Camila: “He venido mejorando la producción. Aprendí a que mi establecimiento funcione aún en épocas de sequía”

Su establecimiento es de carácter familiar y su sistema productivo se basa en la cría de vacunos y ovinos sobre campo natural y campo natural mejorado. Con los técnicos del proyecto comenzó a organizar el predio y aprendió a manejar el establecimiento con el objetivo de tener más productividad.
El Proyecto Ganaderos Familiares y Cambio Climático comenzó en 2012 y su cierre está previsto para 2019. La zona de influencia es el Basalto Superficial y las Sierras del Este. Alcanzó un total de 1.141 beneficiarios de 79 organizaciones que tuvieron una asistencia no rembolsable del 80 %. La participación de mujeres fue de un 29 % del total.
El proyecto se financió con una donación de 10 millones de dólares del Fondo de Adaptación del Protocolo de Kyoto, se ejecuta a través de la Unidad de Gestión de Proyectos, la Dirección de Desarrollo Rural y la coordinación técnica con la Unidad de Campo Natural de la Dirección General de Recursos Naturales del MGAP.
El abordaje apunta a apoyar a productores ganaderos familiares en la concreción de inversiones prediales necesarias para reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia ante el cambio y la variabilidad climática. El proyecto brindó soluciones de agua y sombra para los animales así como asesoramiento técnico y capacitación en el manejo de campo natural, bancos de forraje y granos. El 73 % de los proyectos presentó actividades dirigidas a solucionar problemáticas vinculadas a agua. En cinco años el proyecto ejecutó 10.774 jornadas de asistencia técnica, casi 10 jornadas técnicas por productor en un área de 220 mil hectáreas.
Por otra parte, en gestión del conocimiento se trabajó con 26 predios de referencia aplicando un sistema de coinnovación y una propuesta de intensificación ecológica. También trabajó en fortalecimiento de redes y organizaciones de productores, Mesas de Desarrollo Rural, grupos de jóvenes y mujeres rurales.
Camila pertenece a uno de los 26 predios de referencia donde se aplicó el modelo de asistencia técnica denominado de coinnovación, mediante un convenio con Facultad de Agronomía y el Instituto Plan Agropecuario. Los técnicos trabajaron en diálogo conjunto sobre el diagnóstico de las problemáticas particulares del predio y un plan de mejora.
Para Camila fue una experiencia clave para la productividad de su predio. “He venido mejorando la producción. El ganado ha mejorado, no hay vacas en mal estado y el técnico me ayudó a que el establecimiento funcione. Y que funcione todos los años para tener los ingresos que uno necesita”, aseguró.
Además, adoptó tecnologías de manejo de ganado para simplificar el sistema y lograr mejores resultados. Fue así que comenzó con la inseminación, el destete temporario, ecografías, actividad ovárica y entore temprano para obtener un lote uniforme de terneros en la misma época. Se buscó adaptar la producción al clima para evitar el problema de los veranos con falta de agua y de pasto para los animales.
En ese sentido, Camila evaluó que se lograron los objetivos; se agrandó el pie de cría, mejoraron los índices productivos y buenos pesos en terneros y el porcentaje de preñez se mantuvo incluso en períodos de seca. Asimismo, afirmó que fue muy efectivo compartir las decisiones con un técnico asesor pero “si lo sigo sola, voy a seguir trabajando de la misma manera y lo que aprendí lo voy a seguir aplicando. Me siento muy bien haciendo esto, es lo que me gusta”, enfatizó.