La comunicación como una dimensión estratégica en la construcción de políticas públicas agropecuarias
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El propósito de estas líneas es plantear una mirada estratégica sobre la comunicación agropecuaria. El artículo cumplirá su objetivo si facilita elementos para la discusión y adopción de medidas que se transformen en hábitos perdurables que contribuyan a una mayor Conciencia Agropecuaria de la sociedad uruguaya. Para ello es necesario combinar conocimiento teórico y experiencia práctica en la que se fusionan la pericia periodística, la teoría de la comunicación, el manejo de la ciencia política y la sociología, entre otros.
1. La necesidad de promover más Conciencia Agropecuaria
El área de la comunicación agropecuaria es parte de los lineamientos políticos definidos por la actual administración del MGAP para el período 2010-2015. Es en ese contexto que en los últimos años se organizaron diferentes actividades con periodistas especializados.
La última se realizó en la Expo Prado 2014. Consistió en un encuentro en el que participaron: el Presidente José Mujica, el Gabinete Agropecuario (autoridades del MGAP y de institutos agropecuarios) y cincuenta comunicadores rurales de todo el país.
En el comienzo, el Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Ing. Agr. Tabaré Aguerre, puso énfasis en la necesidad de construir Conciencia Agropecuaria en un país que tuvo, tiene y tendrá un futuro vinculado fuertemente al éxito o al fracaso de la actividad rural. En su discurso afirmó que el desafío pasa por transmitir al conjunto de la sociedad que el agro tiene oportunidades de desarrollo que nacen de un mundo que demanda cada vez más alimentos.
Sobre el final, el Presidente José Mujica reconoció que “es difícil la comunicación” porque no es sencillo explicar fenómenos profundos. Puso de ejemplo “los disparates” que siente con relación a la reprogramación genética. Hay gente que dice que “son espantosos”, sin tener idea lo que es la genética y la cuestión molecular. El problema es que “hay una soberbia hija de la ignorancia” “que es para temblar”.
En otro pasaje, el Presidente Mujica afirmó que el problema de formación de cultura es consecuencia de su historia y que “no tiene que extrañarnos” que el grueso del país no sepa que vive “de lo agropecuario”, porque la evolución demográfica de la sociedad ha sido determinante.
Sin embargo, y en línea con el Ministro Aguerre, afirmó que al Uruguay “se le va la vida” con la comunicación y la Conciencia Agropecuaria.
1.1. ¿De qué estamos hablando?
Hablar de Conciencia Agropecuaria es aludir a la capacidad de identificar las conexiones de la agricultura con la sociedad (Knobloch, 1997; Knobloch y Martin, 2000). Es también hablar y pensar en cultura como un elemento configurador de las relaciones sociales, subrayando la cualidad material de los procesos productivos y las condiciones de recepción (Williams, 1973).
Sobre esta base, el análisis de la realidad y la definición de estrategias de comunicación de largo plazo deben arrancar por descubrir el mito predominante, en tanto elemento útil como construcción de sentido o sistema de creencias coherente y completo (Elizalde y Riorda, 2013).
Entonces, ¿cuál es el mito asociado al sector agropecuario que hoy predomina en la sociedad?
Al no disponer de un estudio científico que nos acerque respuestas contundentes a esta amplia pregunta, conviene tomar algunos elementos aislados que pintan un escenario complejo. Parece prevalecer un imaginario construido sobre la idea del medio rural como algo distante, que no incluye ni afecta económicamente a lo urbano y con persistentes “quejas” de sus protagonistas acerca de la coyuntura.
Agregaría que según un estudio de opinión realizado por Equipos Mori (MGAP, 2013), para la mayoría de las personas encuestadas, la situación más típica del campo uruguayo son las familias pobres, con carencias y dificultades vinculadas a las problemáticas siguientes: mal acceso a servicios/educación, salud, información, aislamiento, caminería, falta de agua potable, luz y falta de oportunidades.
Esta mirada contrasta con la idea del Uruguay Agrointeligente, una nueva marca o mito que actúa de paraguas sobre el cual se explican los lineamientos políticos estratégicos del MGAP y los avances que el sector protagonizó en los últimos años.
- Promoción de la competitividad
- Intensificación sostenible
- Adaptación al Cambio Climático
- Desarrollo Rural e integración de productores familiares a las cadenas de valor
- Articulación y Fortalecimiento Institucional
Asociado a este mito del Uruguay Agrointeligente emerge un dinamismo inédito en la historia del país. En 10 años el Uruguay cuadruplicó sus exportaciones de bienes, en muy buena medida propiciado por un sector agropecuario que explica el 78% del total. Según estimaciones realizadas por OPYPA, el agro ocupa hoy a 250 mil personas, el 17% del total del país. También explica el 9% del PBI, pero si se suman las actividades agroindustriales y los servicios demandados por el sector agropecuario, incide un 25%.
