Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca

El proyecto buscó ajustar un método alternativo de mitigación de los impactos de las temperaturas extremas en los invernáculos, para reducir pérdidas, mejorar la calidad, extender el período de producción y obtener cultivos que hasta el momento no se tienen fuera de estación o se obtienen en forma restringida. En este caso se trató de aplicar y ajustar un método que consiste en hacer circular el aire contenido en el suelo por el interior del invernáculo, logrando de esta forma reducir o aumentar la temperatura. La energía utilizada para mover el aire se obtuvo mediante paneles solares.

La iniciativa lleva el nombre “Aplicación de energías renovables para regular temperatura en invernaderos”. La Ing. Silvana Machado cuenta que este proyecto nace de la mano de un ingeniero civil, que dejó la idea de usar energía renovable (solar) aplicada a los predios agropecuarios y uno de los aterrizajes era moderar la temperatura en los invernáculos: “La idea es darle un uso a una energía que está ampliamente disponible en los predios rurales, pero que no se utiliza con todo su potencial”, dice Machado. Se trata de la energía solar. En el origen surgieron varias ideas, como los gallineros móviles, pero luego la regional definió usarlo en invernáculos, ya que una de las dificultades que encontraba Calmañana, una de las organizaciones de mujeres participantes, era que algunos productos durante el invierno no tenían un buen desarrollo o no se desarrollaban porque durante la noche la temperatura bajaba mucho.

Según explica Machado, la temperatura en el subsuelo está por debajo del metro, metro y medio. Se mantiene una temperatura estable que ronda entre los 15 y 17 grados, dependiendo de la época del año. “Ese flujo de aire que circula dentro de los caños que están enterrados en profundidad a lo largo de un invernáculo, tiene un intercambio de calor, se disipa o absorbe calor dependiendo de la época del año y se intercambia con el ambiente externo”, explica la ingeniera. El movimiento de aire se hace con ventiladores, los que están movidos con la energía de paneles solares.

Una experiencia participativa

“El proyecto ha llevado la idea de todos, el conocimiento de todos; es una experiencia participativa porque se ha compartido y se han resuelto problemas entre todos”, dice Machado. Este proyecto contó con el apoyo del Centro de Diseño Industrial y de Facultad de Ingeniería. “La idea es que esto se pueda seguir mejorando, porque el proyecto, que duró 18 meses no es suficiente como para terminar de ajustarlo completamente”, dice la ingeniera.

Las primeras excavaciones se realizaron en invierno, y en la actualidad se cuenta con tres invernaderos al que se aplicó este mecanismo. Son dos invernaderos para la producción de hortalizas y hierbas aromáticas y medicinales, y un vivero de árboles nativos.

El próximo 13 se hará una demostración de lo que se ha trabajado hasta el momento con una muestra del uso de esta energía y sus resultados. “La idea es que esto siga avanzando y que se siga pudiendo aplicar y mejorar”, dice Machado. La actividad comenzará a las 9 horas en el predio Abayubá, en ruta Interbalnearia km. 32,500. A continuación, la muestra seguirá en San Jacinto, en ruta 7 Km. 59,300, a las 10:30 horas de la mañana. Luego, en el Centro Agustín Ferreiro, ruta 7, Km. 40 se realizará un cierre y puesta a punto de todo lo que se trabajó en estos 18 meses. Habrá traslado desde Montevideo para las personas que quieran participar, para ello se deberá coordinar al 099 058 666.

El monto total de este proyecto fue de 38 mil dólares. Los caños y los ventiladores fueron lo más costoso.

La herramienta “Más Tecnologías para la producción familiar”, que lleva adelante el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca a través de la Dirección General de Desarrollo Rural (MGAP/DGDR) en forma conjunta con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) son proyectos de desarrollo de tecnologías con especial consideración al contexto al cual se aplican. Estos proyectos son presentados en conjunto entre organizaciones de productores rurales de todo el país y entidades públicas y/o privadas de investigación. Como estrategia metodológica se incorpora la participación directa de los productores y sus familias como parte del equipo investigador.