Desarrollo rural

Toda una vida dedicada al campo

Antonio Castro tiene 62 años y es productor lechero en San José. Reconoce que hubo un quiebre en los años 2005, 2006 para la producción familiar, con las políticas públicas de apoyo al sector que empezaron a implementarse. “Antes era horrible... Teníamos que soportar sequías, exceso de lluvia, caída de precios internacionales, problemas de todo tipo y teníamos que arreglarnos como pudiéramos”, recuerda.
productor Antonio Castro

Antonio vive en Carretera de la Costa, Km 9, en el departamento de San José, a 10 kilómetros de San José de Mayo, la capital departamental. “Es un lugar muy lindo, el lugar donde yo nací. Nací y me crié en el medio en este lugar. Acá vivían mis padres, vivía mi abuelo... Trabajo la tierra desde que tenía 12 años, desde que salí de la escuela”, cuenta.

“En mi casa mis padres tenían granja, un poquito de todo. Eso después con el tiempo dejó de ser rentable y en el año 1976, cuando yo tenía 18, 19 años, comenzamos con un hermano, más chico, a remitir leche industria a Conaprole. En esa época Conaprole tenía una demanda muy importante por productos y permitió que productores que no tenían infraestructura para mandar leche calificada, o sea la leche consumo, pudieran remitir con destino a la industrialización. Nos fue relativamente bien”.

Remitieron leche industria hasta el año 1982 y fabricaron una sala de ordeñe acorde, una sala para enfriado de la leche de acuerdo a las exigencias del momento y comenzaron a enviar leche calificada, con otro valor. En esa época la leche industria la pagaban un 30 o 40% menos que la leche calificada. En esa época Antonio vivía con sus padres y su hermano. “Arrancamos con siete vacas prestadas, con un sacrificio tremendo, sobrehumano”, recuerda.

Antonio se levanta y comienza traer los animales a las 5:30 de la mañana. Los ingresa a la sala de espera, que está previo a la sala de ordeñe, y luego comienza con el ordeñe, que le lleva un par de horas. Luego, recorre los animales que están para parir (el ganado seco): “Se ve que todo esté bien, todo esté funcionando, inclusive hay que dar una vuelta por los animales en ordeñe. La función es esa; además todo lo que tiene que ver con las tareas de siembra, de cosecha de pasto... todo eso que hay que hacer”.

 

El problema de la tierra

“El tema de la tierra, fundamentalmente en esta zona, es un problema. Nosotros heredamos de nuestro padre un área de 30 hectáreas y después, a través de crédito compramos algún pedazo, a lo largo de los años y actualmente manejamos 84 hectáreas. Ahí vivimos dos familias. Son 79 hectáreas propias y 5 arrendadas”, cuenta. “Acá es una zona complicada porque hay productores muy grandes que, cuando sale una parcela a la venta o en arrendamiento, es muy difícil competir... En los lugares donde hay Colonias del Instituto de Colonización es mucho más sencillo, pero acá en esta zona no hay”, dice. “Es un problema muy serio el tema de la tierra, un problema de muchos productores lecheros”, agrega.

 

Optar por otros caminos

Sus hijos (Ana Laura 41, Mauricio 39, José 29) optaron por otros caminos: “Tanto mis hijos, como los hijos de mi hermano tuvieron la posibilidad de estudiar, cosa que nosotros no pudimos, y el hecho de formarse les da la posibilidad de elegir... Mi hija estudió Derecho, el hijo mayor tiene una empresita... nada vinculado a lo rural. Y en el caso de los hijos de mi hermano, tampoco”, cuenta.

 

Con apoyos del Ministerio... “nos cambió la vida”

“Para mí, en 2005, 2006 hubo un quiebre importante. Uno, cada vez que tiene dificultades tiene la posibilidad de recibir ayuda, es decir, políticas públicas orientadas al sector. Antes era horrible... Teníamos que soportar sequías, exceso de lluvia, caída de precios internacionales, problemas de todo tipo y teníamos que arreglarnos como pudiéramos. El que no pudiera seguir, la quedaba”, recuerda.

Actualmente tiene actividad gremial desde el año 1993 y con un grupo de productores vecinos, tiene herramientas en común. Han recibido apoyos del Ministerio: “Hemos recibido distintos proyectos de apoyo: Proyectos de Producción Responsable, de Agua en la parcela, pozos, salas de ordeñe”. “Esas obras benefician, ayudan en la rutina diaria, a producir leche de calidad, en el manejo... y son dineros sin retornos”, dice el productor.

Antonio, en el año 2012 tuvo un apoyo económico por parte de los proyectos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, para un pozo semi-surgente y distribución de agua. Fueron 5.800 dólares, sin retorno. Su contraparte fue un 20% y por tanto tuvo que cubrir unos 2 mil dólares para la obra. En 2008, 2009, época en que hubo una gran sequía, recuerda que estuvo al borde de quedarse sin agua: “El pozo artesanal que teníamos no daba; prendíamos la bomba y nos quedábamos cuidando que no se fuera a agotar... íbamos apagando y prendiendo la bomba... por suerte llovió en febrero y volvió la calma... Pero después, con el pozo, nos cambió la vida, al igual que con la distribución de agua en el predio... Tenés bebederos distribuidos en los distintos potreros. Es algo impresionante para uno”, dice Antonio.

En 2013, 2014, junto a dos vecinos productores recibió financiación para innovación tecnológica y compraron una máquina de siembra directa: “Antes teníamos que manejarnos con contratistas para poder realizar la siembra, ya sea de verdeos de verano, verdeos de invierno y praderas permanentes. (...) Teníamos que pagar 50, 60, 70 dólares la hectárea y ahora lo hacemos con la máquina que el proyecto nos financió en un 50%... pero nos cambia la vida porque nosotros definimos la época de siembra, los días... Normalmente los contratistas tienen muchos clientes y es más cuando pueden ellos que cuando nosotros necesitamos. Eso nos cambió la vida, es un dinero que ayuda a aumentar la rentabilidad”, dice Antonio.

 

Los peores momentos

“Los peores momentos fueron en la década del 90 y después, del 99 al 2002, 2003. Eso fue terrible. En realidad sobrevivíamos. La remisión no nos daba para cubrir. Perdimos calidad de vida porque en definitiva lo que producíamos no nos daba para cubrir los gastos y el confort familiar, las necesidades básicas de la familia... En esa época no dejamos la actividad porque no teníamos posibilidades de conseguir un trabajo acorde, y bueno, seguimos a ver qué pasaba. Por suerte la situación cambió y hoy podemos ver las cosas de otra manera”.

 

Los sueños

Según Antonio, el tema de la edad pesa: “Lo que nos está flaqueando es eso, porque en realidad, las condiciones para producir son lindas, son buenas”. “Mi sueño es poder retirarme y disfrutar de los nietos, porque en definitiva a esta altura del partido uno no se puede plantear seguir muchos años más en la producción...”

Agregarle valor a la leche significa tener más demanda de mano de obra y Antonio no lo ve como una alternativa: “Yo soy defensor a muerte del sistema cooperativo y de Conaprole en particular. Me siento respaldado por la cooperativa. Siento que si me veo mal tengo a donde recurrir, y eso es muy importante. Para industrializar uno tiene que elaborar un producto de buena calidad para competir en el mercado y no está fácil para eso”.

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