Nuestro territorio Edición Nº9

Territorio y Cambio Climático

Director de Cambio Climático Ignacio Lorenzo

Entrevista al director de Cambio Climático Ignacio Lorenzo

Durante el presente año en cada número de Nuestro Territorio venimos realizando un ciclo de entrevistas a los directores de las distintas reparticiones del Mvotma.  

La intención es repasar los puntos neurálgicos de sus respectivas agendas y detenernos en  su vinculación con el Ordenamiento Territorial. En el entendido que la complejidad de buena parte de los desafíos que enfrentamos, más allá de sus especificidades, requieren un abordaje multidimensional y para ello debemos  mantener un fluido intercambio que facilite el trabajo en conjunto. 

Teniendo en cuenta que este año se lanzó el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático de Ciudades e Infraestructuras, es el turno de conversar con el director de Cambio Climático Ignacio Lorenzo. 

- Hola Ignacio, gracias por atendernos. Empecemos por definir ¿qué se entiende por Cambio Climático y qué impactos concretos son ya  evidentes y cuáles se estiman a futuro en nuestro clima?

- El cambio climático es un desafío de política pública que está vinculado  principalmente a  un aumento de temperatura dado por el aumento de la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Este cambio en la temperatura media, que en París acordamos que no debería superar los dos grados, trae aparejado una serie de cambios en otras variables climáticas, como precipitaciones, humedad, vientos y frecuencia e intensidad de ocurrencia de estos eventos extremos. 

Todos estos cambios generan transformaciones en los territorios desde el punto de vista de la producción, fundamentalmente para aquellos rubros que son más sensibles al clima.  Incluso en el ámbito urbano y de las infraestructuras algunos impactos, daños o cambios en el régimen de inundaciones tienen un efecto directo en poblaciones que están en situaciones más vulnerables  y en las infraestructuras más expuestas.

En este sentido, algunas de las evidencias que tenemos hoy muestran que Uruguay tiene un aumento en el mar medio un poco por debajo de los veinte centímetros. En lo que va de este siglo hubo tres o cuatro episodios de grandes tormentas que generaron subas del nivel del mar que llegaron a los tres metros. 

Ahí lo que se espera es que se alcanzar un escalón que estaría un metro de base por arriba del nivel actual,  lo que puede implicar tormentas que hoy son muy extraordinarias tengan mayor frecuencia. Y tormentas capaces de superar  los cuatros metros pueden ser algo posible y eso obviamente impactará en la rambla y en las playas. 

Después, en lo que refiere específicamente a las inundaciones ha habido algunas muy relevantes en la última década en algunas ciudades  que  implicaron un porcentaje muy alto de la población que quedó inundada o evacuada. En algún caso alcanzó casi al treinta por ciento de población de Artigas por ejemplo. 

En suma, lo que se está observando y así lo indican los escenarios predictivos es un aumento en los niveles de precipitación media anual y la posibilidad de mayores picos extremos. 

En el caso del río Uruguay que lo tenemos muy trabajado los escenarios indican un aumento en todas las variables entrado este siglo. 

-  En este sentido, ¿cuáles son las principales líneas de trabajo que viene desplegando la dirección? 

- Uruguay acordó el año pasado una política nacional de cambio climático con horizonte 2050. Esa política atiende tanto los aspectos de mitigación como adaptación. Cabe recordar que mitigación son todas las actividades que lo que buscan es reducir la emisión de gases de efecto invernadero. En tanto que adaptación son todas aquellas medidas que nos permitan reducir riesgos climáticos. En la agenda de adaptación estamos desarrollando tres planes nacionales de adaptación. Uno es el de ciudades e infraestructura, otro es el de costas y otro es el agropecuario. En los tres se busca identificar cuáles son los riesgos y las vulnerabilidades, establecer una agenda de medidas concretas para reducir esas vulnerabilidades y además generar un plan de inversión. Es decir definir cuáles son las líneas que deben desarrollarse tanto de inversión pública como de inversión privada a nivel nacional para hacer frente a estas amenazas.  

