Fortaleciendo capacidades para un manejo sostenible del campo natural en Uruguay

A nivel mundial ya son pocos los espacios de campo natural (o pastizales) que se conservan como tales: un 30% de la superficie terrestre. Esa es una de las riquezas de Uruguay, que integra el sistema natural conocido como Bioma Pampa (junto a Brasil, Argentina y Paraguay), en el que se basa su reconocida producción pecuaria.
El campo natural es un recurso valioso para la producción pecuaria, un eslabón clave para preservar la biodiversidad, la calidad del agua y mitigar los efectos del cambio climático. Rinde numerosos servicios llamados “ecosistémicos”.
Los pastizales retienen el 30% del carbono mundial, siendo una herramienta natural para enfrentar el calentamiento global. A su vez, el carbono ayuda a reducir efectos de la sequía porque retiene el agua en la tierra.
Además, como los bosques, los campos naturales son maravillosos reservorios de biodiversidad, hábitat de multitudes de animales, plantas y microorganismos. Los de Uruguay son particularmente ricos debido a las condiciones climáticas húmedas y de conservación, entre otras.
De momento no hay criterios mundiales establecidos para valorar el estado de conservación o de degradación de estos ecosistemas, ni tampoco consensos formales en cuanto a cómo preservarlos.
Para ayudar a resolver esta situación, el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (conocido como GEF por sus siglas en inglés) financió un proyecto global, implementado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Este proyecto, titulado Evaluación participativa de la degradación de tierras y manejo sostenible de la tierra en pastizales y sistemas de pastoreo es una iniciativa piloto que se lleva a cabo en paralelo en Uruguay, Kenia, Níger, Burkina Faso y Kirguistán, países que representan distintas zonas de pastizales. Uruguay representa el Bioma Pampa y los pastizales de América. La elección de países tan disímiles, que abarcan una variedad de ecosistemas y de prácticas de pastoreo, se basó en la necesidad de identificar un protocolo estándar para el seguimiento y la evaluación participativa de los procesos de degradación de tierras o su manejo sostenible, específico para pastizales.
En Uruguay, el proyecto fue ejecutado entre la FAO, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma). Durante tres años, una serie de actividades fueron realizadas para impulsar el desarrollo de un sistema de monitoreo e información sobre el agroecosistema campo natural.
A escala territorial, el proyecto también contó con el aporte de la Comisión Nacional de Fomento Rural y la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República. El trabajo se realizó de forma participativa, a través de consultas a técnicos y especialistas, y actores relevantes a nivel local y nacional. Más información sobre el proyecto
Resultados
El 29 de junio el Mvotma, MGAP, la FAO y las Cooperativas Agrarias Federadas (CAF) presentaron los resultados de este proyecto conjunto que permitirá desarrollar un protocolo para evaluar la degradación del campo natural en Uruguay y el mundo y tomar decisiones que promuevan su manejo sostenible.
En la conferencia virtual, las instituciones presentaron una primera medición sobre su estado a nivel nacional, con foco en las dos zonas donde se desarrolló el proyecto (Sureste y Norte del país).
El Oficial a Cargo de la FAO en Uruguay, Vicente Plata expresó que "abordar la degradación de la tierra sigue siendo un desafío en los pastizales, donde nos enfrentamos a la definición lo que es degradación y lo que no".
El Director Nacional de Medio Ambiente (Dinama/Mvotma), Eduardo Andrés,realizó un agradecimiento a los productores agropecuarios, dado “que este proyecto no sería posible sin la participación de ellos, porque en su experiencia y trabajo diario tienen que conservar el ambiente para seguir produciendo. Y en el caso del campo natural, ha sido lo que más han conservado hombres y mujeres durante décadas, cuidando este sistema, haciéndolo más productivo sin afectar sus componentes principales”.
Andrés destacó que para el Mvotma, el caso específico del campo natural y los servicios ecosistémicos que brinda: la protección del medio acuático y la biodiversidad, que convocan a la preservación son muy importantes. Y Anunció que “en el próximo Ministerio de Ambiente el interés es aumentar la participación conjunta con otros ministerios y organizaciones, con todos los técnicos involucrados, ya que ésta es una de las acciones que más beneficiaría al ámbito agropecuario y a la conservación ambiental”.
