Atención a víctimas

Asesoramiento psicológico para niños

Guías

Orientación ante el fallecimiento de un ser querido.

¿Qué podemos hacer?

  • Responder a sus sentimientos, animarle a hablar de sus miedos, sentirle cercano para expresarle nuestros propios sentimientos.

  • Las respuestas a sus miedos deben ser directas, simples.El niño puede aceptar explicaciones cuando confía en el adulto.

  • Jugar mucho con él. Los niños comunican sus más profundos sentimientos mediante el juego y las acciones.

  • Durante las primeras semanas después de la muerte, la persona que lo cuida debe tomarse tiempo para sentarse y jugar con él evitando guiar su juego. No lo debemos criticar nunca por la forma en la que expresa sus sentimientos.

  • Dejarlo participar en el dolor familiar, la rabia, pero evitando que vea el hundimiento de aquellos en quienes se apoya.

  • Ayudarlo a comprender que la muerte, en sí misma, no hace daño; que su tristeza se debe a la ausencia de la persona amada.

  • Alrededor de los siete años de edad, les podemos permitir asistir a los funerales, sin obligarlos.Estos les confirmarán que la muerte es un hecho real.Es conveniente explicarles con antelación en qué consiste el funeral y que puedan abandonar el lugar cuando quieran, si así lo desean.

  • Comprender y aceptar los comportamientos que nos pueden parecer “fuera de lugar”.Reírse de cosas que no son divertidas puede ser una forma de asumir los sentimientos que lo invaden.

  • Permitirle participar o acompañarnos en los eventos conmemorativos.

  • No temamos sus lágrimas: para un niño es natural llorar.

  • Hablarle de la muerte cuando él quiere hacerlo. Darle respuestas honestas y adecuadas a sus preguntas. No explicarle cosas que no ha preguntado.

  • Evitar decirle cosas como “papá se ha ido por un largo tiempo”: podría interpretarlo como un abandono.

  • Puede no comprender argumentos como “mamá está en el cielo”, ya que él sabe que está en el cementerio. Hablarle del alma si él lo desea.

  • Decirle simplemente que “el abuelo ha muerto porque estaba enfermo” es una explicación insuficiente. Puede pensar que todas las enfermedades causan la muerte.

  • Evitar decirle “morir es como dormir”: podría tener miedo de morir mientras duerme.

  • No aislarlo de la realidad que sucede a su alrededor enviándolo a vivir con otras personas durante el periodo más doloroso y los días siguientes. Debe vivir la experiencia del duelo y debemos ayudarlo a salir de él juntos.

Reacciones físicas esperables

Seguidamente les informaremos sobre cuáles son las reacciones físicas, emocionales y psicológicas que se consideran normales, tanto en niños/as, como en adultos, después de haber visto, escuchado u oído la explicación de los hechos sucedidos, dolorosos y traumáticos.

Cualquier experiencia traumática supone un desequilibrio repentino del día a día. Durante unas horas, días o semanas, habrá una serie de reacciones que habrán de ser consideradas normales y pasajeras, como las presentadas a continuación, entre otras:

  1. Angustia.

  2. Mareo.

  3. Frío-calor.

  4. Hiperactividad.

  5. Insomnio y trastornos del sueño (pesadillas, miedo a ir a dormir, algunos niños pueden volverse a hacer pipí en la cama, despertarse a medianoche, sensación de no haber descansado del todo y haber dormido 8 horas).

  6. Inapetencia, pérdida de apetito o comer en exceso, sobre todo dulces.

  7. Hormigueo.

  8. Dolores de cabeza y tensionales (espalda, cervicales).

  9. Nudo en el estómago y la garganta.

  10. Pequeñas pérdidas de memoria.

  11. Pérdida de concentración.

  12. Desorientación durante el día.

  13. Cambios de humor.

  14. Emociones variables y/o incontroladas (llantos, confusión, embotamiento, irritabilidad).

  15. Pérdida del sentido del humor y de interés por las cosas agradables.

  16. Dificultad al recibir o demostrar afecto.

  17. Reacciones exageradas.

  18. Sobresaltos.

  19. Flashbacks: aparición repentina de imágenes, como fotografías mentales de los hechos, que hacen revivir la situación como si volviera a pasar de verdad. 

  20. Percepción continua de peligro.

  21. Sentimientos de culpa.

  22. Plantearse constantemente ¿por qué?.

  23. Miedo a quedarse solo/a.

  24. Tendencia a evitar situaciones y/o lugares relacionados con los hechos.

  25. Tendencia a evitar hablar y pensar en lo que ha pasado.

Recordemos que todas estas reacciones están dentro de la normalidad y que es esperable que sean pasajeras, si las afrontamos y entendemos en lugar de evitarlas.En los adultos podrán llegar a mantenerse en alguna medida hasta tres meses aproximadamente, mientras que los niños son altamente adaptativos. Cuantos más pequeños son, mejor “digieren” lo que ha pasado. La gran mayoría de personas, supera esta sintomatología sin padecer secuelas psicológicas que precisen tratamiento. En cualquier caso, si se detecta que estos síntomas perduran más allá de tres meses, o que dificultan demasiados aspectos fundamentales de nuestra vida cotidiana, hará falta consultar a un especialista. Justo es decir que la automedicación no se tiene que considerar una opción nunca; siempre hará falta consultar al médico.

