MUJERES RURALES

“A la mujer le hace falta reunirse más, salir de su espacio”

El 29 de octubre se celebró en Paysandú el Día de la Mujer Rural. La actividad, que se realizó durante la tarde, tuvo lugar en la Asociación Cristiana de Jóvenes en Ruta 3 Km. 378, junto al arroyo San Francisco y participaron unas 20 mujeres rurales.

En la jornada se presentó el Plan Nacional de Género en Políticas Agropecuarias y también se presentaron las políticas institucionales y territoriales existentes, por parte del MGAP, el Instituto Nacional de Colonización, la Secretaría de Género y departamento de Descentralización de la Intendencia de Paysandú, y Ruralidad e Inmujeres del Ministerio de Desarrollo Social. Hubo además un taller participativo sobre derecho al ocio y al tiempo libre y se compartió una merienda.

“Fue una tarde muy linda, de calor, pero estuvo precioso porque lo hicimos bajo los árboles, cerca del arroyo. Pasamos muy agradable, bailamos, hicimos juegos, contamos anécdotas, experiencias de vida y fue muy interesante. Hicimos un brindis con una torta y regalamos unas tunitas a las participantes”, cuenta Mónica Maciel, una de las mujeres rurales participantes.

Mónica destaca la importancia de contar con un día para la mujer rural: “Para mí es súper importante que se celebre el Día de la Mujer Rural, porque es un espacio donde la mujer se siente libre para expresarse. Veo la necesidad que tienen las mujeres de hablar, es impresionante. En la celebración hubo mujeres grandes que se desahogaron, lloraron, se rieron, cantaron. Vi la necesidad de hablar... La mujer necesita reunirse. Con la Pandemia la gente no salía y la mujer se dedicó a la casa, a los hijos, la familia, la quinta y quedó muy encerrada... Está faltando más experiencias como este día, que la mujer salga, se distienda. Un día solo es poco. A la mujer le hace falta reunirse más, salir de su espacio. Está tan acostumbrada a eso, tan arraigadas a ese círculo de trabajo en la casa, la familia, los animales, la quinta, cuidar a algún familiar, siempre en la misma... Es una lástima no darse su tiempo”, dice Mónica.

También entiende que a la mujer “no le dan el valor por el sacrificio que está haciendo”: “Como que es algo natural, que debe hacerlo. Como que nuestras espaldas aguantan eso, y a veces nuestras espaldas están agotadas. No sólo físicamente, sino mentalmente. Es algo que se tiene que trabajar mucho con la mujer rural. Por eso me parece que es importante celebrar el día y sacarla de ese círculo”, dice.

Mónica es productora hortícola y vive junto a su esposo en una chacra, en la zona de Parada Esperanza o entrada al Molino Quemado, por ruta 90, entrando dos kilómetros a mano izquierda en el km. 28,5. Tienen seis hectáreas y media para trabajar, pero están trabajando unas cuatro hectáreas. Tienen producción hortícola, cerdos y algo de gallinas ponedoras. Mónica es quien se dedica a la siembra: prepara las bandejas de semillas y siembra más que nada lechugas, espinacas, acelga, rúculas, kale... Las prepara en bandejas y luego van a la tierra. También realiza la preparación de lo que produce para la venta. Su marido corta las hojas junto a un colaborador y ella se encarga de lavar y preparar los productos y de hacer el reparto: “Nosotros le estamos dando un valor agregado a la mercadería, por ejemplo, hacemos mix de hojas con rúcula en bandejas o en bolsas”, cuenta. Ella reparte y entrega a los comercios de la zona.

Mónica forma parte de la Sociedad de Fomento Colonia Porvenir, que tiene 28 socios; 16 son mujeres: “No todas participan, pero es un grupo lindo y unido. Cada tanto tenemos alguna fiesta o celebración. Nos reunimos una vez por mes y siempre llevamos algo para compartir y distendernos y dialogar, para salir un poco de la rutina”, cuenta. Se presentaron a una de las convocatorias de la DGDR con el grupo de mujeres pero no pudieron acceder. De todos modos, van a esperar que haya otra oportunidad para volver a presentarse.

 

El sueño de Mónica

“En realidad yo no quería nada con la quinta. Fue una opción de vida. Yo no era mujer rural. Hace 11 años que volvimos al país porque no teníamos nada, tuvimos que irnos para comprarnos la chacrita. Al volver –su marido era productor hortícola- continuamos con los planes de comprar la tierra y empezar a cultivar el campo. Ahí empecé, como una opción de vida. Al principio no me gustaba nada, pero de a poquito le fui agarrando el gusto. Es otra cosa, es la tranquilidad... Yo sé que es una locura el reparto y la entrega a la mañana, pero eso compensa la paz y la tranquilidad de la tarde. Por ejemplo, ahora estoy hablando acá bajo los árboles, cantan los pájaros, no hay ruidos... esa es una de las bellezas que tenemos”, dice Mónica.

Su sueño es poder instalar un hotel rural: “Nosotros tenemos la otra parte de la tierra y ahí queremos hacer cabañitas para que la gente disfrute de eso. Estamos cerca de la ciudad, a diez minutos, y es precioso. Yo estoy enamorada de este lugar. Me gustaría hacer cabañitas con piscina, que la gente vea cómo se trabaja, los animales, ese sería uno de mis sueños. Tengo un compañero que me apoya y creo que poquito a poco lo vamos a lograr...”.

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