MES DE LAS MUJERES RURALES

La historia de Graciela, una mujer rural que vive el campo

Graciela Pereira es una mujer rural que vive desde hace más de 46 años en la zona de Canelón Chico, en Ruta 66 km. 25,500. Produce toda la parte hortícola, a campo e invernáculo. Pertenece al grupo Mucachi, Mujeres Rurales Canelón Chico, desde el año 95. Siempre atenta a las necesidades de los vecinos, ha logrado calar hondo entre sus pares. No en vano dice que le ocupa y le preocupa “mantener vivo el campo” y que busca “no perder la esencia”.

Graciela es casada y tiene un hijo; su nuera también forma parte de su familia. Planta desde albahaca, rúcula, morrones, zapallitos, perejil, acelga, apio... de todo un poco. Nos cuenta su historia vinculada a los grupos y organizaciones. Dice que a raíz de Mucachi, surgió un grupo de productores, Vecinos Unidos (Vecuni), y luego se formó un grupo de chicos: “14 gurises que se conocían, jugaban al fútbol y conversaban, pero que no tenían nada en común... Pudimos juntarlos y en aquel momento, en el 2001, 2002, pudieron ser parte de Uruguay Rural y fueron favorecidos con invernáculos... Pudimos lograr que esos gurises fueran casi empresarios, a pesar de su corta edad en ese momento. También tuvieron un proyecto de la Embajada de Canadá, donde tuvieron la oportunidad de adquirir dos tractores con sus herramientas para los mismos invernáculos. Desde ahí los chicos están funcionando bastante bien”, dice la productora.

Fue presidenta de la Red de Grupos de Mujeres Rurales. De esos momentos, recuerda: “cayó justo en mi vida lograr estar en una directiva de preciosísimas mujeres, conocer, tener la experiencia, conocer el país de punta a punta y poder recorrer algunos países donde fuimos invitadas. Para mí fue una época maravillosa, de conocimiento, de experiencia inigualable. Agradezco muchísimo la oportunidad que me dio la Red de Grupos de Mujeres Rurales”.

Ha trabajado en distintas comisiones, de salud, social... Trabajó fuertemente con Mucachi atendiendo la salud de las mujeres, que, según cuenta, “muchas veces son las mamás que crían a sus hijos solas y que el grupo les presta interés”.

Recuerda los inicios de la Asociación Rural de Canelón Chico: “Entre los chicos, los varones y las mujeres éramos un grupo hermoso y como teníamos un ratito de tiempo, formamos la Asociación Rural de Canelón Chico, con una vasta zona, de muchísimos kilómetros cuadrados, donde mantenemos un montón de socios... y detrás de cada socio, sabemos que hay una familia, entonces somos un montón luchando y queriendo salir adelante por lo mismo”, dice Graciela.

Menciona lo importante de estar unidos, para “no perder esta esencia que tenemos, y una ruralidad que cada día, a pesar de que parece que es más fácil, a nosotros se nos hace difícil”.

En esa zona grande de Canelones, son en su mayoría pequeños productores: “yo siempre digo, tenemos que cuidarnos entre nosotros, porque nosotros no hacemos paro... no tenemos un sindicato, lo único que tenemos en mente es que tenemos que trabajar para mantener nuestras casas y los gastos de todos los días, y la verdura no espera, las vacas hay que ordeñarlas y los huevos hay que juntarlos...”.

Graciela nos cuenta cómo es un día de su vida en el campo: “no creo que sea muy diferente, es como el de todas las mujeres rurales. Con el mate, tempranito, se comienza a organizar el día: el trabajo, la casa, la bendita comida, las cuentas, los ciento un problemas que acarreamos durante el día... Y todo lo que se puede ir sumando, con llamadas, las problemáticas de todos los productores, los vecinos... Eso influye un montón en mi vida, pero lo hago con muchísimo gusto y feliz de poder compartir junto a ellos sus alegrías, sus sinsabores, sus penas. Para mí es un honor que me tengan en sus pensamientos”, dice.