No todo el mundo tiene que sentir todos estos síntomas, ni en la misma intensidad; en los niños en general, las reacciones más frecuentes son las emociones y comportamientos asociados al miedo y los trastornos del sueño. Algunos podrán llegar a comportarse cuanto más pequeños, con manifestaciones más infantiles o de hacer “pataletas” para llamar la atención. Su silencio, en principio no tendría que ser una conducta de evitar hablar del accidente. Pero será importante observar su comportamiento, (si expresa tristeza, está más quieto de lo normal… o se mueve más que antes de los hechos). Será bueno saber “leer” sus expresiones.Sobre todo, aquellas que son muy diferentes de las habituales en él.

Preguntas y respuestas

A continuación planteamos una relación de posibles situaciones en las que se pueden encontrar en los próximos días, y algunas pautas y recomendaciones a seguir, siempre dentro del estilo educativo de cada casa y familia de los niños/as.

¿Por qué lo ha hecho, por qué conducía mal?

Algunas veces, las personas tenemos reacciones inesperadas, quizás no pensamos en las consecuencias de aquello que hacemos, o simplemente pensamos que es la mejor manera de actuar y nos equivocamos. Tenemos que pensar sobre “lo que ha pasado”, aunque no lo entendamos nunca. Cuando actuamos por impulso, no pensamos en que nos haremos mal, simplemente lo hacemos y punto. Tampoco pensamos que los otros padecerán.

¿Qué le pasará?

Es importante que vayamos informando de la evolución.Si el accidentado está hospitalizado, cuando nos pregunte, informaremos cosas reales. Si no lo sabemos, no lo sabemos, y cuando nos enteremos, se lo haremos saber.

¿Por qué lloras? (si ven llorar a los adultos)

"Porque estoy triste por lo que ha pasado". Es bueno que nos vean llorar y expresar nuestros sentimientos sin dramatizar, verán que somos “normales” y también los ayudará a normalizar los suyos propios, pero a la vez, es importante que nos vean hacer “vida normal” cuando termino de llorar.También es bueno que vean que los adultos tienen diferentes formas de expresar pena o dolor… explicando a la vez, con naturalidad, aquello que sienten.

¿Qué hacer si dice que tiene miedo y no quiere ir a dormir?

Durante unos días, seguramente estarán más cerca de lo habitual con sus hijos, incluso porque así lo necesitan, y eso ayudará a que vuelvan a tener confianza y seguridad. Aun así, las situaciones se deberán ir normalizando, recuperando el «terreno perdido», por lo tanto, aquello que ya les sirvió cuando eran más pequeños para conseguir que durmieran solos, sin dejar que vinieran a nuestra cama o nosotros a la suya, son los recursos que será bueno recuperar.

Para aquellos que lo han olvidado, les recordamos: 

  • Acompañarlos a dormir, con la luz encendida.

  • Hablen de los hechos divertidos del día, leer cuentos y váyanse antes de que se duerman, apagando la luz.

  • Si nos reclaman, ir a ver pero sin entrar a la habitación, para que no se sientan desatendidos, y cada vez tardar un poco más al volver, si es que nos vuelven a gritar.

  • Cualquier cambio en aquello que era habitual, como por ejemplo dejar una luz encendida, no ayudará, puesto que le estaríamos acostumbrando a dormir con este nuevo elemento.

  • Recuerden al niño/a que siempre había dormido sin ninguna ayuda exterior (luz, puerta abierta) y que es capaz de dormir como siempre lo ha hecho. Les tenemos que transmitir que “sabemos que es capaz”

Cuándo tengan pesadillas: la temática del sueño puede ser del accidente o de cualquier cosa que le dé miedo. Deberemos invitarlos a que lo expliquen, que se imaginen cómo acabará la historia —porque ya saben todo lo que ha ido pasando desde el accidente. Los sueños se pueden acabar despiertos.En la mayoría de niños estos sueños irán huyendo y tienen su función dentro del sistema nervioso. Aun así, si se detecta que perduran o que el contenido es muy intenso, sería bueno consultar un especialista.

¿Pide más atención? Ahora la necesita, pero el dar más afecto no quiere decir permitir que “se aproveche” de la situación. Tendrá que recibir nuestro afecto pero las normas habituales de casa se deberán ir normalizando. No tenemos que tener miedo de regañarlo cuando siempre lo hemos hecho, ni tenemos que sobreprotegerlo en exceso. Pensad que vuestra angustia y miedo, la podéis transmitir sin daros cuenta.

No todo el mundo tiene que sentir todos estos síntomas, ni en la misma intensidad; en los niños en general, las reacciones más frecuentes son las emociones y comportamientos asociados al miedo y los trastornos del sueño.

 

FUENTE: Stop Accidentes

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