Hablemos de prevención del suicidio

Suicidio y vejeces
Hablar de la salud mental de las personas mayores en Uruguay hoy es hablar de derechos humanos. Nuestro país cuenta con la Ley de Salud Mental N.º 19.529, que reconoce la salud mental como parte integral de la salud y establece que su abordaje debe hacerse desde un enfoque de derechos, comunitario, interdisciplinario y respetuoso de la dignidad de cada persona.
En este marco, las personas mayores no pueden quedar invisibilizadas ni reducidas a diagnósticos, estereotipos o a un tratamiento meramente farmacológico. La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, ratificada por Uruguay, refuerza este compromiso al consagrar el derecho a la salud, incluyendo la salud mental, con un enfoque libre de discriminación por edad y reconociendo la autonomía y capacidad jurídica en todas las etapas de la vida.
Situación en Uruguay
En 2024, las tasas más altas de suicidio se registraron en personas mayores, especialmente en los grupos de 85 a 89 años y mayores de 90. Aunque realizan menos intentos que los jóvenes, sus métodos son más letales. En los varones, la tasa aumenta con la edad y alcanza un pico alrededor de los 75 años.
A nivel mundial, los varones mayores reportan menos sintomatología depresiva e ideación suicida, lo que sugiere que piden menos ayuda, muchas veces por presiones vinculadas a masculinidades frágiles y expectativas sociales sobre productividad y utilidad económica.
La jubilación trae consigo una disminución de ingresos y la pérdida de roles socialmente reconocidos, lo que obliga a adaptarse a nuevos roles y buscar sentido en otras actividades. En mayores de 65 años, un 13,7 % de quienes consuman el suicidio habían presentado intentos previos.
Factores de riesgo
Entre los principales factores asociados al suicidio se encuentran:
- Soledad y aislamiento social
- Falta de sostén familiar
- Problemas económicos
- Enfermedades físicas incapacitantes y trastornos mentales, especialmente depresión y ansiedad
- Abuso de sustancias o antecedentes de hospitalización psiquiátrica
Estos problemas de salud mental suelen pasar desapercibidos o no recibir tratamiento, al confundirse con síntomas del envejecimiento o presentarse junto a otras enfermedades, lo que aumenta significativamente el riesgo de suicidio.
Viejismo y estereotipos
El viejismo, entendido como el conjunto de prejuicios y discriminaciones aplicadas a las personas mayores por su edad, también impacta directamente en su salud mental. Se asocia la vejez con enfermedad, falta de proyectos, desinterés sexual y ausencia de participación. Este tipo de discriminación no es inocuo: el viejismo mata.
Más allá de la terapia
La terapia psicológica y farmacológica es importante, pero no es suficiente. El suicidio es un problema colectivo con anclaje individual. El testimonio de Walter “Indio” Olivera, ídolo histórico de Peñarol y multicampeón de América y del Mundo, ilustra esto claramente: tras jubilarse, cayó en un estado de profunda tristeza hasta que volver a trabajar y sentirse útil le devolvió las ganas de vivir. Este ejemplo muestra que el sentido, los vínculos y la pertenencia son vitales.
Factores protectores
Una de las respuestas más claras para proteger la salud mental en la vejez es la participación. Participar significa ejercer un rol activo en la comunidad, sentirse parte de un proyecto colectivo, mantener vínculos significativos y sentirse valorado. La evidencia demuestra que la participación social disminuye el aislamiento, fortalece la autoestima, estimula cognitivamente y actúa como un factor protector frente a la depresión y el suicidio.
En Uruguay, la Sociedad Civil organizada como la REDAM, la Onajpu, espacios culturales, comités barriales y voluntariado intergeneracional muestran que cuando las personas mayores participan, se reducen los prejuicios del viejismo y se fortalecen los lazos comunitarios. Participar no es solo recreación: es ejercicio de derechos y cuidado colectivo.
En este sentido, el acceso a la cultura y el turismo social operan como factores de protección para la prevención del suicidio en personas mayores. La participación en actividades culturales como el teatro, museos, conciertos, grupos de lectura, coros, murgas, etc. Promueven la integración social y el sentido de pertenencia, enriqueciendo la vida y ofreciendo vías para la expresión personal e interacción. Esto previene el aislamiento y la soledad, factores de riesgo importantes.
Asimismo, el turismo social, diseñado para ser accesible y asequible, facilita la exploración de nuevos lugares, el disfrute de la naturaleza y la participación en excursiones grupales. Estas actividades no solo benefician la salud física y mental, sino que también propician nuevas experiencias y el fortalecimiento de lazos comunitarios. La oportunidad de vivir nuevas experiencias y mantener un rol activo en la sociedad contribuye a una mayor satisfacción vital y a la percepción de valor personal, actuando como un potente escudo contra pensamientos autodestructivos.
Ejemplos internacionales
Algunos países aplican medidas curiosas o efectivas:
- En China y otros lugares, prohibir pesticidas letales y colocar barreras en puentes ha reducido intentos de suicidio.
- Experiencias comunitarias en Finlandia, Reino Unido y Australia muestran que la conexión social, programas culturales y prescripción social (recetar actividades sociales y recreativas) disminuye riesgos.
Estos ejemplos ilustran que la estrategia no puede centrarse solo en el método, sino en la acción colectiva.
Desde el Instituto Nacional de las Personas Mayores creemos que la respuesta debe ser colectiva: involucrar al Estado, la sociedad civil, los medios, la salud, la educación y las redes sociales.
Creemos que el camino está en:
- Adoptar una mirada multicausal frente a la problemática
- Promover activamente la participación de las personas mayores en todos los ámbitos
- Fomentar un involucramiento intergeneracional, construyendo lazos entre jóvenes y mayores
- Fortalecer los servicios de atención a la violencia
- Continuar impulsando la formación profesional y campañas de sensibilización sobre envejecimiento y vejeces
- Y, principalmente, generar conciencia de que el viejismo mata, combatiendo prejuicios y discriminación que afectan directamente la vida y la salud de las personas mayores.
También es fundamental llegar a cada establecimiento de larga estadía con el mensaje claro de que el decreto reglamentario y los derechos de las personas mayores no son sólo normas, sino herramientas para transformar realidades y garantizar vidas más dignas.
Prevenir el suicidio y cuidar la salud mental de las personas mayores no es tarea de uno solo: es responsabilidad colectiva. Cuando la sociedad entera se involucra, la vida encuentra más razones para ser vivida.
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