Día Internacional de la Mujer: Adriana Saenz de Zumarán

Soy mujer, madre, hija, granjera y agrónoma. Hoy además ocupo un cargo público.
Sé que todas las mujeres, independientemente de su posición social, económica, laboral y familiar la tienen más difícil. Me crié y después elegí (cuanta suerte hay en esta frase simple) en la producción granjera. Nunca vi una sola empresa granjera, de cualquier tamaño, en la que la mujer no estuviera sosteniéndola de diferentes maneras. Directamente con su trabajo en la tierra, yendo a la feria o al mercado, ordenando las cuentas, cuidando a los hijos, a los padres, cocinando y limpiando, educando, entreteniendo a los hijos para que el hombre que pasó toda la noche en el mercado o todo el día trabajando la tierra, tenga su justo descanso; haciendo conservas, investigando, diseñando estrategias de marketing , en los packing, en la limpieza, en la clasificación en la zorra, con el bolso, con la hormiga, decidiendo en qué invertir. Puedo seguir enumerando todas las tareas que involucran a la granja y tengo una imagen particular, con nombre y apellido, y es
la cara de una mujer. Algunas pocas, muy pocas, tenemos el privilegio de vivir y sostener a nuestras familias con un trabajo remunerado. Son menos aún las que lo hacen en las mismas condiciones que los hombres. Y no estoy hablando solamente de dinero. Hablo de mucho más.
La mayoría de esas mujeres hacen en silencio y sostienen a su comunidad de forma invisible, casi anónima.
La vida y sus circunstancias nos colocan a algunas pocas en lugares visibles. Estamos ahí, entre otras cosas, por el esfuerzo de miles y miles de mujeres que durante años fueron abriendo camino. Es un deber para mi seguir abriéndolo para que las que vienen después vayan por más en la meta de la igualdad de derechos y oportunidades. Tengo un sueño además: que sea como mujeres, sin otra distinción. Con todas las ideologías, con todos los colores y matices. Con todas las mujeres.