- ¿Cómo se están articulando hoy las políticas de cambio climático con las de planificación territorial?

- En el caso de ciudades e infraestructuras, que ahí es donde está la interrelación con el Ordenamiento territorial,  estamos trabajando muy fuertemente. 

Es que la política nacional de cambio climático debe verse con enfoque transversal y tiene uno de sus párrafos que habla de promover la incorporación del cambio climático en las políticas sectoriales y territoriales. 

En este sentido en la Ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible (LOTDS) hay un marco muy robusto desde el punto de vista legal para atender algunos de los riesgos, en especial los que tienen que ver con un uso incorrecto de suelo o con los que generan mayor riesgo. Entonces la idea es a través de este plan de adaptación de ciudades e infraestructuras podamos generar mecanismos para incorporar la dimensión de adaptación al cambio climático en los planes de ordenamiento territorial. 

Allí lo que estamos desarrollando es una guía que nos permitirá identificar en  los procesos de planificación local cuales son los riesgos observados y emergentes. Y de este modo generar pautas para el uso del suelo en función de esos riesgos. Entonces por ejemplo hoy ya tenemos un ciclo de política pública muy claro que tiene que ver con el tema de inundaciones, para lo cual tenemos nuestro mapa de riesgo de inundación,  tenemos identificadas en el plan de ordenamiento las áreas que no deben ser ocupadas y áreas donde la población debe ser relocalizada. Generamos en esas áreas relocalizadas estrategias de resignificación para que no sean ocupadas nuevamente. Se incorpora también el tema de la policía territorial. 

Todo eso hace que se vaya reduciendo el riesgo de inundaciones. La idea es generar procesos de política pública similar a esta, ante otros riesgos en los que hoy aún no estamos al día. Podríamos tener un paquete similar en la costa por ejemplo. Y también dentro de ese paquete de acciones incorporar la dimensión futura en los mapas de riesgo que hasta ahora solo son mapas de riesgo observado, para poder decir cómo sería una inundación en el 2050. Esto podría transformar el mapa de riesgo en un potente indicador de las áreas que hoy pueden ser ocupadas o no.

-¿Ya se está trabajando en esos mapas a futuro? 

- Tenemos en proceso  un convenio con la Facultad de Ciencias en el cual vamos a incorporar escenarios futuros para todo el país, en particular en el área costera. 

En paralelo se está desarrollando con la Universidad de Cantabria un estudio para hacer un mapeo de vulnerabilidad en el área costera que va a incorporar ese mapeo futuro. Y, en conjunto con la Facultad de Ciencias e Ingeniería, ver cómo podemos incorporarlo en los mapas de riesgo actuales. Este es un gran desafío porque no hay al día de hoy en el mundo una claridad conceptual sobre cómo hacerlo y en especial si después va a tener un efecto sobre la regulación del suelo. 

También están los otros riesgos emergentes. O sea, no solo incorporar la dimensión futura sino que además identificar otros riesgos que hoy no estamos viendo, por ejemplo en el tema de salud.  En particular lo que se llama olas e islas de calor. Se trata de áreas urbanas que superan una media de muy altas  temperaturas durante tres o cuatro días seguidos, que generalmente tienen una afectación importante en la salud de las personas. 

También es un tema muy urbano el fenómeno de islas de calor, ya están directamente vinculadas con la materialidad de la ciudad. En ciertos casos pueden encontrarse diferencias de cinco, siete o incluso diez grados de diferencia entre la temperatura del centro de la ciudad y el área suburbana. La materialidad de los centros urbanos genera una sinergia negativa con el fenómeno de olas de calor. Pensemos por ejemplo en episodios de ola de calor en un área urbana densamente poblada por ancianos o niños. 
Estas situaciones ya se han dado en diversas ciudades como Buenos Aires y París generando situaciones muy complicadas. 

A esto agreguemos la masificación del  aire acondicionado, generando picos de consumo de la energía y riesgos de desabastecimiento. O sea, se genera toda una sinergia negativa entre situaciones que ponen en riesgo a la población y son fenómenos que a nivel urbano se consolidan. Por eso la importancia de poner pautas desde el punto de vista de los espacios públicos, desde el punto de vista de la vegetación en áreas urbanas para  reducir estos efectos. 

