Regreso a clases

Transcurrida la primera semana de retorno a las aulas, hacemos foco en estrategias preventivas en el tránsito

Si bien el Estado, respondiendo a su responsabilidad,  fija las líneas estratégicas referidas a la seguridad vial, cada uno de nosotros –en el ámbito en que nos movamos- debemos asumir criteriosamente la gestión de la movilidad. Por ello es que hoy trabajamos, con espíritu preventivo, sobre dos temas concretos que se dan en el entorno de escolares y liceales.
Vista general de escolar cruzando cebra

La movilidad independiente de sus mayores

Básicamente los jóvenes liceales utilizan desde patineta, pasando por bicicletas y motos para asistir a sus locales estudiantiles. Cada uno de estos modos administrados a discreción y no siempre alineados a lo que uno espera si se respetara la normativa de tránsito. Por ello en estos entornos debemos redoblar la atención, porque mas allá de (ir)responsabilidades, nos importan los resultados posteriores a los eventos.

Arribando como peatones, trabajemos en un recorrido seguro de ida y vuelta al centro estudiantil, que ponga en valor las señales de tránsito, los cruces en las esquinas, el respeto de las cebras; que incluya la perspectiva desde el conductor, y también su adhesión a la preferencia de paso del más vulnerable: el peatón.

Cadenas seguras

Es una práctica corriente coordinar entre padres el traslado de los niños y niñas a la escuela, para maximizar tiempo disponible y seguridad.

Por ello recomendamos que en estos grupos se promueva casi como un código de aceptación de integración, respetar que los menores de 12 años o estatura inferior a 1.50 m, deben ir en el asiento trasero; que todos quienes sean trasladados deben utilizar un sistema de retención infantil (sillita) que se ajuste a su peso y talla; y que cada niño debe ocupar una plaza en el vehículo, no debiendo llevar más niños de los que admite el mismo.

Empecemos con Sote, para transitar un año lectivo Seguros.

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