Almuerzos de ADM

Ministro García expuso ante empresarios y destacó que las Fuerzas Armadas «son parte inherente de nuestra democracia»

Al exponer ante empresarios en el ciclo de almuerzos de ADM, el ministro de Defensa Javier García reivindicó el papel de las Fuerzas Armadas en la sociedad, aseguro que ellas «son parte inherente de nuestra democracia», que «cumplen un rol profesional insustituible».
Ministro Javier García en almuerzo de ADM

El ministro destacó en su discurso, el proceso de modernización del equipamiento militar, la implementación del sistema nacional de aeropuertos internacionales, el apoyo al Mides en políticas sociales y la política en materia de derechos humanos ordenando «desde el primer día dar a luz toda la información que sobre ese pasado se solicitara, y que muchas veces se guardaba o se escondía en una oscuridad y secreto llamativos».

A continuación, el discurso del ministro García en lo referente a la gestión en el Ministerio de Defensa:

Les agradezco mucho que destinen un tiempo del mediodía para escucharme. Realmente el solo hecho que ADM dedique uno de sus almuerzos al ministro de Defensa, en este caso ya reiterado por ser el segundo año consecutivo, habla mucho de ustedes, del interés en un área que habitualmente no estaba en la agenda y que en este nuestro gobierno quisimos dar una nueva definición. Cómo ustedes saben el propio sistema político destinó históricamente muy poco tiempo e importancia a la Defensa Nacional. Las comisiones de Defensa en el Parlamento solían ser las últimas en elegir, se caía por descarte en ellas y no por elección. 

Los partidos políticos no se interesaron por la cuestión militar, salvo en momentos de crisis institucionales, o derivados de temas vinculados a derechos humanos y del pasado reciente. Cosa rara, más teniendo en cuenta que 4 de los cinco partidos principales fueron fundados por estos. 

La defensa ahora, en nuestro concepto, dejó de ser un tema corporativo, de exclusivo dominio de los militares para ser un tema de definiciones políticas, dónde los militares cumplen un rol profesional insustituible, pero donde la mirada institucional excede en mucho el mero tema militar. La defensa es seguridad humana, como lo definimos en nuestro decreto de políticas de defensa, es cuidado de nuestra soberanía, es seguridad en fronteras terrestres,  en nuestro mar, en nuestro espacio aéreo, es defensa de nuestro medio ambiente, colaboración con las instituciones de salud como lo hicimos en pandemia, es infraestructura para el desarrollo como lo hicimos con el sistema de aeropuertos internacionales en el interior del país, o en los pasos de frontera, es colaboración con la ciencia como lo hacemos en la Antártida o como lo haremos próximamente con el buque oceanográfico que adquiriremos, es el apoyo a las políticas sociales como lo hacemos con el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) en el plan frío polar o preparando platos de comida en todo el país cuando se nos solicita, o repartiendo con transparencia, y sin desvíos, alimentos. La participación de las Fuerzas Armadas hizo que cada quilo de comida que salió del depósito del MIDES, llegó al merendero o a la olla sin perderse en el camino.

Todo lo anterior es lo más visible, pero no debemos olvidarnos de la esencia: la existencia de Fueras Armadas es definitoria de nuestro Estado-Nación democrático y soberano. Las Fuerzas Armadas lejos, absolutamente, de ser una amenaza democrática, son parte inherente de nuestra democracia. Hay sectores de opinión pública que aún ponen en duda su necesidad a partir de prejuicios ideológicos sesentistas, de la Guerra Fría. Nosotros como país no tenemos hipótesis de conflicto bélico, vivimos en un continente de paz. Nuestras amenazas no son la guerra con otro Estado. Pero ojo, hoy las amenazas son más graves que eso. La mayor amenaza democrática e institucional es el narcotráfico y su poder económico de corrupción y de infiltrar las instituciones. Creer que estamos ajenos a eso participa de ignorancia o ingenuidad. Unido a ello el terrorismo, del cual nuestro continente no está ajeno como lo sufrimos aquí cerca, con el lavado de activos, como soporte económico. Hoy nadie puede negar, ni descartar, la amenaza terrorista. Lo tuvimos acá cerca en Buenos Aires en la Embajada de Israel y en la AMIA. No podemos ser ingenuos. De paso expreso nuestra profunda solidaridad con Argentina. Es el segundo país, luego de Israel con víctimas de Hamas en los atentados del fin de semana: 8 muertos y 14 desaparecidos hasta hoy.

