Casa comunitaria de cuidados

Vera y Mayra

Vera tiene un año y medio y es una de las niñas a las que Mayra cuida en su hogar, una de las primeras Casas Comunitarias de Cuidados. En la cooperativa en la que vive, Mayra era una de las encargadas de cuidar a las niñas y niños durante los años que duró la construcción. Ahora, pudo formarse en atención a la primera infancia y hoy tiene un trabajo formal en lo que más le gusta, educar y cuidar.
Vera jugando con su educadora Mayra en Casa Comunitaria de Cuidados

El living de la casa de Mayra se convierte en un espacio de cuidados para dos niñas durante 8 horas por día.  La caja de la heladera se convirtió en una casa de juguete. Las botellas de refresco se llenaron de brillantina de colores y diferentes texturas para convertirse en maracas. En esta casa comunitaria de cuidados también se colorea y se canta. Todos los días, Mayra tiene diferentes actividades preparadas para las niñas.

Carla, la mamá de Vera, pudo volver a trabajar hace pocas semanas,desde que la niña va la Casa Comunitaria. “La niña queda feliz y yo me voy a trabajar tranquila”, explica.

Además, la experiencia de socializar con otras personas y otra niña de su edad le ha servido mucho. “Ahora dice más palabras y ya no llora cuando se queda. Sabe el nombre de su compañera y el de Mayra”, relata. “Cuando está en casa y las recuerda a ellas, sonríe. Le hace muy bien ir a la Casa”, concluye la mamá de Vera.

Las casas comunitarias de cuidados funcionan en domicilios o espacios barriales. En ellas, cuidadoras/es con formación atienden a niñas y niños desde 45 días hasta los 3 años.

 

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