Base de Uruguay en la isla Rey Jorge
Diciembre es cada año el mes clave para la Base Científica Antártica Artigas debido a que es el momento de preparación para el recambio y la oportunidad de recibir visitantes. Pero este año adquiere una mayor significación dado que se conmemoran los 30 años de la primera misión de Uruguay al llamado continente blanco y la oficialización con ello de la presencia de Uruguay en la zona.
Uruguay adhirió al Tratado Antártico en 1979 y desde el 7 de octubre de 1985 es uno de los 29 miembros consultivos plenos en el marco de los 52 que se han sumado hasta ahora a este convenio internacional suscripto en 1959 y que entró en vigor dos años después.
En ese marco, Uruguay estableció una base en la isla Rey Jorge el 22 de diciembre de 1984, cuando llegó al lugar un contingente de científicos y personal del Instituto Antártico Uruguayo (IAU), posibilitado por viajes de exploración previos y estudios.
El objetivo planteado y logrado entonces fue que Uruguay tuviera su propia base estable en la Antártida, como ya lo habían hecho otros países, explicó a la Secretaría de Comunicación el jefe del departamento de Relaciones Públicas el IAU, Waldemar Fontes.
Uruguay en la Antártida
La Base Artigas se encuentra en la península Fildes de la Isla Rey Jorge y tiene unos 10 kilómetros de largo por cinco de ancho. En las cercanías hay otra similar de Chile, que cuenta con un aeropuerto ubicado sobre una bahía donde pueden recalar buques, permitiendo así el intercambio de suministros y personas.
Estar posicionado en esa isla es estar en un lugar estratégico y es una puerta de entrada del continente antártico, razón por la cual se suman en el área, además de Chile, bases de Argentina, Brasil, Rusia, China, Corea del Sur, Polonia, entre otras.
Un año en la base
La base uruguaya aún está en la fase de “invernada”, como la llaman, con 8 personas en funciones, conformado por el jefe de la dotación, un médico, un electricista, un cocinero, un buzo, un mecánico, un radio-operador y un meteorólogo.
En enero comienza la campaña de verano propiamente dicha, cuando llega el barco que salió desde Montevideo poco más de una semana antes de las fiestas de fin de año con los suministros y el combustible para todo el año. En forma simultánea se fleta un avión para llevar a técnicos, autoridades, científicos, turistas, artistas y hasta periodistas, los cuales pasarán varios días en la base.
En esa fecha se produce uno de los acontecimientos más importantes que es la descarga del buque. Es una maniobra muy complicada, ya que hay que esperar las condiciones climáticas favorables para hacerlo y sin contar con un muelle por lo cual hay que utilizar grúas de playa.
Este procedimiento lleva dos o tres días y todas las personas que llegan en el vuelo colaboran con la descarga, explicó.
Por eso enero es sumamente intenso, con el agregado de que nunca se pone el sol en esas semanas, sino que solo se llega a una penumbra entre las 2 y las 4 de la madrugada.
Una vez descargados todos los pertrechos “se puede respirar”, recordó Fontes, aunque siguen las tareas organizativas y administrativas para el funcionamiento del resto del año.
Las personas que llegan por vía aérea se quedan alrededor de 15 días y en la base a partir de esa fecha solo permanece la dotación que trabajará en el período de verano, constituida de científicos, personal de servicio, militares y otros con tareas específicas. En lo que hace a diciembre, enero, febrero y marzo, que son los meses de mayor actividad, llegan a la base dos o tres vuelos.
Proyectos científicos
Respecto de los proyectos de investigación, Fontes explicó que han finalizado aquellos en los que se trabajó en estos dos últimos años y que a partir de ahora comienza un nuevo programa sobre monitoreo ambiental, que implica la realización de varios estudios.
Destacó que uno de los que tuvo mayor repercusión hasta ahora fue la investigación sobre la alimentación de los pingüinos con krill.
