Impacto del cambio climático

Uruguay es particularmente sensible a los eventos extremos, como sequías, inundaciones, olas de frío y de calor, vientos fuertes, tornados, granizadas, heladas, lluvias fuertes y tormentas severas.

En el país se evidencia muy fuertemente el impacto del fenómeno de El Niño principalmente en la primavera y en el otoño, incrementando la probabilidad de que las lluvias ocurridas sean de mayor magnitud respecto a datos históricos para esas épocas del año.

En paralelo, en años de predominio de La Niña, el país sufre prolongadas y profundas sequías. Estas amenazas de origen natural, en interacción con la exposición y vulnerabilidad social, han ocasionado múltiples impactos sobre las poblaciones, las infraestructuras, los ecosistemas, la biodiversidad y muy especialmente sobre el sector agropecuario.

Durante los últimos 30 años se ha observado un cambio en las precipitaciones acumuladas anuales en la región, hacia mayores valores, confirmando una tendencia general creciente en el último siglo. El análisis de las precipitaciones acumuladas desde el año 1980 a la fecha muestra que han aumentado en todo el país y particularmente en el litoral atlántico a partir del año 2001. También se observa una tendencia creciente en la evolución de la temperatura anual. El análisis de la serie histórica de la temperatura media anual sobre Uruguay (1980-2014) muestra un valor de 17.8ºC, des¬tacándose el año 2014 como uno de los más cálidos.

El país cuenta con una extensa costa, tanto sobre el océano Atlántico como sobre el Río de la Plata, en la que se concentra el 70% de la población y que es la principal fuente de ingresos en el sector turístico. Se ha comprobado que la erosión generada por los cambios en los patrones del clima de olas y la acción de los vientos está provocando el retroceso de la línea de costa.

Uruguay no tiene reservas probadas de hidrocarburos, por lo cual es un país importador de petróleo y deriva¬dos, con un bajo consumo de gas natural importado. Históricamente la generación de electricidad se realizó con centrales hidroeléctricas complementadas con ter-moeléctricas en base a combustibles fósiles líquidos. La base hidroeléctrica presenta importante y creciente vulnerabilidad al cambio y la variabilidad climática, con la consiguiente dependencia de los combustibles fósi¬les impactando en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

A partir de la Política Energética aprobada en 2008, se produjo una rápida y profunda transformación estruc¬tural, fundamentalmente en el sector eléctrico, con la incorporación de fuentes renovables no tradicionales (eólica, biomasa, solar), que permitieron reducir la vulnerabilidad climática y los sobrecostos producidos en años secos con escasa disponibilidad de energía hi¬droeléctrica, al tiempo de reducir las emisiones de GEI.

En el sector energético, se destaca que Uruguay ha hecho un gran esfuerzo para diversificar y transformar radicalmente su matriz energética logrando que, en 2016, el 59% del abastecimiento de energía y el 97% de la generación eléctrica fuera en base a fuentes renovables.

En cuanto al tratamiento de residuos sólidos urbanos (RSU), se ha logrado que la disposición final de aproximadamente el 60% de residuos se realice a través de rellenos sanitarios con captación y quema de metano.

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