Unidad Nacional de Seguridad Vial

Este tercer fin de semana de noviembre se conmemoró nuevamente el Día Mundial de las Víctimas de Siniestros de Tránsito. Y la Red Nacional de Víctimas y Familiares Uruguay (RE.NA.VIC.), en un largo proceso de trabajo que dura años, viene imponiendo esta fecha como marca.

Se trata de un grupo de personas que, “caprichosamente” mantienen a través de la memoria de sus seres queridos -víctimas de siniestros viales- esa cicatriz que la sociedad toda tiene respecto a este tema puntual.

Porque los fallecidos –y los secuelados de por vida- son producto, más allá de las circunstancias del hecho puntual del evento siniestral, de cómo la sociedad procesa su cultura vial.

Y existe una paradoja a dos puntas; en que como sociedad no logramos ver, ubicar en un primerísimo lugar esta tragedia evitable de que muera gente porque otra circula alcoholizada; porque no se es consciente de respetar los límites de velocidad o usar los elementos de seguridad que en el Uruguay de comienzos del siglo XXI, están vigentes hace rato.

Nos vemos en las consecuencias de la tragedia cuando nos enfrentamos a un sobreviviente parapléjico o con sus capacidades limitadas a tal punto, que ya no es independiente para las cuestiones básicas vitales para las personas.

Por eso la foto de esa paradoja es “ese roto en su alma” que un día de fines de noviembre, más allá de las inclemencias del estío inminente, lucha por dominar más de la mitad de su cuerpo inerte, para tozudamente dar testimonio, pincel en mano, que en el tránsito la prudencia es una buena compañera.

Esa estampa de almitas quebradas frente al cartel Nos Mueve la Vida, llama a reflexionar profundamente sobre los valores que sustentan la vida; sobre todo, las de algunas vidas.