Análisis del Ministro de Salud Pública
En estos días han sido publicadas cifras sobre diferentes indicadores de calidad de vida de la población uruguaya. Todos esos indicadores son muy auspiciosos, como la reducción de la pobreza (en especial la infantil, que fue la que más descendió), la reducción casi a niveles de eliminación de la indigencia, la mejora en diversos índices de desigualdad (que en esta misma nota analizaremos), la reducción de la mortalidad infantil más importante (86 niños muertos menos que en 2009), entre otros indicadores. Pero hemos escuchado con sorpresa a varios políticos de la oposición argumentar que estos resultados nada tienen que ver con la política del gobierno y que sólo son producto de la coyuntura internacional. Además de analizar algunas cifras, tratare de demostrar en esta nota que lo bueno que nos pasa es resultado de lo que hicimos. Hemos sostenido siemspre que el crecimiento económico es condición necesaria, imprescindible, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, pero no suficiente. Y que es necesario poner en marcha políticas activas que transformen el crecimiento en redistribución y mejoras en la calidad de vida de todos, y no sólo de algunos.
Mirar a los noventa
Como no hay mejor evidencia que la realidad quiero comenzar esta nota recordando lo que pasó en otro período de la vida del país, donde también hubo crecimiento económico y buenas condiciones externas y los indicadores de calidad de vida no mejoraron en igual proporción. Durante la década del 90, donde hubo crecimiento económico pero se aplicó un modelo que denominamos LACE (Liberal, Aperturista, Concentrador y Excluyente), el desempleo permaneció constante y aún creciente al final de la década, el salario real creció menos de la sexta parte que el PBI, el salario mínimo cayó a más de la mitad, y la desigualdad medida por el conocido índice de Gini aumentó a lo largo de todo el período. Crecimiento con exclusión o crecimiento con inclusión: ese es el dilema de la política económica hoy. Y mientras en los años 90 se optó por un modelo excluyente y concentrador, los gobiernos frenteamplistas han optado por un modelo distributivo e incluyente.
Algunas cifras actuales
La desigualdad ha mejorado sustancialmente en sus dos indicadores. Por un lado, el índice de Gini -que da 0 cuando hay plena igualdad, en el sentido que los ingresos se distribuyen por partes iguales entre todos los ciudadanos, y da 1 cuando hay plena concentración, es decir cuando un individuo acapara todo el ingreso del país- se ha ido acortando. Como muestra el informe del Instituto Nacional de Estadísticas difundido el jueves 31 de marzo, el Gini viene cayendo desde 2007 y bajó de 0,432 a 0,421 entre 2009 y 2010. El otro indicador es la comparación entre el ingreso medio del 10 por ciento más rico de la población respecto al 10 por ciento más pobre. Durante la crisis de 2002, los primeros tenían un ingreso 20 veces superior a los segundos, en 2006 la relación se redujo a 18 y en 2010 ya está en 15. La pobreza también ha caído nuevamente. Recordemos que al comienzo del gobierno frenteamplista era de más de 30 por ciento de las personas (es decir que uno de cada tres uruguayos era pobre) y ha bajado tanto que en 2010 hay 74.800 personas pobres menos que en 2009. Otro dato fuerte: donde más bajó la pobreza fue entre los niños. Entre los menores de 6 años, hoy hay 11.800 pobres menos que en 2009 y entre los niños de 6 a 12 años 12.600 salieron de la pobreza. En tercer lugar se produjo una nueva caída de la indigencia, que se ubica en el 0,6 por ciento de los hogares y el 1,1 por ciento de las personas. Se está muy cerca de la eliminación de la indigencia, objetivo que se fijó el gobierno al asumir. A estas cifras difundidas esta semana hay que sumarle, porque va en la misma dirección y tiene similares causalidades, la baja histórica de la mortalidad infantil en 2 por mil, llegando a su valor histórico más bajo y significando 86 niños y niñas muertos menos respecto al año pasado.