El problema es que el peso que el sector agropecuario tiene sobre la vida misma del país como un todo, no se corresponde con el conocimiento y la valoración que tiene la ciudadanía sobre él. Esto amplía la dicotomía campo-ciudad y aleja las oportunidades que al país se le presentan porque no se visualizan en su debida dimensión.
A mi juicio, el punto de partida es que existe una desconexión entre la realidad productiva-social del espacio rural y los procesos comunicativos que promueven agentes relacionados con el medio urbano. Para establecer una eficaz comunicación, primero debe considerarse la conducta de las personas involucradas en los procesos, y su relación con el medio humano y físico en el que se mueven (Elhordoy, 1997).
1.2. ¿Importa realmente la percepción que la sociedad tiene del agro?
Esta inquietante pregunta dio pie y letra a la última edición de la publicación Farm Policy Journal del Australian Farm Institute. Por ella se le dedicó más de 50 páginas a responderla. Allí aparecen 6 ensayos académicos en los que se destaca la importancia de generar Conciencia Agropecuaria en procura de la sostenibilidad del desarrollo.
En esta publicación se presentan algunas realidades que en Australia preocupan: la juventud rural desinteresada en seguir viviendo en el campo, dificultades que aparecen a la hora del recambio generacional en explotaciones y la falta de mano de obra por el desinterés en trabajar la tierra.
Bajo situaciones similares, en varias partes del mundo se han desarrollado programas nacionales de comunicación, educación y sensibilización del público. En definitiva, planes destinados a propiciar una mayor Conciencia Agropecuaria. Por diferentes vías, han buscado atraer y movilizar sociedades hacia una acción positiva hacia el desarrollo agropecuario.
En este contexto se han realizado diversos estudios que apuntan a medir las consecuencias de lo que mal podríamos llamar “inconciencia agropecuaria”.
En la Universidad de Cornwell (Estados Unidos) y ante la preocupación por la falta de mano de obra calificada y bien entrenada disponible en zonas rurales, se examinaron las aspiraciones de carrera entre estudiantes de secundaria del estado de Nueva York. La idea era determinar el nivel de interés en las carreras de la agricultura, así como el interés en otras ocupaciones vinculadas a la agroindustria.
¿Cuáles eran los factores que determinan la elección de la carrera en los adolescentes y adultos jóvenes?
Una de las claves es la formación del ideal y del rol de trabajo esperado por su marco personal y social de referencia. Según Harter (1990), se trata de la formación de la identidad; la auto-definición que implica la integración, evaluación de atributos específicos y las funciones más generales que proyecta adoptar dentro de la sociedad.
La escasa Conciencia Agropecuaria, a veces debido a la adquirida baja auto-confianza y las expectativas de parientes, da lugar a una falta de conocimiento acerca de los trabajos y las oportunidades. Quiere decir que las decisiones equivocadas por los adolescentes, en particular los que limitan el nivel de instrucción, pueden resultar en una reducción de las posibilidades que emergen durante la vida útil (Topel y Ward, 1992).
Las percepciones de los estudiantes se forman e influyen en las decisiones de inscripción, bastante antes del momento de elección de un rumbo o carrera (Scanlon, Yoder y Hoover, 1989). Por ello es clave llegar a los estudiantes en tiempos de la escuela media y anterior.
Es así que actualmente hay diversos programas que apuntan a promover “Conciencia Agropecuaria” a nivel de jóvenes estudiantes. Ejemplos pueden verse en diversos estados de Estados Unidos, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, entre otros.
1.3. El camino es la recompensa
El Uruguay Agrointeligente no solo se construye con mercados, con inversión, con estaciones experimentales o con trazabilidad. Se construye si en ese proceso se involucra más gente y más optimismo para construir una matriz socioeconómica equilibrada que sustente la integración de nuestro país2. Y ello se puede lograr con un ambicioso plan de comunicación impulsado por actores públicos y privados que apunte a generar Conciencia Agropecuaria.
La definición de un programa que permita erosionar, en un buen sentido y hasta eliminar las barreras al cambio de comportamiento, debe arrancar por comprender la realidad social, cultural y económica de los actores intervinientes. Porque la promoción de cambios a nivel comunitario requiere algo más que simplemente transmitir y o recibir información. Primero exige averiguar lo que mueve a la gente a un nivel emocional y práctico.
Para el politólogo e historiador argentino, Juan Cruz Jaime, el futuro de los productores agropecuarios implica pasar del ruralismo a la ruralidad, entendiendo por ésta última a ruralismo más comunidad. "La idea es interrelacionar al sector rural con la comunidad, con la que se dan vida mutuamente”.
Como sea, cualquier estrategia para aumentar la Conciencia Agropecuaria de una sociedad implica insertar el agro en la economía del conocimiento. Y pasa por comunicar mejor, con responsabilidad, sin demonizar el aporte de tecnologías, de agroquímicos, de conocimiento científico aplicado a la producción.
¿Por dónde comenzar? La integración tiene que partir en la educación y de las oportunidades que tengan los ciudadanos. Y en este camino los medios de comunicación cumplen un rol protagónico.
