Mes de las Mujeres
Si atendemos a la brecha salarial que persiste, en promedio, cada 100 pesos que ganan los varones, las mujeres ganan 75,9 pesos. Si miramos el trabajo no remunerado (esto es: cuidados de niños y niñas, personas dependientes y tareas domésticas) las mujeres realizan el doble de trabajo en sus hogares. Todo esto se complejiza si lo miramos desde una perspectiva étnico-racial (particularmente en mujeres afrodescendientes) y territorial.
Las desigualdades en el territorio hacen necesario prestar particular atención a las mujeres que habitan los departamentos del país, fuera de la zona metropolitana, especialmente aquellas que viven en la ruralidad. Las mujeres mujeres rurales hacen más trabajo no remunerado que las mujeres de la zona metropolitana. Y la brecha continúa, porque tanto la autonomía económica, el acceso a los servicios o a la cobertura en seguridad social, son también más difíciles para las mujeres rurales.
Disponer de recursos propios y del manejo de sus bienes se vuelve indispensable para que las mujeres salgan del círculo de la violencia de género. Toda mujer debe conquistar su autonomía y desarrollar su proyecto de vida. Continuar el trabajo para generar conciencia de las violencias que sufren las mujeres que, todavía, muchas no perciben el riesgo al que están expuestas.
Uruguay es una de las pocas democracias plenas en el mundo. Desde esta perspectiva, el reclamo por igualdad de género implica mejorar la calidad de la democracia. Nuestro país ha avanzado en la agenda de derechos, logró alcanzar objetivos, pero hay que profundizarla.
Por todo esto, el Estado uruguayo debe ampliar su llegada a los territorios y garantizar a toda la población los mismos derechos. Por esta razón, la consigna para este Mes de las Mujeres es “Igualdad por 19”, en referencia a los diecinueve departamentos del país, porque hay mujeres fuera de la zona metropolitana que no han gozado del mismo avance en derechos. Las mujeres con discapacidad y las adultas mayores son, también, un objetivo importante de esta nueva administración.
Estas razones, entre muchas más, hacen imprescindible que se comprenda que la perspectiva de género es una forma de ver la realidad y que, además, es una tendencia mundial e irreversible. Ya no podemos ver el mundo sin las llamadas “lentes de género”.