“Estamos de paso en esta tierra y debemos cuidar lo que es de todos”

Producir ecológicamente es una forma de vida... En la granja agroecológica donde vive Alda, hay baños secos, humedales artificiales para el reciclaje de toda el agua del predio, huerta orgánica y pastoreo rotativo para la ganadería. Se hace control biológico en las plagas: moscas blancas, hormigas, garrapata del ganado y también hay un pequeño emprendimiento familiar: una posada de turismo para los que quieran vivenciar una experiencia de vida agroecológica.
Alda vive con su compañero, que es productor familiar: hace ganadería, manejo rotativo de ganado y control biológico de garrapata. Están certificados en la huerta desde hace cuatro años. La productora en realidad nació en Polantina, Paso Borracho; sus padres y abuelos tenían campo, hacían chacra y tenían ovejas, frutales y huerta: “Después de mucho sacrificio -porque mis padres se fueron cuando yo empecé el liceo para que mi hermana y yo estudiáramos en Tacuarembó- ya no tuvimos más ese campito, pero siempre hemos vivido en casas donde auto-producimos el alimento, con frutales, conserva, huerta… Tengo esa forma de vivir heredada, de hecho conservo semillas que vienen de mi abuela…”, cuenta.
Alda llegó a Facultad de Agronomía, y de ese momento, recuerda: “me costó un poco la propuesta que había, mucho más convencional, productivista, basada en la compra de insumos de afuera. Ya en tercero [de Facultad] vi una charla de agricultura alternativa, que la dio un sueco... Fui parte de la fundación de la Mesa de Agroecología, con otros compañeros un poco más avanzados en la carrera y fuimos fundadores de ese mundo que en esa época le decíamos ‘agricultura alternativa’ y que después derivó en la fundación de la Red de Agroecología”.
Cuando se recibió, ya con hijos –tiene cuatro hijos-, volvió a Tacuarembó y hace 15 años que vive en Sauce de Zapará. Sus hijos también auto-cultivan alimentos y producen ecológicamente: “Nos parece que el camino va por ahí, estamos de paso en esta tierra y debemos cuidar lo que es de todos”, dice.
BioUruguay
BioUruguay es una asociación civil que integra familias del campo y de la ciudad: “Se fundó con la idea de que todos los que quisieran desarrollar estas alternativas, en forma práctica, para poder contagiar a otros, pudieran participar”. Los integrantes de la asociación funcionan con la idea de ser “Faros Agroecológicos”, promoviendo esta forma de producir. 27 fueron los fundadores, pero hoy los socios son muchos más. Hay productores de diferentes partes del país, pero fundamentalmente de Tacuarembó, que participan en talleres y se reúnen una vez por mes y elaboran juntos las temáticas a trabajar. Han presentado propuestas a los diferentes llamados del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, para generar apoyos a los emprendimientos familiares productivos relacionados con la producción agroecológica.
Alda recuerda que con el Proyecto Producción Responsable (PPR) se hicieron 22 proyectos para distintos productores familiares, para mejoramiento del manejo de pasturas naturales, de montes, control de erosión en cárcavas, abastecimiento de agua, construcción de baños secos y baños ecológicos. Actualmente tienen un convenio con la DGDR para experimentar en el control biológico usando hongos entomopatógenos presentes en el suelo para el control de la garrapata. La productora cuenta que la Asociación de Productores Lecheros de Tacuarembó ya lleva tres años de experiencia manejando más de cien animales sólo con control biológico. Recientemente se presentaron a un llamado de la DGDR para promover la generación de una regional de la Red de Agroecología, de manera de contar con apoyos para certificarse como agroecológicos, por parte de esta Red, que cumple con la normativa de la Ley de Producción Orgánica.
Un camino viable
A pesar de que ha habido avances, Alda siente que las políticas para la agroecología han sido muy menguadas: “todavía no ha ocurrido una política clara de apoyo a la agroecología como alternativa al desarrollo de la producción familiar. Más bien han sido esfuerzos puntuales de técnicos que han ido haciendo camino dentro de la institucionalidad pública para que sea entendido que éste es un camino viable”.