Con el terrorismo no hay medias tintas, ni condenas relativas. Lo que sufrió Israel es un ataque de un grupo terrorista, criminales que niegan al otro y que su causa es una sola: la muerte. No hay que confundir causa palestina con terrorismo islámico fundamentalista. Nada de relativismo con el terrorismo. No es sí condeno, pero… Con el terrorismo y los autoritarismos nada. Hay que tener claro de qué lado de la vida uno se para. 

Vuelvo a las amenazas.

Los ciberdelitos, del cual somos objeto también, los eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes y dañinos, las pandemias, la extracción y el robo de nuestros recursos naturales como la pesca, el cuidado del agua, entre otras, son las amenazas que nos desafían como Nación. Fuerzas Armadas preparadas para enfrentarlos nos dan solidez democrática e independencia. Solo un antimilitarismo adolescente puede sostener que es mejor estar indefenso. El mundo sabe del profesionalismo militar de Uruguay, aún con las carencias tecnológicas que tenemos. El liderazgo en misiones de paz de ONU no lo regaló nadie. Es de cuño oriental. Nuestros soldados tienen una especialidad agregada: son especialistas en hacer la paz.

Por eso la existencia de las Fuerzas Armadas es esencial a un Estado soberano. Su existencia es vital frente a las nuevas amenazas a nuestra seguridad humana. 

Quiero ser muy preciso, porque Uruguay no tiene por qué ser una excepción:  Los partidos políticos podemos pelearnos por todo, pero deberíamos encontrar los caminos para que la lucha contra el narcotráfico sea un tema nacional que encuentre a todos los partidos unidos.  Solo la conciencia colectiva y la más fuerte decisión política puede enfrentar a estos criminales. Han corrompido y destruyen la base misma de las democracias, las instituciones y los derechos humanos, no se los puede enfrentar sin unidad de los partidos políticos. Debería haber un compromiso de acuerdo de todo el sistema político para enfrentarlo sin divisiones.

Estamos en meses previos a comenzar una campaña electoral y a casi 4 años de gestión. Déjenme brevemente rendirles cuentas.

No vengo a perder el tiempo de ustedes hablando del pasado, de los gobiernos del Frente Amplio. Sería muy pobre de mi parte. La única referencia que haré respecto a ese tiempo será la situación de la que partimos: falta de apoyo institucional y político a las Fuerzas Armadas y equipamiento en estado crítico tanto en la en la Armada, como en la Fuerza Aérea. Nos comprometimos en el programa de la Coalición, «Nuestro Compromiso con el País» a dar vuelta esta situación. Y lo hemos hecho. Falta aún, sí. Pero estamos enormemente mejor de lo que estábamos.

Primero: Las Fuerzas Armadas volvieron a tener, porque no se ejercía, mando civil y político. Vinimos a hacernos cargo de la autoridad política y constitucional y la ejercemos. Es inherente a la democracia e indispensable para una institución vertical y disciplinada. Lo hacemos desde el respeto a los militares y desde la convicción que su servicio es indispensable para país. Uruguay cuenta con Fuerzas Armadas constitucionalistas y republicanas. Y con un gobierno que las respeta y porque las respeta se hace cargo y responsable por ellas. 

No aceptamos bajo ninguna circunstancia, por lo tanto, que el solo hecho de ser soldado signifique un demérito o una condena política o social por pocos que así lo quieran. Su uniforme es el de Artigas y merece respeto.

Estamos llevando adelante uno de los procesos de mayor modernización de buques de la Armada Nacional, como nos habíamos comprometido. Al final de nuestro mandato y continuará en los primeros años del próximo gobierno, la Armada Nacional contará con ocho buques llegados al país: tres lanchas protector Guardacostas, donadas por Estados Unidos y con inversión nacional para ponerlas a punto, un importante buque patrullero donado por Corea y una lancha de rescate alemana. Un buque oceanográfico americano que adquiriremos y que no tenemos desde 2015, y los dos buques oceánicos OPV. Sobre esto último quiero decirlo bien claro: los intereses empresariales son legítimos, pero no pueden ser más fuertes que el interés nacional de defender nuestra soberanía y nuestros recursos naturales robados todos los días en nuestro mar, así como cuidar nuestro medio ambiente y combatir el crimen organizado. Todo el sistema político estaba de acuerdo en comprarlas, pero no se pudieron adquirir en 20 años porque poderosos intereses económicos lo bloquearon constantemente. Se terminó. Decidimos su adquisición porque Uruguay no puede esperar.  El presidente acaba de firmar su adjudicación.

