Semana Mundial del Glaucoma

Glaucoma: la primera causa de ceguera irreversible en Uruguay

En Uruguay el glaucoma es la primera causa de ceguera irreversible. Se estima que de un 3 % a 5 % de la población tiene esta enfermedad y que hasta un 60 % lo desconoce. Según proyecciones realizadas con base en datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) entre 21.655 y 36.091 personas sufren de glaucoma en Uruguay y hay entre 12.993 y 21.654 personas que tienen glaucoma pero no han sido diagnosticadas aún. El diagnóstico precoz es la única forma de evitar la pérdida de la visión, por lo tanto, los controles con el oftalmólogo son fundamentales.
persona siendo revisada en la vista

¿Qué es el glaucoma?

El glaucoma es una enfermedad del nervio óptico en la cual se produce un aumento de la presión dentro del ojo. Este aumento de presión va dañando lentamente y en forma irreversible dicho nervio que se ubica en la parte posterior del ojo y es el “cable” que conecta al ojo con nuestro cerebro donde se procesa la información visual. Si el nervio óptico está dañado, la información hacia el cerebro llega mal o no llega. Esto se traduce en pérdida de visión.

No se conoce exactamente que causa el glaucoma. Existen factores hereditarios, factores raciales, traumatismos oculares importantes, etc.

¿Se puede hacer algo para evitar tener glaucoma?

No podemos evitar que un paciente tenga glaucoma, los cambios en la alimentación, ejercicios, etc., no son efectivos.  El glaucoma no es evitable pero sí prevenible y tratable; y para ello, el diagnóstico precoz es el primer paso. Debe tenerse claro que es una enfermedad que deberá tratarse durante toda la vida; es una enfermedad crónica.

¿Existen diferentes tipos de glaucoma?

Podríamos dividir al glaucoma en dos grandes categorías: el glaucoma crónico de ángulo abierto y el glaucoma de ángulo cerrado.

La forma más frecuente es el  glaucoma crónico de ángulo abierto.

¿Qué síntomas da?

Ninguno en las etapas iniciales. El paciente no puede darse cuenta que tiene la presión ocular aumentada, no da dolor ni otros síntomas.  Se puede tener un glaucoma en etapa avanzada, con daño severo del nervio óptico, y no tener ningún síntoma. La pérdida del campo visual suele ser lenta y progresa desde afuera hacia el centro de la visión. Cuando se afecta la parte central de la visión es cuando suele ser percibido por el paciente pero ya se estará ante un diagnóstico tardío.  De allí que al glaucoma se lo llame “el enemigo silencioso de la visión.”  

Cuando el paciente nota que ha perdido visión el daño ya es irreversible y avanzado. Sin embargo, es posible en gran número de casos detener la progresión del daño al nervio óptico y preservar, de este modo, la visión con que se cuenta en el momento del diagnóstico.

En los casos menos comunes de glaucoma de ángulo cerrado se producirán subas bruscas y muy altas de la presión ocular. En un ataque agudo de este tipo de glaucoma el dolor será muy intenso, el ojo se pondrá rojo y la agudeza visual bajará severamente en segundos. El paciente requerirá tratamiento en forma urgente.

¿Quiénes tienen mayor riesgo de padecer glaucoma?

Las personas con familiares directos con glaucoma, los afrodescendientes, las personas miopes, personas con antecedentes de traumatismos oculares importantes y con procesos inflamatorios oculares crónicos.

¿Cuándo debo controlarme?

La incidencia aumenta por encima de los 40 años y sobre todo si  hay alguno de los factores de riesgo señalados. El control deberá realizarse una vez por año y durante toda la vida.

El glaucoma puede presentarse en cualquier etapa de la vida, incluso en recién nacidos y en niños, si bien es muy poco frecuente.

Me dijeron que tengo glaucoma, ¿me voy a quedar ciego?

La gran mayoría de los pacientes con glaucoma nunca llegan a la ceguera. Hoy hay variadas opciones de tratamiento para evitar la ceguera. En los últimos años se han producido grandes avances en los tratamientos.

Que el glaucoma sea nuestra primera causa de ceguera irreversible se relaciona con el diagnóstico tardío, de allí la necesidad de realizarse el control de la presión ocular en forma periódica.

¿Qué presión ocular debo tener?

Para medir la presión ocular se utilizan como unidades los milímetros de Mercurio (mmHg). Estadísticamente la presión ocular normal es de hasta 21 mm Hg como máximo. Por encima de este valor aumenta el riesgo de padecer glaucoma.

Sin embargo, debemos decir que la presión ocular normal para un paciente es aquella que no daña su nervio óptico. Hay pacientes que tienen su nervio óptico menos resistente a la presión ocular. Puede haber daño glaucomatoso del nervio óptico con presión ocular de 16 mmHg, por ejemplo. Asimismo, otros pacientes tienen nervios ópticos más resistentes y no tendrán glaucoma con presiones de 21 mm Hg. El médico durante el examen deberá determinar cuál es la presión ocular para mantener saludable los ojos. Para saber si un paciente tiene glaucoma medir la presión ocular es el primer paso pero luego deberá realizarse una valoración completa con la ayuda de diversos estudios y pruebas.

Tengo glaucoma: ¿Por qué no me han operado aún?

Solo se operan los glaucomas en los cuales no es posible controlar la presión ocular con la utilización de colirios (gotas) o  láser. Si con la colocación de gotas o con la aplicación de láser se logra bajar la presión ocular, no se requerirá la cirugía. Los procedimientos quirúrgicos son invasivos y no están libres de riesgos.

¿Cómo se trata el glaucoma?

Actualmente no hay tratamiento alguno que permita restituir la función de un nervio óptico dañado ni recuperar el campo visual y la visión perdida.  Sin embargo, en la mayoría de los casos, sí es posible detener el daño y conservar la visión que se posee en el momento del diagnóstico. Los objetivos del tratamiento se centrarán en bajar la presión ocular y conservar la visión existente.

El oftalmólogo le indicará el tratamiento más apropiado de acuerdo a la etapa en que se encuentra el glaucoma. Si bien se prefiere ir de lo menos invasivo (utilización de gotas) a lo más invasivo (cirugía), en ocasiones el glaucoma debe operarse (cirugía) como primera opción.

Las gotas o colirios anti-glaucomatosos son el tratamiento más comúnmente elegido por el médico.  No es invasivo y es bien tolerado. El apego al tratamiento es la clave del éxito. Es sabido que hasta la mitad de los pacientes abandonan el tratamiento durante el primer año de iniciado. Esto se debe a que el paciente no percibe ningún síntoma y colocarse gotas en forma crónica requiere un cambio en la rutina diaria, por lo tanto, se deberá explicar al paciente la importancia del tratamiento y su cumplimiento.

 El láser se utiliza para eliminar la necesidad de utilizar colirios o para ayudar a su acción bajando la presión ocular.

Las cirugías (existen diversas técnicas), por ser los procedimientos más invasivos, se reservan para los casos donde no se logra controlar la presión ocular o cuando las gotas o el láser están contraindicados o no han funcionado.

Pueden usarse una de estas opciones o la combinación de ellas.

 

 

 

 

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