Salud mental y derecho al trabajo

Este encuentro, realizado el 26 de noviembre en el Campus Luisi Janicki de la Universidad de la República (Udelar), es parte de una serie de actividades de formación en el marco del convenio de colaboración interinstitucional entre la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH), el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y la Udelar, a partir del proyecto de cooperación internacional: "En camino hacia un país sin manicomios" con la Conferencia Por Salud Mental en el Mundo Franco Basaglia y el Consorcio Operativo de Salud Mental de Italia.
Además, la actividad forma parte de la línea de trabajo de la Unidad Académica del Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio de la Udelar para la integración sociolaboral de personas usuarias de los servicios de salud mental, en situación de calle y egresados del sistema penitenciario.
Contó con las exposiciones de Michela Vogrig, Stefania Grimaldi y Davide Cicuttin que se centraron en el modelo italiano de cooperativas sociales, una experiencia nacida en el marco de la reforma en salud mental liderada por el psiquiatra italiano Franco Basaglia, la historia, los logros y dificultades de estas iniciativas.
Las cooperativas laborales en Italia
Michela Vogrig relató la historia de la primera cooperativa laboral, surgida en 1972 a iniciativa de un grupo de operadores que se desempeñaban como enfermeros psiquiátricos del manicomio San Giovanni de Trieste. En ese entonces los pacientes se encargaban de la recolección de basura sin retribución económica ni protección, lo que produjo un fuerte cuestionamiento por parte del equipo de Enfermería y, en conjunto con los pacientes, crearon la primera cooperativa en la que trabajadores, con y sin fragilidades en materia de salud mental, compartan roles en igualdad de condiciones. Vogrig definió este caso como “revolucionario” y destacó que marcó el inicio de otras iniciativas similares en Italia en materia de cooperación de inserción laboral.
Stefania Grimaldi, por otra parte, presentó la experiencia de la cooperativa La Colina de Trieste, una de las iniciativas nacidas dentro del recorrido de superación del manicomio de la ciudad, que hoy en día cuenta con más de 200 personas en su plantilla laboral. Más del 30 % son personas provenientes de contextos de vulnerabilidad (con problemas de salud mental, adicciones o antecedentes de reclusión), superando el porcentaje establecido por ley en 1991.
Grimaldi subrayó que, aunque estas iniciativas nacieron con el apoyo de las instituciones públicas, hoy enfrentan desafíos como la falta de compromiso gubernamental y una creciente burocratización. Sin embargo, las cooperativas ampliaron su campo de acción, gestionando servicios culturales, administrativos, turísticos y de comunicación tanto en el sector público como en el privado.
Por último expuso Davide Cicuttin, integrante de la cooperativa Noncello, quien nació en un centro de salud mental de la provincia Pordenone, en la parte occidental de esta región. Planteó que en un mundo en que las fragilidades cambiaron las cooperativas tienen que encontrar respuestas “para los nuevos desafíos que se nos presentan”. Además, resaltó que el trabajo debe ser reconocido económicamente para transformar la inclusión laboral en inclusión socioeconómica. En este sentido, señaló que el salario debe ser “digno” y contribuir en el desarrollo de “lo que es importante para cada uno de nosotros”.
Hizo énfasis en los contextos que ofrecen los ámbitos de trabajo: “Tenemos que superar la idea de espacios cerrados en los que simplemente las personas pueden pasar parte de su tiempo produciendo algo. Hay que reflexionar sobre espacios abiertos, mixtos, en los cuales, durante mi actividad y jornada laboral, me encuentro con otras personas y construyo relaciones. Y en ese intercambio se puede encontrar elementos que me hacen estar mejor”, afirmó. Este aspecto es lo que permite cuestionar si las oportunidades laborales son rehabilitadoras o no.
Tras las presentaciones, se generó un espacio de intercambio en el que se manifestaron algunas preocupaciones sobre el proceso de desinstitucionalización en Uruguay, enfatizando en la dificultad que hay respecto al cumplimiento y supervisión de los porcentajes que por ley se establece respecto al ingreso laboral de personas con sufrimiento en salud mental.
Se destacó la pertinencia de estas instancias para adaptar experiencias internacionales a las particularidades locales buscando potenciar la inclusión social y fortalecer el vínculo entre educación, trabajo y derechos humanos. Este encuentro reafirma la importancia del trabajo colectivo y la cooperación internacional como herramientas para garantizar derechos y promover modelos innovadores de inclusión, alineados con los valores de justicia social y equidad.
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