Espacios de cuidados

Antonella y Nahiara

Antonella cursa quinto de liceo en el 61. El año pasado decidió, luego de seis años sin estudiar, volver a clase y terminar las materias que le habían quedado pendientes de cuarto. Nahiara tenía ya 3 años y ella tenía todavía sueños por cumplir. Uno de ellos: ser maestra en primera infancia.
Antonella puede cursar el liceo mientras su hija asiste a un centro de hijos de estudiantes

Luego de trabajar todo el día en una papelería, apronta su mate, agarra su mochila y cuadernos y va decidida para clase. Nahiara la acompaña y a mitad de camino paran en el jardín donde funciona el espacio de educación y cuidados para hijas e hijos de estudiantes del Cerro.

Este espacio atiende a 18 hijas e hijos de estudiantes del turno nocturno de los liceos 11 y 61 y de la UTU del barrio. Entre las 18 y las 21.30 horas, mientras sus madres y padres acuden a clases, estas niñas y niños disfrutan de un espacio adaptado en el que son cuidadas/os.

“Para nosotros es una ayuda increíble”, dice Antonella. “Nahiara se queda en el jardín cuando voy para clase y cuando su papá sale de trabajar pasa a buscarla”, explica.

Cuando se le pregunta a Nahiara sobre si le gusta ir al jardín de la tarde, una sonrisa pícara se dibuja en su cara. “En este jardín se juega más”, dice.


Los centros de educación y cuidados para hijas e hijos de estudiantes atienden a niñas y niños de hasta 5 años mientras sus madres y padres asisten a clase. Por ahora funcionan de manera piloto en Young (Río Negro), Canelones y el Cerro (Montevideo).

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