- ¿Cómo está Uruguay en relación a las estrategias que vienen implementando los demás países? 

- Uruguay en esto de los planes de adaptación generó un camino muy particular. De hecho recién venimos de la Conferencia de las Partes de la Convención en Polonia, donde nos tocó en un par de instancias presentar esta idea que fue muy bien recibida. 

En especial  tuvimos un evento que era en conjunto entre  el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y ONU Habitat sobre estrategias de adaptación en áreas urbanas y realmente nuestro caso se destaca enseguida por ser una estrategia dirigida y directamente  enmarcada  en el proceso de ordenamiento territorial. 

Así que fue muy bien recibida y fue una novedad para muchos saber que no venimos con procesos de planificación separados por sector o por tema, sino que es el mismo proceso de planificación territorial el que incorpora el tema de cambio climático.  Esto realmente es muy positivo y  destacamos que en nuestro país la LOTDS es un marco robusto de política pública. 

Entonces, la mejor forma de alcanzar una acción en cambio climático es entrar en un marco que es robusto y que es claro. También que Uruguay junto con Argentina son los primeros dos países que presentaron en su NDC la comunicación de adaptación -la NDC es la contribución determinada a nivel nacional- que es el documento que cada país presenta cada cinco años con sus metas en materia de cambio climático. Y tanto Uruguay  como Argentina fueron los dos primeros países que incluyeron un capítulo específico de adaptación, que tiene un nivel de detalle bastante mayor al resto. Incluso hace un par de días se definió a nivel global cuál va a ser el marco metodológico y justamente está liderado por Uruguay y Argentina que ya tienen su experiencia.  De hecho ya habíamos incluido en la comunicación de adaptación que habíamos presentado el año pasado esta idea de consolidar las dos agendas en el área urbana a través de la Ley de ordenamiento, reforzando también la agenda de gestión de riesgo de desastres. 

En suma, generamos como una especie de modelo de cómo entre las tres políticas se puede fortalecer el área urbana, también con el sistema nacional de emergencia. Por supuesto que también están primera línea de interés el tema de la costa, porque para Uruguay es muy relevante y ni que hablar de todos los temas agropecuarios que son actividades productivas que están muy vinculadas al clima. 

Yo diría que venimos bien y de hecho destacados justamente en esta ventana de lo que es el área urbana con un destaque muy importante por esa idea de consolidar políticas. 

¿Queda un año para terminar esta administración, dinos un logro y un desafío de tu gestión?

- Un logro creo que fue concluir la política nacional de cambio climático y presentar la primera contribución nacional (NDC) enmarcada en la política de planificación territorial y con un grado de precisión que no hay en el mundo algo comparado en este momento. 

O sea generamos metas por adaptación al 2025 creo que fue un logro muy grande. Es un logro colectivo, de todo el Estado pero también la sociedad civil y el sector privado que acompañaron. 

En cuanto a los desafíos en este último año, es poder avanzar sustancialmente en  los planes de adaptación y que particularmente en el tema de ciudades e infraestructuras puede tener un efecto muy relevante en próximas administraciones de cómo tratar el tema.  
Por último, creo que el grado de trabajo conjunto que tenemos hoy con la Dinot y con todas las otras direcciones del Mvotma en la materia es una oportunidad fantástica para que se de un salto cualitativo antes del cierre de esta administración de gobierno. 

Pensando un poco en vuestros lectores, personalmente veo la LOT como una joya desde el punto de vista de la potencialidad que tiene para realmente construir el desarrollo sostenible en el ámbito urbano, y creo que Uruguay al menos en el tema de cambio climático la ha aprovechado para fortalecer las políticas. Creo que es un tema a valorar mucho y a seguir integrando en el marco de la LOT aspectos que hacen a la sostenibilidad de la ciudad. Yo creo que también ahí hay una agenda clara de la Dinot de los aspectos de sostenibilidad y eso hay que aprovecharlo.

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