Alda está convencida que con esta forma de trabajar la gente se endeuda menos, gasta menos y las producciones tienen menos desbalances por cambio climático, porque trabajan con semillas adaptadas, semillas criollas, que no son tan dependientes de las condiciones ambientales: “Creo que estamos haciendo, desde diferentes partes de la sociedad, caminitos. Desde lo público y desde lo privado, pero que las políticas todavía no son tan claramente orientadas a que la agroecología es una alternativa para la producción familiar a promover y desarrollar”. “Poquito a poco me doy cuenta que hay cambios, pero creo que tienen que ser mayores los fondos que se destinan a la agroecología.”, dice Alda. “Ojalá que ahora, con el Plan Nacional, esto genere un marco, donde haya más comprensión sobre la temática, más entendimiento y más apoyo”, agrega.
La educación ambiental
Respecto a los consumidores, Alba dice que también hay que trabajar: “En Uruguay no tenemos mucha conciencia de la importancia, por un lado de consumir más sano, con menos carga de productos químicos, de síntesis, que sin dudas dejan residuos en los alimentos, en el suelo y también generan disturbios a nivel de los equilibrios naturales de control de plagas y enfermedades”. “El consumidor no sabe tanto de eso”, sostiene. “Hay que trabajar muchísimo, porque la producción agroecológica también propone el desarrollo de los mercados locales; en vez de estar consumiendo una cosa importada, que se apoye la producción más agroecológica, más familiar, que conserva la cultura, el saber hacer”, dice Alda.
Alda cree que al consumidor hay que informarlo y que eso es parte de la educación ambiental: “ya hay algo de trabajo en eso, pero hay que pasar de la letra a la realidad: que realmente las escuelas, las instituciones públicas, los hospitales compren la producción y que en la medida de lo posible elijan familiar y agroecológico, y por eso también hay que ordenar la cancha, porque no todo es agroecológico”. En este sentido, la Red de Agroecología cumple con un trabajo de generar protocolos de certificación, participativos, con involucramiento de todas las partes (los consumidores, los técnicos y los productores).
Los sueños continúan...
“Tenemos un momento que marcó una diferencia: cuando nos visitó el director de la Dirección General de Desarrollo Rural. Nosotros veníamos con un proyecto de ‘Más tecnologías’ para el control biológico de garrapata y no íbamos a poder presentarnos a la siguiente edición por factores burocráticos. Él se presentó, pidió una reunión con la asociación y dijo que él veía que era una herramienta importante para la producción familiar (...) -la enfermedad que transmiten las garrapatas al ganado vacuno a veces se lleva siete u ocho animales de productores que tienen 30..., por resistencia, por mal manejo, por desconocimiento y falta de alternativas agroecológicas-. El director de Desarrollo Rural vino y reconoció que lo que estábamos haciendo era importante y buscó una medida para seguir apoyando y que esto siga generando información aplicable y utilizable a la producción familiar y a las asociaciones de productores. Ese fue un momento importante porque sentimos reconocimiento, que en la realidad no siempre se siente”, dice Alda.
Y, hablando de sueños, Alda comparte: “Mi sueño es que haya un escalado de la producción agroecológica. Tengo 52 años y desde que tengo 21 estoy promoviendo estas cosas y estudiando para esto y trabajando muy duro, plantando, horas agachada, laburando afuera, laburando adentro, haciendo cosas que no se hacen por dinero, porque no hay dinero que lo pague... Ves que pasan los años, 20 años dedicados a esto y con tan poquitos productores... Mi sueño es que prontamente muchas familias se enteren de las posibilidades que brinda la agroecología. Hay experiencias en los países vecinos muy interesantes de ver... de desarrollo de mercados locales, de generación de alternativas... Ese es mi sueño”, concluye.