En ese proyecto no solo se descubrieron las cualidades de este crustáceo, sino que se logró desarrollar un extracto para el consumo humano que es único en el mundo. Fue uno de los primeros en los que se trabajo en la Base Artigas y tuvo mucho éxito a nivel comercial en Uruguay y el mundo.
Otros planes de investigación son, entre varios, los estudios biopolímeros para la aplicación industrial de la Facultad de Ingeniería, de secuencias genéticas para determinar un producto que sirva para curar los hongos de las manzanas en las cámaras de frío y otro que permitió descubrir nuevas especies de animales microscópicos, repasó Fontes.
Si bien la actividad científica no es conocida popularmente, a nivel de la comunidad académica internacional son muy valorados.
Con respecto al programa de monitoreo ambiental, Fontes explicó que es una de las actividades más importantes que se realizan en la actualidad, ya que se enmarca dentro del protocolo de protección ecológica que rige en la Antártida. Con ese proyecto se hace un seguimiento de las actividades humanas para ver hasta donde afectan la zona.
En otro plano, una delegación del IAU atiende especialmente el buen manejo de las aguas servidas, lo cual ha sido tomado como ejemplo por otros países. “Gracias a nuestras buenas prácticas y a las tareas que realizamos, no contaminamos el mar, aseguró Fontes.
Proyectos educativos
Por primera vez se está implementando un programa de difusión, educación y cultura antártica de las tareas de la Base Artigas, explicó Fontes.
Uno de los proyectos lo llevan a cabo egresados de la Escuela Nacional de Bellas Artes, quienes reflejan en sus obras la vida en la Antártida. El objetivo es lograr una nueva mirada de la vida en esa zona y que pueda llegar a toda la sociedad a través de otros lenguajes, sostuvo.
Agregó, con respecto a este tema, que está en vigor un llamado para la presentación de proyectos educativos, culturales y de difusión, relacionados con la actividad del Uruguay en la Antártida para el período 2014-2016.
Investigaciones científicas, técnicas y ambientales consolidan presencia en Antártida
A 30 años de la llegada de la primera misión uruguaya a la Antártica, la Base Artigas se prepara para recibir en verano el recambio de personal militar, pertrechos para los próximos 12 meses y a científicos y técnicos de variadas disciplinas, que aprovechan las particularidades de la zona para profundizar estudios. Una de esas investigaciones permitió crear un extracto del krill para consumo humano, que es único en el mundo.

Uruguay adhirió al Tratado Antártico en 1979 y desde el 7 de octubre de 1985 es uno de los 29 miembros consultivos plenos en el marco de los 52 que se han sumado hasta ahora a este convenio internacional suscripto en 1959 y que entró en vigor dos años después.
En ese marco, Uruguay estableció una base en la isla Rey Jorge el 22 de diciembre de 1984, cuando llegó al lugar un contingente de científicos y personal del Instituto Antártico Uruguayo (IAU), posibilitado por viajes de exploración previos y estudios.
El objetivo planteado y logrado entonces fue que Uruguay tuviera su propia base estable en la Antártida, como ya lo habían hecho otros países, explicó a la Secretaría de Comunicación el jefe del departamento de Relaciones Públicas el IAU, Waldemar Fontes.
Uruguay en la Antártida
La Base Artigas se encuentra en la península Fildes de la Isla Rey Jorge y tiene unos 10 kilómetros de largo por cinco de ancho. En las cercanías hay otra similar de Chile, que cuenta con un aeropuerto ubicado sobre una bahía donde pueden recalar buques, permitiendo así el intercambio de suministros y personas.
Estar posicionado en esa isla es estar en un lugar estratégico y es una puerta de entrada del continente antártico, razón por la cual se suman en el área, además de Chile, bases de Argentina, Brasil, Rusia, China, Corea del Sur, Polonia, entre otras.
