Caso Macarena Gelman

Secuestro y desaparición de María Claudia García de Gelman

María Claudia García Iruretagoyena estaba embarazada de siete meses cuando fue secuestrada en Buenos Aires, junto a su marido Marcelo Gelman en 1976. La trasladaron al centro clandestino de detención Automotores Orletti. Tiempo después fue llevada a Uruguay donde dio a luz a su hija y luego la asesinaron.

Descripción

María Claudia Garcia Iruretagoyena Casinelli nació en Buenos Aires el 6 de enero de 1957. Era estudiante de Filosofía y Letras. El 24 de agosto de 1976 un comando de la Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE) la secuestró junto a su esposo, el periodista Marcelo Gelman Schubaroff su cuñada Nora Eva Gelman y un amigo de ambos, Luis Eduardo Pereda. María Claudia estaba embarazada de siete meses.

"María Claudia García Iruretagoyena el día de su casamiento con Marcelo Gelman"

María Claudia García Iruretagoyena el día de su casamiento con Marcelo Gelman

 

Los llevaron al centro clandestino de detención “Automotores Orletti”. Días después, Nora y Luis Eduardo fueron liberados. María Claudia y Marcelo, en cambio, permanecieron en Orletti. A él siguieron torturándolo casi hasta el momento en que se lo llevaron para asesinarlo junto a tres detenidos. Le dispararon en la nuca y arrojaron el cuerpo al río dentro de un tonel con cemento y arena. En 1989 el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó sus restos.

A María Claudia la trasladaron en forma clandestina a Montevideo en un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya en la segunda semana octubre de 1976. La alojaron en la sede del Servicio de Información de Defensa (SID) en Bulevar Artigas casi Palmar donde la mantuvieron separada del resto de los detenidos que estaban allí, también secuestrados en Buenos Aires y traídos ilegalmente a Montevideo.

Aunque los represores se preocuparon por aislarla –recluida en la planta alta, no se le permitió contacto con nadie–, hay testimonios de su presencia en la casa. El entonces soldado Julio César Barboza la vio cuando todavía estaba embarazada y también supo que la habían trasladado poco después del parto. Barboza trabajó un año en el SID hasta que se decidió a pedir la baja porque no toleraba el horror de la represión. Hacia el fin de la dictadura dio testimonio de lo que había visto y sabía sobre las acciones del organismo. No conocía el nombre de María Claudia, pero había alcanzado a verla en su aislamiento y también escuchó a los militares hablar sobre ella. Dice Barboza: “Se trataba de una mujer joven de aproximadamente unos 25 años, de pelo castaño oscuro, de tez blanca y lozana, de trato muy dulce. Pude comprobar que luego del mes de octubre dio a luz una criatura (no pude saber el sexo) y que fueron trasladados ambos, una noche, por el teniente coronel [Juan Antonio] Rodríguez [Buratti] y el capitán [José Ricardo] Arab, con destino que desconozco. El único comentario que le escuché a Arab fue: ‘A veces hay que hacer cosas embromadas’. Comentario éste que me conmovió pero que nunca pude comprobar a qué se refería concretamente".

Alicia Cadenas, que formaba parte del grupo de 24 hombres y mujeres traídos clandestinamente desde Buenos Aires, también escuchó hablar de ella y alcanzó a verla fugazmente: “…un día vinieron a pedir la colchoneta para la embarazada, que estaba en el piso de arriba. […] nos sacaban a tomar sol al patio, y un día, estando nosotros contra la pared, y los guardias apuntándonos, ellos de espaldas a la casa, Marta Petrides estaba a mi lado y me dijo muy disimuladamente ‘Alicia mira el balcón’, y efectivamente vimos a la embarazada, era morocha, cachetona, con el bebé. Yo supongo que ella se debe haber preparado, sabía que nos sacaban a las diez de la mañana a tomar sol, porque si no pasaría totalmente desapercibida”.

Tras dar a luz en el Hospital Militar, madre e hija volvieron al SID donde permanecieron aisladas, en contacto solo con los hermanos Anatole y Victoria Julien traídos a Montevideo luego del asesinato de sus padres en Buenos Aires. En fecha incierta se llevaron a los pequeños Anatole y Victoria. Los trasladaron a la ciudad de Valparaíso (Chile) donde los abandonaron en la Plaza O’Higgins.