En la Fuerza Aérea adquirimos dos aviones de transporte Hércules, y se integraron dos helicópteros por sistema de apoyo de Estados Unidos. Recibimos críticas por la compra de los Hércules, y hasta fuimos interpelados por razones políticas. Pero todos saben la utilidad que tuvieron y tienen. Vaya por estas horas mi reconocimiento a la Fuerza Aérea Uruguaya y a la tripulación del Hércules. 150 personas, entre ellos muchos niños, fueron rescatados de la guerra. Ningún uruguayo quedó olvidado y en peligro por lejos que esté. En pandemia también repatriación, trajimos ultrafreezer, distribuyeron laboratorios y vacunas, trajeron respiradores cuando algunos auguraban el colapso de los CTI, mejoraron el transporte antártico, y ahora rescatamos a decenas de uruguayos de la guerra. No se trasladaron, eso sí que no, cabezudos ni se usaron para turismo político como sucedió en el pasado.

Tenemos un debe en los aviones de combate. Circunstancias internacionales y limitantes económicas no nos han dejado avanzar como queremos. 

En el caso del Ejército estamos planeando modernizar su plantel de camiones, vehículos livianos y blindados.

Las máquinas son importantes, pero mucho más nuestros soldados. Encaramos un firme proceso de aumento salarial recientemente confirmado en la rendición de cuentas. 58 millones de dólares en masa salarial incremental. La brecha con un funcionario administrativo de ingreso de la administración central desde que asumimos hasta ahora se redujo a la mitad. El administrativo ganaba 40% más, ahora el 20%. El aumento salarial real en los soldados fue del 15%.  No es solo pedir ni agradecer, también hay que remunerar bien. Eso es parte del respeto institucional. 

El aumento salarial a los soldados es un acto de justicia con los servidores públicos más postergados y a quienes todos los gobiernos recurrimos cuando las papas queman. Para reconocer algunos tienen prejuicios, pero para pedirles nunca los tuvieron.

Me permito brevemente señalar las obras de infraestructura aeroportuaria con los seis aeropuertos concesionados en el interior y la firma de la binacionalidad de Rivera. En los primeros días de noviembre se estará inaugurando el aeropuerto binacional allí. Esto es conectividad, turismo, logística, comercio. 

También la importante obra que haremos y que fuera licitada y que acabamos de adjudicar, en el paso de frontera de Fray Bentos, que permitirá dignificar el trabajo de los transportistas, y ser un ámbito amigable de ingreso al país y cuyo contrato firmaremos en dos semanas. También en ese lugar la nueva base oeste de la Armada Nacional, recientemente inaugurada.

Con respecto a los derechos humanos y el llamado pasado reciente, quiero decir bien claro: no tenemos ataduras, deudas ni compromisos con el pasado. Lo único que nos importa es la Constitución, la ley, la transparencia y la verdad.  Por eso ordenamos desde el primer día dar a luz toda la información que sobre ese pasado se solicitara, y que muchas veces se guardaba o se escondía en una oscuridad y secreto llamativos. Ese pasado es doloroso, pero es nuestro pasado. Su conocimiento es un derecho de todos y no de unos pocos que censuraron la verdad. El relato construido y repetido se transformó en una cultura que pretendió adueñarse de ese pasado. No sé si hubo dos o veinte demonios, pero seguramente hubo menos ángeles de los que creemos. O quizás algunos que eran ángeles de día, y demonios en la noche. 

Este año se cumplen 50 años del Golpe de Estado. Por eso es hora de que las cosas se digan sin temor al relato construido y repetido, o al patoterismo intelectual de algunas izquierdas que no admiten miradas diferentes a las suyas y pretenden desde un podio imaginario decirnos cómo se debe interpretar el pasado. El MLN nunca peleó contra la dictadura. Es una mentira grande como el universo. Estaba desmantelado un año antes de junio del 73. Y así como el MLN no peleó contra ninguna dictadura, los militares golpistas no pueden argumentar el golpe en la existencia del terrorismo político. Los dos fundaron en una mentira histórica su ataque a la libertad.

Por eso nuestra política es transparencia, colaboración con la Justicia, y toda la verdad. Toda la verdad, sin límites ni censuras. 

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