El presidente de las Cooperativas Agrarias Federadas (CAF), Pablo Perdomo destacó que los productores son los principales interesados en que los recursos naturales se usen sustentablemente, porque viven con sus familias en el campo.
Fernando Coronel, consultor coordinador del equipo del proyecto explicó que los resultados del estudio en las 2 zonas piloto revelaron la alta resiliencia del campo natural. Y agregó “dentro de nuestras propuestas está desarrollar un plan de transferencia específico y la valorización la producción sobre este recurso".
Una de las actividades del proyecto consistió en describir y analizar el Estado del Campo Natural a escala país y las causas directas y subyacentes que lo explican y que resultan de las actividades humanas y que impactan en la vida de las personas; avanzando en la identificación de respuestas (políticas) desde el gobierno, la sociedad civil, la academia y el sector privado hacia una mejora en la calidad de vida, el desarrollo social y económico, y para revertir o mitigar las situaciones no deseadas. Esa descripción y análisis de información, de diversos orígenes y alcances, hecha con base en una visión colectiva se ha sistematizado en una publicación. La ventana temporal del análisis es desde el año 2000 a 2020. Se espera contribuir con ella al conocimiento de la ciudadanía sobre el campo natural y a partir de ello fortalecer las capacidades de la sociedad para su manejo sostenible.
A partir del año 2000, a consecuencia del crecimiento global de la demanda de alimentos, materias primas y biocombustibles, se aceleraron las transformaciones históricas de los campos en la región. En ese contexto, la economía uruguaya creció a una tasa promedio anual de 4,4% entre 2006 y 2016, siendo así uno de los países de mayor crecimiento en la región. El sector agropecuario impulsa el proceso, modifica su estructura y expande la frontera agrícola a expensas del campo natural, transformándose el 13,79% de la cobertura del campo natural (DINOT, 2015).
Esos cambios en el uso del suelo tuvieron como efectos negativos la fragmentación del paisaje, pérdida de biodiversidad, invasión de exóticas, erosión de suelos, afectación en la calidad del agua, cambios en los estilos de vida rurales.
Los efectos positivos incluyen una mejora en el desarrollo humano, reducción de la desigualdad, mejora en el ingreso y en el acceso a los servicios básicos (como agua potable, saneamiento y electricidad), con la consecuente reducción en la brecha entre las condiciones de vida en las zonas rurales dispersas y las urbanas.
La mayoría de los trabajos revisados señala que, a pesar de estas transformaciones, los campos naturales del Uruguay logran mantener aún parte de sus características originales, en especial una rica biodiversidad y producción forrajera, además de su capacidad de brindar servicios ecosistémicos y de retener carbono en sus suelos. El Uruguay, un país con un 93% del territorio con suelo productivo apto para la explotación agropecuaria, espera duplicar la producción actual de alimentos en los próximos años y, en este contexto, es esperable que las presiones sobre el campo natural se incrementen.
Retos
A pesar de los avances importantes en el conocimiento, protección, gestión del campo natural, los trabajos revisados y las instancias de consulta realizadas surge que estos son aún insuficientes para garantizar el uso sostenible de uno de los principales activos del país. Los retos mayores identificados para el campo natural consisten en: (i) profundizar y difundir el conocimiento sobre este agroecosistema tan diverso y complejo, que aún presenta aspectos desconocidos relevantes para asegurar su uso sostenible; (ii) atender los problemas de transformación y degradación del campo natural, que afectan la biodiversidad, pero también la calidad de agua, la erosión del suelo y el almacenaje de carbono orgánico, la producción primaria y secundaria, la vida de la gente y la economía de miles de productores y del país; (iii) contar con nuevos marcos normativos para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad que incorporen explícitamente el enfoque de servicios de los ecosistemas y la importancia de la biodiversidad para el bienestar humano; (iv) la necesidad de mejorar la articulación, el diálogo y compromiso entre el gobierno, la academia, la sociedad civil y el sector privado y sus organizaciones, para consolidar políticas de Estado que valoren y sostengan esfuerzos hacia el manejo sostenible del campo natural.