Posiblemente a finales de diciembre de 1976, a María Claudia le quitaron a la bebé y la trasladaron al local del SID conocido como “Base Valparaíso”. Luego la habrían llevado al Batallón de Infantería número 14 donde la mataron y enterraron.

Mientras tanto, en Buenos Aires, la madre de María Claudia, la psicoanalista María Eugenia Cassinelli, y la madre de Marcelo, Berta Schubaroff, habían iniciado la búsqueda. La firma de María Eugenia está en uno de los primeros hábeas corpus colectivo presentado por doces abuelas.

El documento, considerado una pieza histórica, es un antecedente directo de la constitución de la agrupación Abuelas de Plaza de Mayo, de la que María Eugenia es fundadora.

Más tarde, el padre de Marcelo, el poeta Juan Gelman se puso al frente de la investigación para encontrar a su nieta.

Estaba seguro que la joven embarazada en la sede del SID era María Claudia, supo que había dado a luz y que después la habían asesinado. En mayo de 1999 le pidió al presidente Julio María Sanguinetti que ordenada la investigación necesaria para confirmar su información y encontrar a su nieta. Cuatro meses después, ante el silencio de Sanguinetti y del secretario de la Presidencia Elías Bluth, escribió una carta abierta al Presidente.

Sanguinetti respondió que la investigación ordenada no había arrojado resultados, que había pasado mucho tiempo de los hechos, que los protagonistas o testigos del caso estaban muy viejos o muertos, que no había niños desaparecidos en Uruguay y que todo indicaba que María Claudia no había sido trasladada a Uruguay.

La carta abierta de Gelman inició una campaña internacional de respaldo a su pedido que contó con las firmas de José Saramago, Günter Grass, Chico Buarque, René Favaloro, Joan Manuel Serrat, Eric Hobsbawm, Eduardo Galeano y Fito Paéz, entre otros.

Cuando Jorge Batlle asumió la Presidencia ordenó una investigación que confirmó que la información de Gelman era cierta. María Claudia había sido asesinada tras el nacimiento de su hija y a la niña se la habían entregado al comisario Ángel Tauriño, que la crió como propia. Un examen de ADN confirmó que Macarena Tauriño era la hija de María Claudia y Marcelo. Poco después Macarena inició los trámites para cambiar el apellido Tauriño y llevar el de sus padres.

"Macarena Gelman (Foto: Nicolás Celaya, La Diaria, junio de 2014"

Macarena Gelman (Foto: Nicolás Celaya, La Diaria, 2014)

En 2005 el Presidente Tabaré Vázquez ordenó a las Fuerzas Armadas que recabaran información sobre el destino de los detenidos desaparecidos. También, en convenio con la Universidad de la República, comenzaron excavaciones en predios militares en busca de restos de desaparecidos. En agosto Vázquez anunció que la información militar recibida le permitía confirmar con un 99% de seguridad que los restos de María Claudia estaban en el Batallón de Infantería número 14. Las excavaciones, sin embargo, revelaron que no estaba enterrada en el lugar señalado y que tampoco en el sitio había rastros de la remoción de tierra que supone un enterramiento.

En 2010 Macarena y su abuelo paterno demandaron al Estado uruguayo ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) por el secuestro y desaparición de María Claudia. En marzo de 2011 la CIDH condenó al Estado por la desaparición forzada de María Claudia y la apropiación y sustitución de identidad de Macarena. Le impuso la obligación de indemnizar a la familia, reconocer públicamente la responsabilidad del Estado en la violación de los derechos humanos, colocar una placa en el lugar de los hechos y destinar el lugar donde funcionó el SID a una institución de protección y promoción de los derechos humanos. La sentencia también obliga al país a investigar los hechos y castigar a los responsables.

La justicia procesó por el homicidio muy especialmente agravado de María Claudia a los militares José Nino Gavazzo, José Ricardo Arab, Gilberto Vázquez, Jorge Silveira y al policía Ricardo Medina.

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