Técnicos y productores familiares fueron convocados para pensar en estrategias de diferenciación y agregado de valor

Con el objetivo de favorecer el fortalecimiento institucional y fomentar la capacitación de funcionarios del MGAP, MIDES e INC y de los representantes de las organizaciones de productores de la agricultura familiar, se realizó los días 20 y 21 de abril el Seminario “Estrategias de diferenciación y agregados de valor a los productos de las organizaciones de la Agricultura Familiar”.

La actividad fue co-organizada por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca a través de la Dirección General de Desarrollo Rural (MGAP/DGDR), el Instituto Nacional de Colonización (INC) y el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) y contó con el apoyo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). Esta iniciativa, que se enmarca dentro de un proceso de trabajo que tendrá continuidad, contó con la participación de Jimena Acuña, del Instituto de Desarrollo Agropecuario de Chile (INDAP), quien presentó la experiencia del Sello “Manos Campesinas” y de las Tiendas “Mundo Rural” que se llevan adelante en su país.

Soñar con el orgullo de llevar el sello

Elsa Rodríguez es productora familiar en la zona de Rincón del Cerro en Montevideo y participó del Seminario. Produce verduras y leche. Vive con su esposo y cinco hijos. Todos trabajan en el predio. La idea del sello le pareció muy buena: “Yo creo que es una buena idea, que habría que darle más apoyo económico y científico, dedicarle un poco más de investigación antes de desarrollarlo. Más valor significaría eso, que se lo gane, no sólo algo para que se lo identifique. No es ponerle una etiqueta y ya está… Que yo me sienta orgullosa de que mi lechuga tenga ese sello. Y que esté segura que las personas que la van a consumir, sepan que es inocua, que están comiendo algo sano. Eso me parece bien. Si bien ahora están comiendo algo sano, no lo saben. Ahí está el valor”, expresó.

“Pienso que nosotros tenemos que cuidar el planeta; tenemos que cuidar lo que vendemos. Yo no puedo vender algo que no comería. No les puedo dar ese ejemplo a mis hijos. No vender basura. La tierra en Uruguay es hermosa. Donde yo vivo, tiro las semillas al piso y crecen. Plantás hasta en botellas… Sí o sí el medioambiente lo pide: vamos a terminar todos haciéndolo bien, porque los niños nos van a educar”, dijo.

“Ser productor es un estilo de vida y es un trabajo de 365 días. Las vacas se ordeñan dos veces al día. Hay que estar ahí siempre, hay que cuidarlas, vacunarlas, precisan atención, precisan alimento (…). Eso es ser productor familiar: es ver parir la chancha y ayudarla…”

Lograr una justa inserción en las cadenas de valor

En la mesa de presentación del Seminario, el titular de la Dirección General de Desarrollo Rural, José Olascuaga, señaló que la iniciativa pretende cubrir una necesidad en función de una estrategia de trabajo que cumple con dos ejes de los lineamientos estratégicos de la DGDR: el desarrollo rural (en sus tres dimensiones: ambiental, económico y social), en el cual se prioriza el trabajo con la agricultura familiar; y el trabajo en forma articulada e interinstitucional, ya que la actividad se desarrolla en conjunto con otros organismos del Estado vinculados a la agricultura familiar y en articulación con el sector privado. Expresó que para lograr la sustentabilidad de la agricultura familiar es necesario lograr resolver una justa inserción en las cadenas de valor y los circuitos comerciales.

Mariana Orozco, del Instituto Nacional de Colonización, resaltó la oportunidad que brinda esta actividad de ver las experiencias que están llevándose adelante en la región. Expresó que no alcanza con dar la tierra a una familia para que ésta se pueda desarrollar, sino que es necesario acompañarlo con otras herramientas, como la valorización de su producción. En este sentido, dijo que la idea es trabajar con otras instituciones para seguir avanzando.

Mariela Fodde, de la Dirección Nacional de Economía Social e Integración Laboral del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES/DINESIL) expresó que la actividad está amparada en uno de los ejes de trabajos del Ministerio, que pasa por erradicar las vulnerabilidades. Mencionó que es necesario fortalecer a la agricultura familiar a través de dispositivos legales y resaltó una de las experiencias que iniciarán este año, con los circuitos cortos.

La representante de IICA en Uruguay, Alejandra Sarquis, mencionó que para la justa inserción de la agricultura familiar en las cadenas de valor y los circuitos comerciales, el Estado tiene que acompañar. Expresó que el sello “Manos Campesinas” de Chile y la experiencia Tiendas “Mundo Rural” son un referente, y que sería importante ver qué posibilidades tenemos en Uruguay de llevar adelante un modelo similar, a nuestra medida.

Un sello que agrega valor

Jimena Acuña de INDAP presentó la experiencia del Sello “Manos Campesinas” de Chile. Este sello es el resultado de un trabajo conjunto entre las organizaciones campesinas, INDAP y la Universidad de Chile y busca destacar y visibilizar en el mercado interno los productos de la Agricultura Familiar Campesina (AFC), garantizando estándares de calidad, producción e inocuidad.

Es un sistema de acreditación que respalda atributos de productos y servicios generados por pequeños productores a lo largo de todo el territorio nacional. Busca visibilizar ante los consumidores atributos de estos productos y servicios, dando valor a sus factores naturales, humanos y sociales, junto con reconocer las prácticas ancestrales y los conocimientos tradicionales inmersos en su proceso de elaboración.

La presencia del Sello “Manos Campesinas” garantiza que los productos y servicios son:
-De origen campesino: Generados únicamente por pequeños productores.
-Artesanales: Sus principales procesos son hechos a mano, además de ser generados a pequeña escala y con un bajo impacto ambiental.
-Justos: Fomentan el desarrollo económico de pequeños productores.
-Sanos: Cumplen con los requerimientos sanitarios de la normativa legal vigente.

Mencionó que para llegar a este sello, se debió pasar por un proceso de trabajo extenso e intenso, en el que hubo que realizar estudios de mercado, la conformación de un Comité Técnico Nacional y la creación de un programa piloto para cinco rubros específicos de la agricultura familiar, para luego pasar al programa regular, abierto a todos los productos (menos cosméticos). Fue necesario además trabajar en la difusión del programa en los medios locales, la realización de talleres y videoconferencias, además de trabajar en un programa de Prensa y Marketing.

Como beneficios del programa, destacan:

-Diferenciación y visibilidad de los productos y servicios, gracias a la presencia del sello y a las campañas de difusión asociadas a éste.
-Ser incluido en estrategias promocionales públicas.
-Preferencia de compra por parte de los consumidores e intermediarios.
-Fomento del desarrollo económico local.
-Apoyo en la inserción en nuevos mercados y en circuitos cortos de comercialización.
-Asesoría técnica para alcanzar los estándares requeridos.
-Valorización del trabajo de familias y comunidades campesinas

El Sello “Manos Campesinas” está gestionado por INDAP y por un comité técnico compuesto por representantes de las organizaciones nacionales campesinas, representantes de la Universidad de Chile y representantes de INDAP. Dicho comité es el responsable de la evaluación técnica de las postulaciones de quienes quieran optar por usar este distintivo.

Acuña mencionó que en 2015, en Chile hubo 178 postulaciones al sello, que finalmente culminaron con 121 adjudicaciones.

 

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