Forte de Copacabana

Ministro García reafirmó tradición uruguaya de defensa del derecho internacional

El ministro de Defensa Nacional, Javier García, reafirmó la «rica tradición» uruguaya de «construir una política internacional basada en la fortaleza y defensa del derecho internacional, de la autodeterminación de los pueblos, de la solución pacífica de los conflictos, de la contribución al derecho internacional humanitario», al participar este jueves virtualmente en la Conferencia de Seguridad Internacional del Forte de Copacabana.
Ministro en teleconferencia

Allí compartió el panel de apertura junto a la ministra de Defensa de Alemania, Annegret Kramp-Karrenbauer, el Secretario General del Servicio Europeo de Acción Exterior de la Unión Europea, Stefano Sannino, el representante del Ministerio de Defensa de Brasil, contralmirante Guilherme Mattos de Abreu, siendo moderador Hennnik Speck, asesor de Política Exterior y Seguridad del Parlamento Alemán.

La temática de la conferencia tuvo el título «Ausencia de guerra: ¿significa paz?».

Esta fue la intervención realizada por el ministro García.

Ausencia de guerra: ¿significa paz?

El avance de la Historia ha demostrado que las guerras exitosas donde se ocupaban territorios de los cuales eran extraídas riquezas o a través de los cuales se buscaba obtener ventajas geopolíticas, hoy son una especie en extinción tanto para las grandes como las medianas potencias.

Son variados los motivos y las causas para esto:  

  1. La evolución de la economía ha determinado que los principales activos hayan dejado de ser los recursos naturales. En efecto, hoy el desarrollo de la economía está basado en el avance de las nuevas tecnologías, las cuales derivan de algo intangible como es el conocimiento y las cuales no son posibles de adquirir por la fuerza.
  2. La evolución del armamento militar y su poder distribuido entre distintos países no hace viable ni posible como en el pasado, obtener victorias que tengan un impacto de carácter global.
  3. El alcance de la llamada «ciberguerra», produce un fenómeno de equilibrio entre contrincantes en principio desiguales, ya que la contienda puede trasladarse a los respectivos territorios. Antes del uso de esta tecnología, una confrontación en un punto lejano del planeta para la potencia atacante, se limitaba exclusivamente a ese apartado territorio, situación que la «ciberguerra» corrige, ya que inmediatamente el atacante puede ser objeto de una retaliación en alguna de sus ciudades o parajes.

Ahora bien, la situación actual de «paz internacional», no supone la desaparición de amenazas. Las características de las mismas nos obligan a un necesario y constante aggiornamento de las distintas Fuerzas Armadas.

Podemos identificar como amenazas:

  1. Las décadas de paz que experimentamos, no han sido suficientes para que se abandonara la carrera armamentista, la cual de acuerdo a las cifras de las instituciones internacionales que estudian la materia, se han multiplicado;
  2. El factor humano es impredecible y puede, a pesar de que la lógica indique lo contrario, provocar un conflicto internacional. El uso de las fuerzas militares organizadas ha dejado de ser monopolio de los Estados. En este sentido es frecuente observar un poder de fuego en manos de organizaciones no estatales desgajadas del control del Gobierno Central al servicio de intereses específicos (principalmente relacionados con tráfico de drogas, étnicos o religiosos);  
  3. La aparición y supervivencia de temas como «terrorismo internacional», «extremismo violento», «crimen internacional organizado», «cibercriminalidad» e incluso el «lavado de dinero», son factores que pueden desencadenar y dar origen en cualquier momento a un conflicto;  
  4. La aparición de un nuevo tipo de armamento denominado «armas autónomas» mediante la utilización de «inteligencia artificial», podrá en un futuro encontrarse en condiciones de desplazar el factor humano en la operatividad de la guerra, así como ser el origen de nuevas formas de conflictos.

Ante la coyuntura, ¿cuál es el rol de nuestra región y de las Fuerzas Armadas?

Si bien cada país tiene su propia realidad, las formas de enfrentar los distintos problemas que se plantean ha dado lugar a discusiones y soluciones políticas del uso de las Fuerzas Armadas en la contribución de la seguridad con distintos énfasis.

Nuestra región se distingue en la coyuntura internacional, como una zona de paz.

Basta un ejemplo para comprobar este hecho.

En los últimos cien años, nuestra región es la única del planeta cuyo mapa no ha sido modificado. El compromiso primario debe ser preservar la tradición. Eso no significa que estemos libres de amenazas, ya que experimentamos divisiones políticas que, si bien estamos convencidos que no afectarán la tradición referida como zona de paz, de alguna forma debilita nuestra presencia internacional en temas multilaterales.

En este sentido, estimamos que las citadas diferencias no deben obstar a una efectiva coordinación en temas que inciden a todos por igual como el cambio climático, el desarme, el terrorismo internacional, el narcotráfico, el aumento de niveles de violencia, la aparición de nuevas tecnologías de guerra como el de las armas autónomas, entre otros.

Por lo expuesto y como garantía de paz para nuestro hemisferio, las Fuerzas Armadas deben continuar desarrollando ejercicios que incrementen la confianza mutua, orientados a prevenir los nuevos factores de violencia que han sido indicados.

Es en este sentido y en el marco de nuestras obligaciones legales, que hemos aprobado dotar a nuestras Fuerzas Armadas de los elementos necesarios para que actúen en consonancia con el concepto multidimensional de la seguridad, tal como ha sido definido en la Organización de Estados Americanos (OEA).

Dicho concepto se extiende desde la cooperación en materia sanitaria donde el ejemplo más claro y reciente se comprueba con el papel protagónico de nuestros efectivos en la lucha contra el Covid-19, como también en un plano distinto, pero no menos importante, al haber comenzado a aplicar la denominada Ley de «patrullaje fronterizo» donde nuestras Fuerzas Armadas custodian, vigilan y protegen 1/5 de nuestro territorio nacional.

Nuestra Nación comenzó el proceso de compromiso y cooperación en este sentido con el firme e irrenunciable deber de generar bienestar social al país y a la región, teniendo como faro y como estandarte firme la paz.

Avanzar en términos de democracia e institucionalidad con estados donde impere la separación de poderes, con elecciones libre, justicia independiente o prensa sin censura son elementos imprescindibles. Por sí solo no garantizan la paz, pero son el cimiento de la razón y del respeto a los Derechos Humanos que la ambientan.

Uruguay no tiene, como saben, vocación agresiva. Su rica tradición es la de construir una política internacional basada en la fortaleza y defensa del derecho internacional, de la autodeterminación de los pueblos de la solución pacífica de los conflictos, de la contribución al derecho internacional humanitario.

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