Leishmaniasis

Leishmaniasis

La Leishmaniasis Visceral americana (LV), también llamada del “Nuevo Mundo”, es producida por Leishmania infantum y tiene como principal o único vector de acuerdo a las regiones al flebótomo Lutzomyia longipalpis (especie de mosca). Las especies del género Lutzomyia son más pequeñas que otras moscas y tienen un sólo par de alas. 

Descripción

Las leishmaniasis sin tratamiento pueden revestir gravedad, conduciendo a mutilaciones, deformaciones permanentes o la muerte dependiendo de la forma clínica en juego.

Actualmente nuestra región está afectada por la forma visceral (LV) americana producida por Leishmania infantum. Se ha expandido progresiva y efectivamente por el continente americano como consecuencia del tránsito fluido de personas, transportes,  animales y mercaderías por toda la región. Los cambios ambientales vinculados a la acción de las personas y el cambio climático, favorecen la expansión del vector.

Ante esta situación y el riesgo inminente de aparición de casos humanos, la División de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, conformó un equipo multidisciplinario  con la participación de la Universidad de la República, para el desarrollo de guías de manejo en los componentes humano, vector, reservorio y comunicación, destacando los principales lineamientos de actuación en nuestro país, en cada uno de los componentes.

La Leishmaniasis afecta fundamentalmente y muestra su mayor virulencia en niños y personas con diversos grados de vulnerabilidad social y/o compromiso en su salud. La desnutrición, el alcoholismo, la situación de calle, son factores favorecedores de la leishmaniasis visceral y su gravedad. Muy particularmente la coinfección Leishmania-VIH plantea singular gravedad e importantes dificultades para el tratamiento.

Formas de transmisión

 La principal vía de transmisión es mediante la picadura del flebótomo Lutzomyia longipalpis, díptero hematófago de la familia Psychodidae.

Reservorios

El reservorio de Leishmania infantum es el perro infectado, con o sin manifestaciones clínicas aunque también infecta a humanos y otros animales. Se expresa bajo formas cutáneas, cutáneo- mucosas o viscerales. Los perros presentan condiciones que los transforman en el reservorio por excelencia de este parásito.

El período de incubación entre 10 días y 24 meses (promedio 2 a 6 meses). La mayoría de las infecciones son asintomáticas. Las personas desarrollan una respuesta inmune efectiva y no presentan manifestaciones clínicas.

La enfermedad puede hacerse sintomática años después de la exposición en personas con inmunosupresión. Los casos sintomáticos ocurren mayoritariamente en niños por debajo de los 10 años de edad, así como en personas con desnutrición o trastornos inmunitarios, alcohólicos, personas de avanzada edad o que reciben tratamientos con inmunodepresores.

 

 

Fuente: Ministerio de Salud Pública de Uruguay

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