Un resumen de las cifras
Antes de analizar las causas de estos indicadores quiero destacar tres elementos que resumen la información: a) Todos los indicadores presentaban ya tendencias claras a mejorar, especialmente desde 2008. b) La población de niños y adolescentes es la que aparece más beneficiada. c) Se redujo un indicador que el INE llama "brecha de la pobreza", que es cuando los hogares pobres no tienen suficientes ingresos para salir de ella.
Las mejoras de la calidad de vida y las acciones de la política
El 31 de marzo pasado el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) difundió un estudio que muestra cómo los niveles de pobreza e indigencia en la sociedad uruguaya se han ido reduciendo sistemáticamente, en especial desde 2005. Pocos días antes se conoció otro dato significativo: la mortalidad infantil cayó a su tasa más baja de la historia. En esta columna, el ministro de Salud Pública sostiene que esos resultados no son producto del azar ni de circunstancias externas sino de políticas activas aplicadas desde el Estado.

Mirar a los noventa
Como no hay mejor evidencia que la realidad quiero comenzar esta nota recordando lo que pasó en otro período de la vida del país, donde también hubo crecimiento económico y buenas condiciones externas y los indicadores de calidad de vida no mejoraron en igual proporción. Durante la década del 90, donde hubo crecimiento económico pero se aplicó un modelo que denominamos LACE (Liberal, Aperturista, Concentrador y Excluyente), el desempleo permaneció constante y aún creciente al final de la década, el salario real creció menos de la sexta parte que el PBI, el salario mínimo cayó a más de la mitad, y la desigualdad medida por el conocido índice de Gini aumentó a lo largo de todo el período. Crecimiento con exclusión o crecimiento con inclusión: ese es el dilema de la política económica hoy. Y mientras en los años 90 se optó por un modelo excluyente y concentrador, los gobiernos frenteamplistas han optado por un modelo distributivo e incluyente.
Algunas cifras actuales
La desigualdad ha mejorado sustancialmente en sus dos indicadores. Por un lado, el índice de Gini -que da 0 cuando hay plena igualdad, en el sentido que los ingresos se distribuyen por partes iguales entre todos los ciudadanos, y da 1 cuando hay plena concentración, es decir cuando un individuo acapara todo el ingreso del país- se ha ido acortando. Como muestra el informe del Instituto Nacional de Estadísticas difundido el jueves 31 de marzo, el Gini viene cayendo desde 2007 y bajó de 0,432 a 0,421 entre 2009 y 2010. El otro indicador es la comparación entre el ingreso medio del 10 por ciento más rico de la población respecto al 10 por ciento más pobre. Durante la crisis de 2002, los primeros tenían un ingreso 20 veces superior a los segundos, en 2006 la relación se redujo a 18 y en 2010 ya está en 15. La pobreza también ha caído nuevamente. Recordemos que al comienzo del gobierno frenteamplista era de más de 30 por ciento de las personas (es decir que uno de cada tres uruguayos era pobre) y ha bajado tanto que en 2010 hay 74.800 personas pobres menos que en 2009. Otro dato fuerte: donde más bajó la pobreza fue entre los niños. Entre los menores de 6 años, hoy hay 11.800 pobres menos que en 2009 y entre los niños de 6 a 12 años 12.600 salieron de la pobreza. En tercer lugar se produjo una nueva caída de la indigencia, que se ubica en el 0,6 por ciento de los hogares y el 1,1 por ciento de las personas. Se está muy cerca de la eliminación de la indigencia, objetivo que se fijó el gobierno al asumir. A estas cifras difundidas esta semana hay que sumarle, porque va en la misma dirección y tiene similares causalidades, la baja histórica de la mortalidad infantil en 2 por mil, llegando a su valor histórico más bajo y significando 86 niños y niñas muertos menos respecto al año pasado.
Un resumen de las cifras
Antes de analizar las causas de estos indicadores quiero destacar tres elementos que resumen la información: a) Todos los indicadores presentaban ya tendencias claras a mejorar, especialmente desde 2008. b) La población de niños y adolescentes es la que aparece más beneficiada. c) Se redujo un indicador que el INE llama "brecha de la pobreza", que es cuando los hogares pobres no tienen suficientes ingresos para salir de ella.