Gobierno trabaja para que Uruguay Crece Contigo sea política de Estado "con fuerza" de Ley
“La mayor lección aprendida de la experiencia chilena es que el programa se volvió una política de Estado con fuerza de Ley”, explicó la coordinadora de UCC, Cristina Lustemberg, quien entiende que para resolver problemas vinculados a primera infancia es necesaria una proyección de largo plazo, con responsabilidad del Estado, aporte de instituciones del conocimiento y sociedad civil y acuerdo ciudadano.

El Consejo Académico Asesor del programa Uruguay Crece Contigo, que se encuentra en fase de formación, tuvo su primer encuentro en la sede de CEFIR el 23 de octubre. Allí están representadas diversas disciplinas de la Universidad de la República, universidades privadas, Instituto Pasteur, organizaciones de la sociedad civil y una red de instituciones que se procura trabajen en conjunto con el programa.
Uruguay Crece Contigo es coordinado por el Área de Políticas Territoriales de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), orientado a consolidar un sistema de protección integral a la primera infancia, de carácter universal, basado en la atención de mujeres embarazadas y niños menores de cuatro años.
La actividad fue presidida por la coordinadora del programa, Cristina Lustemberg, y el director del Área de Políticas Territoriales de la OPP, Marcos Otheguy, junto al representante de UNICEF en Uruguay, Egidio Crotti, y la experta chilena en temas de infancia, Helia Molina.
Lustemberg
destacó el aporte de los académicos que comienzan a reunirse y el valor que
tiene encarar el tema no solo desde la medicina, sino desde otras disciplinas
como ciencias sociales, antropología, economía, nutrición, psicología y psicomotricidad.
Expresó la importancia de tener una comunicación horizontal con docentes y
científicos para lograr la integralidad que requiere el manejo de la concepción
de la primera infancia.
Política pública y conocimiento
Otheguy recordó que la primera infancia es prioridad en la agenda de las políticas públicas del país. Recordó que la previsión para 2050 es que Uruguay tenga 3.750.000 habitantes, de los cuales 550 mil serán menores de 14 años y más del doble mayores de 60. Con estos indicadores el país se consolidaría como una nación con una alta tasa de envejecimiento y baja natalidad.
Aclaró que no siempre es malo ser pocos, pero impone desafíos. Por un lado se debe avanzar en la calidad de los recursos humanos (calificación) y por otro en la atención a la primera infancia, adolescencia y juventud. “El país debe generar políticas activas para esta población, tan necesaria en este escenario”, añadió Otheguy, quien consideró fundamental conjugar política pública con conocimiento (saber).
Crotti definió este tipo de encuentros como un paso más hacia la construcción de un sistema integral y recordó que hace unos 15 años la infancia no estaba en el centro de la atención, eran unos pocos que con militancia intentaban posicionar el tema. Dijo que una demostración del cambio es que la OPP defina a la primera infancia como prioridad y como una herramienta para el desarrollo. “Uruguay puede ser laboratorio de la innovación y referencia para demostrar que la inversión en primera infancia puede cambiar el país. Hay compromiso político, conocimiento y recursos”, añadió.
Trasladar la experiencia
Helia Molina es médica pediatra, profesora de Pediatría y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, ex asesora regional de la OPS en salud infantil y directora nacional del Programa Chile Crece Contigo hasta el año 2010.
La experta chilena aludió a los motivos que justifican el accionar en primera infancia. Durante su fundamentación expuso sobre la incidencia de los genes y el estímulo del cerebro, el aprendizaje temprano y la conducta criminal. Habló de “desarrollo integral” como algo mucho más amplio que crecer y que los órganos maduren, sino que implica la interacción con el entorno, los procesos de cambio individuales, la adquisición de experiencias y las relaciones con los demás. Se refirió a la actividad cerebral y la estimulación. Dijo que existen períodos críticos donde se abren determinadas ventanas de oportunidades de corta duración que hay que aprovechar.
Molina definió lo que se consideran momentos de estrés para un niño, que repercuten directamente en su crecimiento, como por ejemplo situaciones de privación, desnutrición, cambio permanente de lugar, violencia o cualquier hecho que genere reacciones neurológicas. Esto los afecta directamente, genera problemas metabólicos y mayor producción de corticoides. Así comienza el ciclo que afecta la parte física y redunda en problemas de crecimiento y enfermedades crónicas no transmisibles como por ejemplo la diabetes. También se refirió a las lecciones aprendidas en el modelo chileno, es decir éxitos y fallas del programa, de los cuales Uruguay tomó nota.
“La mayor lección aprendida es que Chile adquirió este programa y lo volvió una política de Estado con fuerza de Ley. Las políticas de infancia no se resuelven en una administración, sino que tienen que tener una proyección a largo plazo”, indicó la coordinadora del programa en Uruguay. Lustemberg añadió que “si queremos resolver de forma estructural el problema vinculado a temas de primera infancia, el país lo debe tomar como una política de Estado, que trascienda gobiernos y que convoque a educación, salud y protección social, con clara responsabilidad desde el Estado pero con convocatoria a instituciones vinculadas al conocimiento y la sociedad civil y un claro acuerdo ciudadano”.