En el caso de los medios de comunicación de masas, la “urbanidad” de la comunicación agropecuaria está, a mi juicio, fundamentalmente dada en los contenidos, en los temas manejados. Si bien suelen abordarse temas que apuntan a la significación económica y productiva del sector, éstos suelen resultar en mensajes muy específicos y complejos que con permanentes sobre entendidos que alejan a públicos “no agropecuarios”.
En 2013 y 2014, con el objetivo de promover más Conciencia Agropecuaria, el MGAP se involucró en una co-producción con TNU (Televisión Nacional Uruguay). A través de dos ciclos llamados “Uruguay Agrointeligente” se acercó la realidad del agro y sus implicancias con un lenguaje televisivo directo y exento de tecnicismos. Los interesados pueden ingresar a www.youtube.com/MgapUruguay y ver los documentales ya emitidos.
2. Posibles aportes de la comunicación
Antiguamente, el término comunicación significaba “poner en común”. Para establecer un vínculo con otro, no solamente debe considerarse el tipo de lenguaje a utilizar, sino también la conducta de las personas involucradas en el proceso de comunicación. A decir del escritor y filósofo Ítalo Calvino, lo que comanda el relato no es la voz, sino el oído.
Comunicar eficazmente no implica solamente transmitir datos que sabemos que son requeridos por los interlocutores. Tampoco es hacer llegar un mensaje de un lugar a otro por la vía más rápida. Tampoco es dirimir entre la oralidad, la escritura, lo audiovisual o las redes sociales para establecer una estrategia de comunicación.
Para “poner en común” hay que acercar. Hay que romper barreras. De lo contrario, no se puede poner en común. Y para romper barreras primero hay que aceptar que existen, descubrir cuáles son y averiguar dónde están (Elhordoy, 1997). Este ejercicio implica investigar, estudiar y analizar.
2.1. Lineamientos estratégicos de la comunicación
La comunicación como práctica es generalmente concebida como una herramienta de apoyo a las organizaciones y que solo es un asunto de “sentido común”. Sin embargo, el desafío es plantearla y gestionarla con profesionalidad, con racionalidad y con efectividad (Elizalde y Riorda, 2013). Esto exige claridad de objetivos, innovación en la estrategia y planificación clara de acciones posibles y realizables.
Quizá, con los desafíos planteados, llegue la hora de entender a la comunicación como una dimensión estratégica por sí misma y absolutamente central en el marco del objetivo de promover una mayor Conciencia Agropecuaria.
2.2. La importancia de la planificación
Asumiendo la importancia de innovar en comunicación y contribuir a una mayor Conciencia Agropecuaria, es necesario pensar en un Plan de Comunicación. Se trata de un documento que debiera actuar como “hoja de ruta” para la ejecución de una política comunicacional activa y eficaz.
¿Cómo se construye?
La elaboración de un Plan de Comunicación debe necesariamente surgir de un proceso participativo. De esta manera nos aseguramos que quienes comunican, o sea todo aquel que integra la organización, piense y reflexione acerca de su rol como comunicador. A mi juicio, el involucramiento de la organización es clave y es por ello que en el proceso mismo de elaboración del Plan, debe plantearse una estrategia de empoderamiento del mismo.
Los desafíos pasan por:
- Desarrollar un método de trabajo que incluya un diagnóstico, diseño y ejecución de estrategias de comunicación social
- Realizar un sistema de medición de tipo cualitativo y cuantitativo para identificar el conjunto de las necesidades
- Estructurar un sistema de comunicación horizontal entre todos los actores asociados a la realidad agropecuaria
- Diseñar un sistema de información con los medios de comunicación para proporcionar insumos básicos que contribuyan al objetivo de generar más Conciencia Agropecuaria
- Establecer un sistema de anticipación y respuesta inmediata a situaciones complejas que pudieran presentarse.
Para el armado del Plan de Comunicación se deberían tomar en cuenta insumos surgidos de talleres participativos, entrevistas individuales y grupales, análisis del entorno de la organización y análisis de contenidos de materiales/artículos/internet.
A su vez debe incorporar un plan de acción con:
- actividades concretas y sus correspondientes objetivos específicos
- costos asociados
- cronograma
- responsables directos.
- medida de impacto
Como ya fue planteado, un Plan de Comunicación es una “hoja de ruta” y por ende, puede ser modificado en función de las circunstancias internas y externas. Es por ello que establecer de antemano un proceso de evaluación del mismo, es clave para contribuir a su éxito.
En esa línea se ha trabajado. Con diversos aportes, y acorde a desafíos organizacionales del Ministerio, se pensó en un plan que implica una rediseño del área de Comunicaciones Institucionales. El propósito es trabajar para la innovación en la comunicación, lo que implica búsqueda de soluciones para problemas existentes, ampliación de la mirada para pensar los actos y definición de la comunidad como público objetivo central en la construcción de consensos.