Sobre qué cosas le preocupan como mujer rural, nos dice: “me preocupan las pocas posibilidades que van quedando de mantener vivo el campo. Nosotras, la mayoría de las mujeres del grupo, de la vecinas, ya vamos pintando canas... y los jóvenes, de ver tanto nuestro sacrificio, pienso que también buscan otro rumbo como para asegurar sus pesitos. (...) Pienso que hay que ponerle un pienso...”.

“Nosotros dejamos nuestra vida en cada producto que llega a las grandes superficies. Si nosotros no estuviéramos día a día, se pueden ir a pastorear apereás al Parque Sauce (...) Eso es lo que me preocupa como mujer rural, como madre, como esposa, como hija, como vecina de todos los productores. Canelones es un departamento de muchos productores pequeños, de poca superficie y en ese paraje donde yo vivo con mi familia, que es Canelón Chico, no sé si no será el pedazo de Canelones que más productores chiquitos tiene... pero también quien más surte al mercado o cualquiera de los lugares donde se lleva la verdura”.

“La salud la llevamos, la tenemos, la parte social estamos siempre buscando la oportunidad, el llevarnos bien, el relacionarnos, pero creo que el campo existe y existe para todos. En las buenas y en las malas, creo que tenemos que estar todos juntos”, dice la productora. “No sé cómo arreglarlo y eso me ocupa y me preocupa”, confiesa.

Cuando le preguntamos qué significa el campo para ella, con total sinceridad, nos responde: “para mí el campo es todo, es mi vida. Nací, me crié, formé esta familia que hoy tengo, pero también la familia de la Sociedad de Fomento Rural de Canelón Chico y de los grupos que fuimos armando en el correr de todos estos años... Es esta familia. Soy una agradecida por darme la oportunidad de vivir y ser feliz en el medio rural, en este pedacito de tierra que tenemos, chacreros pequeños, pero con un pedacito de tierra que es nuestra. Y poder criar un hijo y que ese hijo también se sostenga de ese pedacito de tierra que le dejaron los abuelos... y que viva y pueda mantener su familia, no es poca cosa. Pensando en mis padres, que vivieron toda la vida como chacreros, mis abuelos, mis ancestros... ¿¡cómo no ser feliz!? ¡¿Cómo no ser feliz ayudando a ser feliz a otras personas!? La ruralidad es muy activa y a veces se hace difícil, y más difícil si estás solo; nosotros por suerte estamos juntos y luchamos por una misma razón: mantener vivo el campo”.

En cuanto a los apoyos de la Dirección General de Desarrollo Rural del MGAP, Graciela recuerda que en el 2014 tuvieron un apoyo cuando salieron los PFI (Proyectos de Fortalecimiento Institucional), con grupos de 5 productores. Luego recibieron apoyo para un grupo ganadero y después, “cuando ya los chicos habían crecido, nos dieron la oportunidad de formar una cooperativa y tenemos la cooperativa CALPRODEC, Cooperativa Agraria Limitada Productores de Canelones... Somos todos autonómos, cada uno sigue con su autonomía pero la fomento apadrinó y siempre está atenta, como organización, a la cooperativa. Unos son la cara visible y muchos remiten. Está trabajando muy bien, muy seriamente, con muchísimo compromiso (...) estamos muy agradecidos y nos sentimos muy bien apoyados, también desde DIGEGRA hemos tenido un sinfín de apoyo para los productores de la zona”, dice Graciela.

Ahora se los está apoyando con el Plan de las Aves Plaga, según Graciela, se obtuvo una respuesta inmediata desde el Ministerio: “La Fomento de Canelón Chico y la de Rincón del Colorado, Afrupi, obtuvieron ese apoyo desde la DGDR para tratar de armar algo contra estas aves que nos están dando un dolor de cabeza a todos los frutícolas y también los hortícolas”. Forma parte de una intervención territorial específica (ITE), dentro del Sistema Nacional de Innovación y Desarrollo Rural (SINDER).

Por otra parte, el 9 de setiembre tuvieron la presentación de la convocatoria “Senda Agroecológica”, por parte de la DGDR: “se nos explicó bien en qué consistía el proyecto y el último viernes del mes tuvimos una reunión con los socios donde pensamos que era el mejor momento para hacerles la propuesta. Como ATDR estamos registrados y los técnicos nos escribieron y estamos a la espera para ver si algún productor va a entrar”, cuenta la productora.

 

 

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