Un año en la base
La base uruguaya aún está en la fase de “invernada”, como la llaman, con 8 personas en funciones, conformado por el jefe de la dotación, un médico, un electricista, un cocinero, un buzo, un mecánico, un radio-operador y un meteorólogo.
En enero comienza la campaña de verano propiamente dicha, cuando llega el barco que salió desde Montevideo poco más de una semana antes de las fiestas de fin de año con los suministros y el combustible para todo el año. En forma simultánea se fleta un avión para llevar a técnicos, autoridades, científicos, turistas, artistas y hasta periodistas, los cuales pasarán varios días en la base.
En esa fecha se produce uno de los acontecimientos más importantes que es la descarga del buque. Es una maniobra muy complicada, ya que hay que esperar las condiciones climáticas favorables para hacerlo y sin contar con un muelle por lo cual hay que utilizar grúas de playa.
Este procedimiento lleva dos o tres días y todas las personas que llegan en el vuelo colaboran con la descarga, explicó.
Por eso enero es sumamente intenso, con el agregado de que nunca se pone el sol en esas semanas, sino que solo se llega a una penumbra entre las 2 y las 4 de la madrugada.
Una vez descargados todos los pertrechos “se puede respirar”, recordó Fontes, aunque siguen las tareas organizativas y administrativas para el funcionamiento del resto del año.
Las personas que llegan por vía aérea se quedan alrededor de 15 días y en la base a partir de esa fecha solo permanece la dotación que trabajará en el período de verano, constituida de científicos, personal de servicio, militares y otros con tareas específicas. En lo que hace a diciembre, enero, febrero y marzo, que son los meses de mayor actividad, llegan a la base dos o tres vuelos.
Proyectos científicos
Respecto de los proyectos de investigación, Fontes explicó que han finalizado aquellos en los que se trabajó en estos dos últimos años y que a partir de ahora comienza un nuevo programa sobre monitoreo ambiental, que implica la realización de varios estudios.
Destacó que uno de los que tuvo mayor repercusión hasta ahora fue la investigación sobre la alimentación de los pingüinos con krill.
En ese proyecto no solo se descubrieron las cualidades de este crustáceo, sino que se logró desarrollar un extracto para el consumo humano que es único en el mundo. Fue uno de los primeros en los que se trabajo en la Base Artigas y tuvo mucho éxito a nivel comercial en Uruguay y el mundo.
Otros planes de investigación son, entre varios, los estudios biopolímeros para la aplicación industrial de la Facultad de Ingeniería, de secuencias genéticas para determinar un producto que sirva para curar los hongos de las manzanas en las cámaras de frío y otro que permitió descubrir nuevas especies de animales microscópicos, repasó Fontes.
Si bien la actividad científica no es conocida popularmente, a nivel de la comunidad académica internacional son muy valorados.
Con respecto al programa de monitoreo ambiental, Fontes explicó que es una de las actividades más importantes que se realizan en la actualidad, ya que se enmarca dentro del protocolo de protección ecológica que rige en la Antártida. Con ese proyecto se hace un seguimiento de las actividades humanas para ver hasta donde afectan la zona.
En otro plano, una delegación del IAU atiende especialmente el buen manejo de las aguas servidas, lo cual ha sido tomado como ejemplo por otros países. “Gracias a nuestras buenas prácticas y a las tareas que realizamos, no contaminamos el mar, aseguró Fontes.
Proyectos educativos
Por primera vez se está implementando un programa de difusión, educación y cultura antártica de las tareas de la Base Artigas, explicó Fontes.
Uno de los proyectos lo llevan a cabo egresados de la Escuela Nacional de Bellas Artes, quienes reflejan en sus obras la vida en la Antártida. El objetivo es lograr una nueva mirada de la vida en esa zona y que pueda llegar a toda la sociedad a través de otros lenguajes, sostuvo.
Agregó, con respecto a este tema, que está en vigor un llamado para la presentación de proyectos educativos, culturales y de difusión, relacionados con la actividad del Uruguay en la Antártida para el período 2014-2016.