Ministro Daniel Olesker

Programas prioritarios “dieron en la tecla” con necesidades de la población vulnerable

“Tres de cada cuatro jóvenes se volvieron a vincular a la actividad educativa, a la laboral o a ambas, y con ello se logró el primer objetivo de la población meta”, dijo Daniel Olesker en alusión a los primeros resultados de Jóvenes en Red, uno de los programas prioritarios que el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y otras reparticiones llevan adelante para mejorar la calidad de vida de la población más expuesta.

Plaza Casavalle
Todo comenzó a fines de 2011, cuando el Presidente José Mujica solicitó que se estudiara la situación de las personas con mayor vulnerabilidad social, recordó Olesker al evaluar la marcha de los programas de mayor urgencia del ministerio que dirige en entrevista con la Secretaría de Comunicación.

El análisis reveló que, pese a que había una sensible mejora en los ingresos de los hogares y que las transferencias monetarias se venían instrumentando en forma correcta, había un problema en las condiciones generales de vida que se expresaba en la informalidad en el trabajo, en el bajo nivel educativo y en la precariedad en materia de vivienda en las que se desarrollaban.

La mayor concentración se daba en la zona metropolitana de Montevideo y en el arco norte del país. Se detectó que era una población que, en relación a la media del país, tenía hogares mucho más extendidos (varios hijos) y niveles educativos promedio de 6,2 años en adultos, frente al promedio de 9,3 de todo el país. El 80 % trabajaba, pero en el sector informal, y los niveles de precariedad de la vivienda eran altos.

“Esto rompió el mito de que los sectores más pobres vivían de las transferencias monetarias. Está demostrado que no es así”, enfatizó Olesker.

En los sectores de mayor pobreza hay una inclusión en el mercado de trabajo muy alta. Sus principales ingresos derivan del trabajo, no de las transferencias monetarias, pero tienen dificultades para cambiar su situación en términos de movilidad social vertical por falta de capacitación y nivel educativo.

Con ese diagnóstico se decidió armar un set de programas que actuaran sobre los problemas centrales de esa población, que se concretó en Uruguay Crece Contigo, Jóvenes en Red y Cercanías. A esto se sumó la estrategia de duplicación de la Tarjeta Uruguay Social y la acción del Plan Juntos.

“Esos cinco programas formaron una especie de ‘shock’ sobre esas personas”, puntualizó.

Olesker definió tres elementos como fundamentales para el éxito de la implementación de los programas: la unificación de las bases de datos sobre esta población, logrando una unidad integral de mando; que sean programas de acompañamiento, y que su práctica sea con un criterio de territorio como base de acción.

Jóvenes en Red
El ministro hizo hincapié en el programa Jóvenes en Red, que trabajó con 2.280 personas el primer año y hoy se extiende a 3.200. Su prioridad fue Montevideo, Canelones y el arco norte del país. En la capital del país se trabajó en siete zonas, lo que le da nombre al plan.

Tres de cada cuatro jóvenes se vuelven a vincular, algunos a una actividad educativa, otros al mercado de trabajo. Alrededor de 300 de ellos lo hicieron en ambas cosas. Así se logró el primer objetivo en el 75 % de la población meta.

“El programa logró que comenzaran su proceso de revinculación. Ahora hay que sostenerlos y trabajar fuerte con ellos”, aclaró Olesker.

“Es un resultado espectacular. Nos sentimos muy orgullosos de este programa”, dijo el funcionario, quien entiende que esto demuestra que “los programas prioritarios ‘dieron en la tecla’ de cómo posicionarse metodológicamente, cómo llegar a la población y qué ofrecer para encantarlos”.

Plan Siete Zonas
La idea de reformular la metodología de trabajo en los sectores de pobreza más estructural tuvo otro capítulo cuando el Presidente Mujica solicitó que se trabajara con más intensidad la mirada territorial de acompañamiento, de cambio en las condiciones de materialidad en lugares puntuales, para ver cómo funcionaba, ya que la metodología parecía ser adecuada y la reformulación programática estaba bien encaminada. De ese modo surgió el plan Siete Zonas.
 
La iniciativa se sostiene en tres componentes: uno social, que es la presencia masiva de Jóvenes en Red, Cercanías, del Programa Identidad del Mides, Fortalecimiento Educativo y un programa de acercamiento familiar, llevado adelante por la Universidad de la República. “Todas las fuerzas sociales concentradas fuertemente en esos lugares”, explicó.

El segundo componente es la materialidad, es decir, la generación de condiciones materiales para el cambio en la calidad de vida. Depende de la zona pero hay propuestas de iluminación, erradicación de basurales, construcción o remodelación de plazas públicas y de deportes.

El tercero tiene que ver con una mayor presencia de los servicios sociales universales.

“La focalización no es un fin en sí mismo, es una herramienta en el territorio para lograr el tránsito hacia los servicios universales”. A esto se suma un componente de convivencia, de seguridad ciudadana, con más presencia policial en la zona y la Policía Comunitaria.

“Expresar resultados aún es difícil, lo que se puede es hablar de presencia, y la hay”, expresó.