilis congénita.
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