Mujeres rurales

Nazarena: joven mujer rural, productora hortícola orgánica de Canelones

Historias de mujeres rurales y del agro: en el mes de la mujer, la Dirección General de Desarrollo Rural (DGDR) del MGAP comparte historias de mujeres que viven y trabajan en el medio rural de nuestro país.
Nazarena Budin

Nazarena Budin Riera tiene 38 años, vive con su familia, conformada con su marido e hijo, en un predio que produce horticultura orgánica en las cercanías de Sauce, Canelones. Con lo que producen, venden para las canastas de producción orgánica.

Nos cuenta que cuando se realizó el llamado Somos Mujeres Rurales en su tercera edición, durante el 2019, decidió con otras cuatro mujeres de la zona de Sauce, también productoras orgánicas, presentar un proyecto para generar más ingresos a sus hogares, y poder envasar y comercializar conservas, a partir de la producción de sus predios.

Somos Mujeres Rurales es una política que fomenta la Dirección General de Desarrollo Rural del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, desde el año 2015.

La convocatoria está dirigida a organizaciones, grupos o colectivos de cinco o más mujeres de 18 o más años, preferentemente radicadas en el medio rural o directamente vinculadas a la actividad agropecuaria, para presentar propuestas orientadas a contribuir a procesos de desarrollo rural sustentable con inclusión social.

“Mi cuñada es una de las cuatro otras integrantes, que con otra más, viven en La Armonía”, zona reconocida de producción orgánica. “Una de ellas se dedica a plantación de frutillas, otras teníamos plantación de tomate…nos juntamos con la producción de cada una, y estuvimos envasando mermeladas y dulces y demás. Cuando salió el proyecto (fue aprobado y financiado) lo utilizamos para la compra de envases”.

Nazarena relata que para “darle un toque más importante de marketing fueron a una imprenta para mejorar la presentación del producto”, con etiquetas que además identifican producción orgánica. A propósito de esto, nos comenta que con fondos del proyecto, pudieron también hacer una capacitación en marketing y venta en redes sociales.

A pesar que el proyecto ya cerró y ahora no continúa en el grupo para estos fines productivos, nos dice que siempre están atentas a que puedan surgir nuevos apoyos que les convenga. Nazarena retomó sus estudios de magisterio, “este año estoy cursando tercero, y tengo mucha más carga horaria de estudio y además las prácticas. Ya he hecho prácticas en escuelas rurales y es un perfil al que apunto” cuando se reciba de maestra, afirma.

Para cerrar nos dice que “el proyecto fue un puntapié muy importante para animarnos a más, de no quedarnos en la cómoda y con miedo, sino animarnos a avanzar”, en cierta manera queriendo decir a todas las mujeres rurales, que se animen a trabajar en grupos, a tener proyectos y a buscar caminos para cumplirlos.

 

Somos Mujeres Rurales 3

El grupo Burucuyá se juntó para presentar un proyecto productivo, a la tercera edición del llamado Somos Mujeres Rurales del 2019, fue aprobado y lo ejecutaron en 2020.

El grupo está integrado por 5 mujeres productoras que realizan producción orgánica, algunas con certificación y otras en proceso de conseguirlo. El objetivo de la propuesta era el procesado y envasado de tomate industria plantado con tal fin, para lo que se comenzó plantando media hectárea de cultivo, por ser el producto de mayor consumo y con posibilidades de elaboración. La producción del cultivo específico para conserva se haría en forma conjunta en el predio de alguna de las productoras que esté certificada, a seleccionar dentro del grupo.

Las conservas eran elaboradas a façon en una agroindustria local, y envasadas en vidrio de cuarto, medio o un kilogramo. A los frascos se los etiqueta con un logo identificatorio del grupo y que detalla la calidad de producto orgánico. Para ello, realizaron curso de marketing y venta en redes sociales, que financiaron también con el dinero adjudicado al proyecto.

Los productos se comercializaban en puntos de venta, o a través de “canasteros”,  ferias o comercios locales. Se presentaban como un producto orgánico certificado usando el registro de alguna de las productoras ya certificada y la certificación habilitante de la agroindustria.

Se hizo una prueba con el apoyo del proyecto en el rubro tomate, de funcionar la propuesta y el vínculo con la agroindustria se continuaría con otros cultivos. Otros cultivos orgánicos habituales en los predios, son morrones, catalanes, frutilla, berenjenas, zapallo.

La planta que procesó las conservas es Pancini Industrial del Sauce (PISSA), tiene una línea de producción orgánica certificada y habilitaciones bromatológicas. Por su parte, el grupo Burucuyá aportó los insumos primarios y la materia prima en la planta y se llevó el producto envasado sin etiquetar. Previamente se acoraban las especificaciones para la elaboración, ingredientes, cantidades, condimentos extras, etc.

La fábrica tiene experiencia en el facón, produce a “medida” del gusto del cliente.
Las productoras por su parte, establecieron un reglamento de trabajo con listado de tareas, registros para fijar valores de la materia prima, división de tareas, etc.

Para dividir ganancias, acordaron registrar horas de trabajo para cada una de las tareas, de cada una de las integrantes. Los costos de los productos se definieron poniendo precio a la materia prima, dependiendo del cultivo se le fija un costo mínimo y que se ajustaba al valor de mercado del día de elaboración.

 

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