Mujica en Radio Uruguay

Uruguay tiene el cielo despejado para seguir mejorando, no hay apocalipsis en puerta

El Presidente José Mujica dijo que, si fuera por el reconocimiento inédito de las calificadoras de riesgo financiero, “diría que estamos en el país de las maravillas, pero no lo creo porque no existe, siempre hay para mejorar, se debe ir escalón a escalón y aprender de los tropiezos”. Insistió en que Uruguay tiene “su cielo despejado”, solo “depende de nuestro compromiso pues no hay ningún apocalipsis en la puerta”.

Presidente josé Mujica
En su audición semanal por Radio Uruguay, el Presidente Mujica reflexionó este martes sobre las pasiones que a veces se desatan en el contexto político actual de campaña electoral y llamó a tener memoria, repasó algunos temas de la actualidad de Uruguay e insistió en el buen momento que atraviesa el país.

“Los seres humanos estamos frecuentemente empujados por dos fuerzas igualmente colosales que tienen en común el hecho de que son ciegas, no ven: una es el amor, fuerza creadora y amiga de la vida, y la otra es el odio, que enceguece y destruye”.

A partir de esta afirmación, Mujica pidió que se le “quite el IVA” a mucho de lo que se dice por estos días, porque se cae en un círculo de tal pasión que escapa de la realidad, de la visión concreta y contribuye a ofender la verdad.

“De exageración en exageración se cae en una siembra pesimista para una sociedad que lo que menos necesita es pesimismo. Si bien no tiene una aurora rosada despejada, el futuro depende de nuestro andar, de nuestra iniciativa, de nuestro compromiso y no hay ningún apocalipsis en la puerta”, aseguró.

Memoria
El mandatario puso algunos ejemplos del pasado cuando, dijo, se tendía a repartir a favor de determinados intereses.

Recordó que cuando le tocó ser ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (en el gobierno anterior del Frente Amplio 2005-2010), heredó una importante cantidad de funcionarios con salarios altos, que cobraban fuera de esa cartera en diversas agencias, aunque figuraban como contratados y cedidos al Estado.

Esos empleados ganaban bastante más que los que, perteneciendo a la misma función, revistaban en el ministerio como funcionarios.

Esto no era una característica única de esa cartera, sino que se daba en forma similar en otras partes del Estado, narró.

Es que años atrás había entrado en vigor una ley que no permitía nuevos ingresos al Estado, “en un país de viejos, donde se retiran 30.000 o más por año”.

Una vez votada la ley, cuando tuvieron que respetarla y aplicarla no podían cumplir con lo establecido y empezaron a inventar mecanismos “para colar funcionarios por la ventana” para cubrir las vacantes.

“En algunos casos fue peor, porque se habían otorgados premios de retiros importantes para disminuir la cantidad de gente en el Estado, algunos habían cobrado suculentos premios, se habían ido y luego aparecían de vuelta contratados por este otro mecanismo”, denunció.

Con el paso del tiempo, esos funcionarios, por la legislación laboral que existe en Uruguay, al estar en condiciones de demostrar equis tiempo de dependencia, obligatoriamente debían pasar a ser funcionarios presupuestados. 

“Todavía peor, cuando entraban como funcionarios traían sueldos superiores y no se los podía rebajar, creándose una desigualdad con quienes tenían la misma función”, abundó.

“Hubo unos líos grandiosos. Fueron largos momentos de tensión, de discusiones sindicales. Pero eran verdaderos abusos y tuvimos que crear mecanismos como, por ejemplo, una bolsa con la cantidad global de plus que cobraban y distribuir ese dinero equitativamente con todos los funcionarios del Ministerio de Ganadería”, precisó.

“El Estado no bajaba la erogación, pero distribuía ese plus. Esto implicó que algunos que ganaban muy bien se nos transformaran en enemigos para siempre”, admitió.

“Todo esto hubo que legalizarlo. Cuando uno siente lo que se dice hoy que se bajarán los impuestos y que aumentarán las prestaciones sociales, uno piensa en ‘Alicia en el país de las maravillas’”, indicó.

“¿Otra vez tendremos cárceles de hojalata? ¿Otra vez desembocaremos en huelgas policiales por salarios de vergüenza? ¿O nos meteremos en un endeudamiento superior al producto interno bruto como lo tuvimos? ¿Volveremos a una franja de 39 % de pobres? ¿Se intentará de vuelta vender las empresas públicas?”, se planteó el mandatario, quien sin embargo entiende que nada de lo que compone “nuestro amargo pasado” volverá.

“Todo el que venga va a cuidar lo logrado. Pienso que por la pasión del momento hay una verdadera inflación de propuestas, consecuencia del calor político de la coyuntura. No se hacen con mala intención, sino con la necesidad de soñar que tiene la gente que, seguramente, con buena fe lucha por el bienestar del país”, sostuvo.

“No tengo por qué dudar de la intención de nadie. Creo que todas las fuerzas políticas a su manera quieren lo mejor para la sociedad”, agregó.

Mujica dijo que sabe por experiencia que, inevitablemente, más allá de la intención de la gente, cada cual verá su rumbo según la clase a la que pertenece y de una forma u otra va a tender a repartir a favor de uno o de otros, tratando de comprender a todos, pero será mucho más tenue y copartícipe con los intereses de la gente de su clase.

“Es inevitable porque así se mueve la condición humana”, puntualizó.

Calificación
En este contexto, el Presidente procuró “objetivizar un poco”.

“No creo que este ni ningún Gobierno de Uruguay tenga influencias como para lograr que todas las calificadoras que existen importantes en el mundo operen a favor de lo que le guste a un Gobierno”, dijo.

Para Mujica, “se está dando un hecho inédito en la historia del país: todas las agencias (de riesgo financiero), incluso las de Japón, nos califican cada vez mejor, como nunca se hizo antes con la economía del país”. Insistió en que sobran indicios internacionales de ese tipo.

“Si uno se moviera por ese reconocimiento, diríamos que estamos ya en el país de las maravillas. Pero yo no me lo creo, nunca me lo creeré porque el país de las maravillas es un sueño, no existe, siempre hay cosas para mejorar, para corregir, porque los hombres no somos perfectos, sino apenas perfectibles”.

“Los seres humanos nos equivocamos, la condición humana no es la de Dios, sino que es andar de escalón en escalón y aprender con cada tropezón”, aclaró.

El Presidente insistió en que Uruguay tiene el cielo despejado hacia su futuro.

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